El repugnante Jorge.: Jorge me tocó otra vez.
Sentí su mano sudorosa y codiciosa recorrerme sin ánimos de análisis, sólo trazos discontinuos para matar la urgencia. Sentí su lengua chocar contra la mía y sentí repulsión. Un cuerpo sólido me subía por la garganta con la advertencia de la proximidad del vómito pero me soltó y el aire que no compartíamos me permitió respirar. Su aliento húmedo en mi pecho indefenso y prolijo me daba ganas de llorar del asco pero su cuerpo caliente sofocando mi desnudez me cohibió a gritar o hacer algo. Estaba a su merced mientras el olor de su cabello me invadía en una fetidez inexistente que yo asumía presente. Su barriga espantosa marcaba el transitar de su sexo contra el mio, destruyendo mi voluntad y minimizandola, haciéndola tan chiquita y menuda que podía confundirse con la más diminuta e insignificante semilla flotante de un diente de león. Jorge era mi ira. Y en ese momento me había hecho suyo.