Born To Die

A veces, la oscuridad cubre más que la luz. La soledad acompaña más que el amor. El abandono es más tierno que el afecto.

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Realmente, ¿vale la pena luchar por algo que no existe?

Una pregunta que probablemente nos hemos hecho durante muchas etapas de nuestra vida. Dime, ¿no te cansas de que te rompan el corazón? O tal vez, ¿no te cansas de esos susurros incesantes qué te dicen una y otra vez la realidad de la vida?

Soy alguien tan diferente al círculo de personas peculiares. Esas que demuestran todo lo que sienten y se hunden en estereotipos falsificados. Esas que prefieren sonreír en la felicidad y llorar en la tristeza. Pero...dime, ¿Tu lo haces?

«Las personas quieren encontrar una salida, yo busco la profundidad.»

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«La vida es una realidad de la cual jamás podrás escapar. Es tu bendición.»

Lo que todos dicen, pero...

¿Y sí es mi maldición?

Nadie lo sabría, solo yo.

La vida me ha dado muchos golpes. Los cuales han marcado mi vida incesantemente. La soledad me ha acompañado por años, ella se hizo mi amiga. Mi sombra, mi única salida. El dolor, mi única salvación y mi interior, mi único infierno.

Suena estúpido, quizás; pero amaba sentir dolor para calmar mi alma. Amaba escapar de mi realidad y odiaba cada parte de mi ser. Sonreía en la tristeza, lloraba en la alegría, amaba a quien debía odiar, odiaba a quien debía amar, admiraba mi sufrimiento y detestaba mis fuerzas.

Era una maldita loca con deseos de matar y deshacer todo a su paso. Me encantaba la sangre, verla me satisfacía demasiado. Ver la vida desaparecer de los ojos de las personas, me enloquecía.

Y con matar no me refiero a asesinar físicamente, digamos que amaba asesinar sentimientos, corazones, esperanzas, las ganas de vivir de una persona. Me encantaba. Me fascinaba. En especial esas, que me rompieron alguna vez, que me traspasaron como nunca.

Me llenaba de rabia ver sonrisas formarse en labios de personas que yo odiaba y que alguna vez ame como a nadie. No merecían tan siquiera un afecto de mi parte y yo les di todo mi amor.

Creí en promesas que al pasar el tiempo supe que eran falsas. Promesas que se rompían como una botella de cristal salpicando sus pedazos filosos dentro de mi pobre corazón. Rompiendo cada parte de el.