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Natalia llama al timbre y entra como si nada, no saluda, no habla, habrá tenido un mal día, me dijo que su primer año de bachiller era difícil, no se imagina lo que le espera el año que viene. No lleva su típica sonrisa enseñando todos los dientes presumiendo que le han quitado el aparato, está triste y no me gusta.

- Oye, ¿qué te pasa? ¿te han hecho algo hoy y no me lo has dicho?- no contesta, aunque una lagrima rueda por su mejilla y me lo tomo como un si. Odio que le hagan daño.

- No me han hecho nada.- dice con un tono demasiado neutro para ella- solo que mi novio y yo lo hemos dejado, eso es todo.- contesta y se pone a llorar.

Si hay algo que odio, es cuando le hacen daño a mi prima, no soporto eso y menos que llore por un gilipollas, se lo que es y se cuanto puede doler, pero joder. No entiendo por qué lo han dejado.

Hago alguna tontería para que se ría y lo consigo. Nos comemos la pasta y la obligo a darse una ducha fría para despejarse. Yo me cambio otra vez ya que vamos a salir esta noche con mis amigas aunque no nos quedaremos muy tarde en la discoteca, hoy no es nuestro día y no quiero soportar a mis amigas borrachas, incluyendo a mi prima. Son las ocho y hemos quedado a las nueve, y como no, no se que ponerme. Opto por un vestido negro corto y ajustado, unos tacones a juego y me rizo el pelo con las planchas, me pinto los ojos color humo para resaltar el verde de estos y los labios marrones, colores sobrios pero elegantes.

Mi prima va preciosa en una falda rosa de tubo y un crop-top blanco, los tacones plateados la hacen muchísimo mas alta de lo que ya es, parece más mayor que yo, pero no es. Marta me llama al móvil diciéndome que bajemos, meto un condón en mi bolso, nunca se sabe lo que puede pasar y mejor prevenir que curar y con las mismas bajo.

Nos subimos al jeep negro de Dana y la música me deja medio sorda. El camino es corto, pero paso de andar más por hoy, aunque luego yo tendré que conducir de vuelta a casa o irme andando. Nos metemos en la discoteca atestada de gente bailando, bebiendo y morreándose, hago una mueca de asco cuando veo a un chico de no más de dieciséis años vomitando. Los baños tienen una cola larga, demasiado, por lo que supongo que alguien ya está echando el primero de la noche.

Vamos a la barra y pedimos nuestras respectivas bebidas, algo suave para aguantar mejor la noche, pero a mi se me sube enseguida y no puedo beber mucho.

- Tía, vamos a bailar.- Lya me coge y me lleva a la pista, casi me tira la copa al suelo del empujón.

- Lya esto me da mucha vergüenza, vámonos con las otras.- ella se niega a dejar de bailar y yo no tengo otra que quedarme con ella.

Noto ojos fijos en mi, chicas y chicos mirándome el vestido, los ojos y es incomodo, Lya está encantada con esto, no se inmuta y se sigue dejando llevar por el ritmo de la música.

- Lya esto es incomodo, vámonos por favor.- le suplico

- Que no, un rato más y volvemos a la barra con las otras.- mejor esto a nada. Tengo un mal presentimiento y se que algo va a pasar esta noche, no me da buena espina.

Después de media hora meneándome en una pista llena de gente, Lya por fin deja de bailar y se dirige a la barra, le habrá dado sed. Cuando llegamos mi presentimiento ha dado en el clavo.

Me encuentro a Lucas y a Ian en la barra hablando con mis amigas, los habrán invitado ellas para hacerme algún tipo de encerrona o simplemente porque a ellas les gustan, y no me extrañaría la segunda opción. Dani y Alex se unen a nosotros y menos mal porque yo con estos dos elemento no quiero estar ni loca. Son bordes por muy buenos que estén, odio a la gente que sin hacerles nada son bordes conmigo.

Lucas me está sonriendo y da miedo, tiene algo que no me deja fiarme de el. Lleva un tatuaje de un atrapa sueños en el brazo, las plumas son negras y lleva un toque de color azul en las perlas. En el brazo izquierdo lleva una cinta tatuada con una frase que no puedo leer por la iluminación del local, aunque creo que no está en español.

Promesas de mierda.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora