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  Muchas veces se había imaginado como sería sentir ser tomada por Sebastian. Si sería de una forma fuerte y dura o lenta y sensual, todas sus fantasías giraban en torno a él. Y sus fantasías lo incluían dominándola, manejándola como él manejaba a todos los demás en su trabajo y en su vida.

Como ahora mismo, mientras ella le observaba se preguntaba como sería estar de rodillas frente él, con los pantalones de él desabrochados y su pe*ne saltando hacia fuera frente a ella. Sus muñecas atadas en su espalda y las manos de él detrás de su cabeza, forzándola a inclinarse sobre su pe*ne. Ella giraría su lengua alrededor de la cabeza y luego lo tomaría profundo hasta el fondo de su garganta.

Ella apretó sus muslos por la imagen, su clítoris dolió cuando lo imaginó bombeando contra su cara, follando su boca mientras la mantenía sujeta.

En ese momento Sebastian echó una mirada a Anna. Su cara enrojeció y sintió como si pudiera hundirse en el piso por la vergüenza de ser atrapada mirándolo y fantaseando con él.

Rápidamente movió su mano desde su mentón al archivo frente a ella y fijó su mirada en los papeles que supuestamente debería estar revisando. Sintió el calor de la mirada de Sebastian y esperó que sus mejillas no estuviesen tan rojas como las sentía. Después de tres años, debería ser una experta escondiendo sus sentimientos por el hombre.

Mientras pretendía estudiar los archivos, escuchó su poderosa voz y casi se quebró por el pensamiento de jamás oír ese vibrante tono otra vez. Sus pensamientos vagaron y lo imaginó tomándola sobre su lustroso escritorio de caoba, sus muñecas atadas sobre su cabeza, las manos y la boca de él sobre su cuerpo y su pe*ne deslizándose en su mojado canal...

– ¿Anna?

Su cabeza saltó al sonido de la voz de Sebastian tan cerca de ella y su pulso latió en sus oídos. Él estaba de pie junto a su escritorio, estudiándola con esos intensos ojos miel verdoso claros dados. El embriagador perfume masculino la rodeó–

– ¿Estás bien?

Anna aclaró su garganta y asintió.

– Si, Sr. Stan

Gran parte de ella deseaba rogarle que la llevara con él dondequiera que estuviera yendo. Demonios, simplemente llevársela. Pero se mantuvo bajo control.

– Ha sido un placer servirlo estos tres años, yo...yo –ella vaciló deseando decir "Yo voy a extrañarte"– Yo le deseo lo mejor en sus futuros proyectos. –sus mejillas se calentaron por la ligereza de sus palabras.

Dios, ella era tan lamentable.

Una chispa de algo cruzó por las facciones de Sebastian y le dio un lento asentimiento.

– Ciertamente ha sido un placer Anna –Hizo una pausa, esos ojos nunca dejando los suyos. – Tu has sido una... asistente muy eficiente.

El corazón de Anna se aceleró y ella trató de mantener su voz estable.

– Gracias, Sr. Stan

Él ni siquiera la regaló con una de sus raras sonrisas. Simplemente se alejó y se metió en su oficina.

Por última vez.  

Failed Sweet - AdaptadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora