C18: Heridas hundidas

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Soraya.

El híbrido que me cuidaba ya no estaba, significaba que podía huir, sólo hacía falta que me quitara las cadenas de encima, sin que los demás lo notaran.

  — Yo te ayudo—  dijo una voz masculina que pude reconocer fácilmente, era el mismo híbrido que me estuvo acompañando siempre, siendo el guardián del calabozo. Sólo asentí y este me auxilio sin que la princesa lo notara, estaba muy distraída con los Adamson. 

 — Tus compañeros te están viendo— murmuré mientras miraba a nuestro alrededor.

  — No hay de que preocuparse—  me guiño el ojo acompañándolo con una sonrisa. 

  — ¿Por que me ayudas?

  —Eres amiga de mi hermano, aparte un lindo rostro no puede desaparecer así.

  — ¿Tú hermano?

 — Ian Tanner. 

Quito las cadenas, y me ayudo a ponerme de pie. 

  — ¿Sabes pelear?

  — Claro que sí, soy un vampiro.

Soltó una risa, y corrimos en velocidad vampiro contra todos los híbridos que atacaban a los Adamson.  Los hermanos eran buenos peleando, sus rostros eran irreconocibles, tenían sangre en todas partes, de ellos mismos y de los híbridos que mataban. Eran unas bestias.

Aída.

No comprendía. ¿Porque un híbrido ayuda a mi hermana? Eso es bueno, pero sigo sin entender. Sigo aquí, incada ante la princesa vampiro, no puedo moverme, ella me puede cortar la cabeza cuando lo desee, nadie me ayudara, sería una misión suicida. 

  — ¡No se queden viendo! ¡Ataquenlos! —  gritaba desesperada la mujer.

  — Son buenos peleando ¿cierto? 

—¿Te parece gracioso?— me preguntó mientras me fulminaban con la mirada.

—Más que eso.

—Sabes que te puedo matar ¿cierto?

—Pero no lo has hecho, ¿porque?

—Te reservó para lo mejor.

—Me halaga.

Me sonrió y nuevamente miró al toberllino de golpees que se formaba.
No podía hacer nada, quería vengar a mi madre, pero simplemente no podía. Sólo miró su cuerpo tirado, cómo si no fuera nadie importante, mi padre aún lado llorando y una furia que lo consumía.

Miré hacía mi izquierda, que es donde se encontraban todos peleando, entre garras y colmillos. No bastó más segundos al ver cómo alguien era lanzado contra una de las paredes para luego terminar en el suelo.

Me fijé bien y era Glenn, no se levantaba, se quedó inmóvil en el suelo, cómo alguien sin vida.
Con nuestra habilidad del oído, intenté localizarlo para escuchar su corazón latir, pero estaba demasiado lejos y muchos corazones había latiendo, que me resultaba imposible concentrarme.

—Uno menos— mencionó sonriente la princesa.

—Vamos Glenn— murmuré —levántate.

No se levantaba, no hacía ningún movimiento. No podía esperar más.
Miré detrás mío y había un híbrido viéndome fijamente, me causaba escalofríos. Me puse de pie en cuestión de segundos y así no darle tiempo a la princesa de responder. Golpeé su pantorrilla con mi pie, para después dar golpes precisos en su rostro, hasta verlo sangrar, esté soltó un golpe en mi abdomen lo que provocó que retrocediera algunos pasos, me acerqué con rapidez y arranqué su cabeza sin pensarlo.

Inmortales I: Prisionera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora