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Es bonito pensar y creer en las promesas adolescentes, esas promesas de mierda que sabemos que no vamos a cumplir por mucho que digamos que si, a veces solo queremos tener algo de esperanza para luchar por algo, hasta que te das cuenta de que todo es mentira, que todo se va y todo se acaba.

Ahora estoy aquí en un banco sentada, con el cigarro en la mano y mis pensamientos en la cabeza, recordando cada día con el, esos días felices llenos de risas, llantos, palabras y promesas... promesas que yo pensé que por algún motivo iba a cumplir, por mí, por él, solo quería que las cumpliera.


11 meses antes...

La gente me mira en la parada del autobús, no sé por qué, por mi ropa vieja quizás, por mi pelo recogido en un moño despeinado o por mi cara sin maquillar, puede ser cualquier cosa aunque siempre me miran así. Noto una mirada fija en mi, una chica rubia con gafas negras no deja de mirarme, lleva una mochila de cuero en la espalda y un café en la mano, joder, no he desayunado

El autobús llega a su hora aunque no es lo más normal, suele tardar diez minutos más, cuando subo, saco la cartera del bolso y pago lo que es debido, la gente me sigue mirando mal, pero me da igual. Me quedo de pie en el autobús sin moverme y con los cascos puestos, suena música movida aunque triste, ya que la cafeína no corre por mis venas ya que no me he tomado mi café matutino. Maldito despiste. El trayecto es largo, pesado y aburrido, me aliso la camiseta negra simple y me subo los vaqueros rotos ya que gracias a mi fina cintura no dejan de caerse. Odio llevar ropa ajustada, resaltan las curvas que tengo, las cuales no me gustan aunque no me da vergüenza enseñarlas.

El autobús para a un par de manzanas de mi instituto, bachiller es la muerte pero este es mi ultimo año y podre despedirme de esta ciudad e irme a la universidad a estudiar filología española y cuando acabe esos cinco años de carrera, me iré a Inglaterra a estudiar inglés. Mis amigas y yo hemos pensado en alquilar algo por la zona ya que vamos a ir la misma universidad dentro de poco. Es verano y en un mes nos graduamos de nuestros respectivos bachilleres. A primera hora me toca sintaxis, no se me da mal pero un miércoles a primera es mortal para cualquiera,

Me quito los cascos y los guardo en mi mochila de cuero negra con parches de rosas rojas, me meto el móvil en el bolsillo de los vaqueros y rezo por que todo vaya bien hoy, subo los primeros escalones del centro para entrar en el, veo a Marina en el pasillo, vestida con unos pantalones blancos y una camisa azul y con su melena rubia suelta. Lleva su guitarra en la espalda, supongo que le tocará música o algún ensayo. Más a delante veo a Dana, una chica que quiere estudiar psicología, va con una falda negra y una camiseta roja, su pelo rizado lo lleva en un moño, es adorable. A su lado esta Lya, mi mejor amiga, es morena con los ojos café, lleva unos pantalones granates y una camiseta negra que resalta sus curvas, y como no, está sonriendo.

Paso de largo dedicándoles una sonrisa amplia, quedan quince minutos para que empiece la clase pero yo entro ya al aula, saco una libreta y un bolígrafo negro y empiezo a escribir en el cuaderno:

Vi en el algo que nadie más tenia

Serian sus ojos castaños

O su sonrisa adorable

Puede que sea una ilusa

Una loca de atar

Puede que queden esperanzas

Y que me vuelva a enamorar.

Termino las palabras y no se me ocurre nada más que hacer, por lo que saco el móvil y leo los mensajes que me han dejado Lya, Marta y Dana. Quieren quedar en el recreo para tomarse un café, al ser las ultimas semanas no estamos dando clase y podemos irnos cuando queramos, menos mal porque yo necesito cafeína.

Promesas de mierda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora