Primer beso.

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Era una tarde nublada, pero eso no impedía que el joven Jeffrey de tan solo 16 años estuviera fuera de casa. Se encontraba sentado en la banqueta, absorto en sus pensamientos y con una mirada perdida en la nada.

El chirriante sonido de una bicicleta lo sacó de sus pensamientos. El muchacho de cabellos rojizos que conducía aquella ruidosa bicicleta bajó de ella y se sentó por un lado del pelinegro.

—Te he estado buscando por todas partes, Jeff —dijo el joven de los cabellos más largos.

—¿Por qué? —soltó Isbell en un suspiro— ¿Se trata otra vez de alguna chica?

—¡Pero qué bien me conoces, hombre! —rió mientras palmeaba la espalda de su amigo— Se trata de mi vecina.

—¿La rubia que vive en frente de tu casa?

—Sí, ella.

—Déjame adivinar. Te besó o te dio una cachetada —mencionó Jeff al mismo tiempo que rodaba los ojos.

—La primera opción; me besó.

—¿Y?

—Sólo quería platicarte que besa bien, sus labios eran muy dulces.

—Ah, vaya —dijo el más alto tratando de sonar sorprendido.

—Jeff, eres un amargado en este tema. Siempre que te cuento que alguien me besa te pones así.

Y era verdad, Isbell reaccionaba de esa manera siempre que William le contaba de las chicas que lo besaban. Era una conducta que ni él mismo sabía explicar. Podrían ser celos, pero, ¿celos de Will o de las chicas que lo besaban? Era algo que lo confundía bastante.

—Will, es sólo que, pienso que eres demasiado joven como para andarte besuqueando con cualquier chica del barrio —mintió para que su amigo no sospechara nada.

—¡Ja! Te haces el maduro y sensato solo porque nunca has besado a nadie —se burló Will.

—¡Eso no es verdad!— gritó sonrojado.

—¿Entonces por qué gritas?

—No lo hice por eso.

—¿Entonces por qué fue?

—¡Agh! ¡Olvídalo, es imposible contigo!

El pelirrojo se echó a reír ante el sonrojo y la vergüenza de su mejor amigo. Era tierno verlo de esa forma.

—Vamos Jeff, te ayudaré a que des tu primer beso, si quieres.

—Pero ninguna de las niñas del barrio me conoce y ninguna me gusta.

—Eso lo sé.

—Entonces ya será luego, Will. Gracias de todas formas —trató de librarse el pelinegro.

—Espera. Yo nunca dije que te ayudaría a dar tu primer beso a una chica.

El joven pelirrojo comenzó a voltear a todos lados, vigilando que nadie estuviera por ahí.

—¿Will? ¿Qué haces? —preguntó Jeff extrañado.

William no contestó a la pregunta, sino que tomó a su amigo de la mejilla y del hombro, acercándose a su rostro. Jeff no hizo nada para impedirlo; por el contrario, puso sus manos en los hombros de Bailey y cerró sus ojos en cuanto sintió que sus alientos chocaban.

Por fin, los labios de ambos chicos se unieron en un beso, uno lleno de ternura. Will acariciaba delicadamente la mejilla del otro, sintiendo cómo suspiros escapaban de este.

Poco a poco comenzaron a separarse sin dejar de mirarse fijamente a los ojos; Jeffrey tenía un notable sonrojo y no paraba de tocar sus labios, aquellos que su mejor amigo había besado segundos antes, y Will tenía una boba sonrisa que adornaba su delicado rostro.

—¿Te cuento algo gracioso? —se decidió a hablar el de cabellos rojizos, a lo que el más alto sólo asintió con la cabeza— Mi vecina nunca me besó —confesó el muchacho.

—¡Entonces todo fue para...!

—Sí, pero tienes que aceptar que te gustó —interrumpió al de cabellos azabaches, intuyendo lo que iba a decir— ¿Cierto?

—Eres un idiota —dijo Isbell.

—Pero soy el idiota que te dio tu primer beso —comentó divertido al mismo tiempo que las mejillas de Jeff se tornaban más coloradas y su mirada se desviaba.

William rió enternecido ante aquella reacción, sólo para después revolverle los cabellos y plantarle un beso en la frente, haciendo que su amigo le devolviera una sonrisa y un "gracias".

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