Son las ocho de la noche. Ya es hora de que la gente corrupta salga, y no me refiriendo aquellos que se hacen llamar "políticos".
Es una linda hora para comenzar mi trabajo. Solo tengo tres horas, como si pudiese escoger a alguien en tan poco tiempo.
-¡Eh, Romano! No te queques allí parado -Exclamó irritada.
Mi compañera. Antes había tomado la forma de una chico, sin embargo encontró que ser mujer seria mas sencillo. "Es cómodo y mas fácil para cazar" me dijo una vez. A ella le da igual estar en este mundo. Por lo que aprender español no es uno de sus preocupaciones actuales.
-Estoy buscando algo interesante.
-¡Todos los humanos son iguales! - gritó- Solo coge uno y salgamos de aquí.
-¿Irnos? ¡Quiero disfrutar! ¿No te da curiosidad este lugar? Imagina todas las cosas que podrían haber en este mundo.
-No me puedo imaginar nada.
No debería molestarme en preguntarle cosas relacionadas con el mundo de los humanos. Ella lo único que le interesa al estar en este lugar es; comer humanos y desaparecer de este mundo.
Conversaciones, gritos y murmuraciones. Son las ocho de la noche y aún así hay un montón de gente caminando por las calles.
Cuando nuestro "rey". Él que dirige todo en nuestro mundo, nos da la autorización de venir a este lugar, siempre elige la hora nocturna. Los lugares mas interesantes para visitar son los callejones. Nunca sabes que cosas te puedes encontrar allí. Me dirijo solo, al primer callejón que encuentro. Tres sujetos con un aspecto bastante común, se encontraban rodeando a un chico, el cual tenía un aspecto débil. Unos de esos sujetos llevaba un arma. Nadie se percata de mi presencia aún. Me quedo como un simple espectador.
-Patético -solté.
Aquellos tipos eran unos completos idiotas, lo único que saben es hablar. Lo que en realidad pese a ser simple palabras, intimidan bastante al chico. Por lo que alcanzo a escuchar planean robarle la mochila que lleva consigo. Y yo, el asombroso Romano, con mis asombrosos poderes de demonio, pude saber que el muchacho llevaba consigo un sándwich, bolígrafos y un no se que, pero es algo vivo. Creo que esa es la razón por la cual se niega a entregar su mochila.
-¡Les digo que no tengo nada importante! -Exclamó el chico débil .
-Si no es importante, ¿Por qué no simplemente nos das tu bolso? - Ahora uno de los tipos patéticos estaba hablando.
-¡Eso es porque...! -Su rostro se tiño de un escarlata, aquello debo suponer que es por impotencia. Los tipos solo rieron.
-No nos dejas mas opción que usar la fuerza, pequeño -Mencionó acercándose a este.
El chico se enojo, debe molestarle que le pongan esa clase de sobrenombre. Su actitud miedosa se esfumó. Tomando una postura, seguro de sí mismo. Le dio una patada en la entrepierna.
-¡Jódanse todos ustedes! -Este se encontraba completamente eufórico. - ¡Ustedes no son más que escoria! Pudieron haberse simplemente ido, ustedes son pura basura. Váyanse a algún otro lado y muéranse. No quiero que ensucien la salida de mi club.
Los sujetos quedaron petrificados. Posiblemente creyeron que el sería una presa fácil, sin embargo, el muchacho acababa de salir de su club de karate. Sus caras quedaron completamente pálidas. Fue mi error, al parecer aquellos eran los débiles. El muchacho simplemente trataba de ser amable y contenerse.
-¡De acuerdo, caballeros! -Hablé de manera que todos ellos me pudieran escuchar. Se impresionaron simplemente por el hecho de no haberse percatado de mi presencia - ¡He tomado finalmente una decisión!- Es sus rostros se podía divisar la confusión -Así que te escojo a ti - Mencioné calmado mientras apuntaba al chico interesante.
El simplemente se confundió más -"¿Te refieres a mi?" -dijo. Yo le respondí asintiendo con la cabeza.
-Dime, ¿Cual es tu nombre? -Le pregunté, ya estaba harto de llamarlo de las otras maneras.
-¡¿Por que debería responderte?!
Candy, el nombre de mi compañera, antes de que pudiera responder la pregunta. Apareció detrás de mi. Se encontraba ansiosa y no paraba de moverse.
-Mucha, mucha, mucha gente cerca, no puedo comer - Habló con una rapidez impresionante -¿Puedo comer ellos? ¿Puedo comerme a ellos? ¿Comer ellos puedo?
-Si, puedes comer todo lo que quieras, excepto al chico del fondo.
Cuando se trata de comer, Candy se vuelve extremadamente ágil. En nuestro mundo todos la respetan, porque a ella, lo que le importa es la carne. Antes de obtener el permiso para venir a este mundo, muchos de los demonios eran devorados por ella. Ese podría ser uno de los castigos del lugar.
Aquellos sujetos, antes de poder defenderse, en un segundo, simplemente no existían. Pocas veces Candy dejaba alguna huella de haber comido, pero se encontraba desesperada por comer pronto. Hoy era de esas veces en la que ella no le preocupaba su entorno. El lugar estaba cubierto de la sangre de esos sujetos y Candy estaba mucho peor que el callejón.
-Bien, este es el por que deberías decirme tu nombre.
No me esperaba para nada que esto sucediera, pero sin duda alguna esto paso a favor mío. Esta vez el muchacho si estaba nervioso y finalmente se digno a contestarme.
-Chris...Mi nombre es Chris White.
Me acerqué al muchacho, el estaba sudando. Le dí unas pequeñas palmadas en la cabeza. No paraba de temblar.
-Eres un buen chico, ¿No es así?
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