Capítulo 10

3.2K 137 13
                                    

Un plato de arroz con un pedazo de paty, dos vasos de agua, un caramelo de miel, dos galletas de oreo. Todo lo que comí en un día, era de noche, seguía desnuda en la cama. Con mirada baja en el suelo imaginando que hay un túnel con salida a un mundo mágico, donde un gato gigante y feo cumple mis deseos egoísta, pero... por más que intentara no aparecía un hoyo en el suelo, las líneas de la madera que chocaba con la pared de una punta a otra, color marrón gastado, el suelo de madero sin brillo, sin sueños como yo, pisoteado sin compasión como yo.

Tanta soledad junta hace que me compare a un suelo desgastado. Luego me doy cuenta...

"Suelo" y "Sueño" son palabras casi iguales, solo que uno tiene una L y la otra una hermosa Ñ, pero ambos tienen S, U, E, O, tan parecidas, tan distintas, no opuestas, solo distintas.

Cuando me di cuenta yo aún no estaba en el suelo, todavía tenía un sueño, aún imagino escapar, bueno en un lugar de fantasía pero aún soñaba. Todavía seguía en pie, usada pero de aún modo en pie. Mis ganas venían y se iban. En un momento decía estar derrotada luego no, pero al menos momentos soy ¿Positiva?, si positiva.

Justo cuando piensas en la ventaja, privilegio, si quieres llamarlo 'destino de no sufrir' todo se fue para el caño.

La puerta se abrió bruscamente y una mujer entro con aires agrandados, ella pelo largo mirada de fuego, asesinándome como si me estuviera buscando, cuando lo pensé mejor la conocía era una mujer que vi por ahí pero no recordaba mucho. Del susto tome las sabanas y cubrí mi pecho mientras era arrastrada por los suelos junto a la sabana que escasamente cubría el pecho porque lo sujetaba con fuerza en esa parte, mi cuero cabelludo dolía horriblemente, la mujer me tiraba de una manera bestial (única forma de describir esa fuerza con cada tirón).

Sospechaba que a cada jalón disfrutaba porque oía leves risas, mis pies torpes trataban de pisar el suelo pero solo tropezaba y me lastimaba más el cuero cabelludo.

-Se acabo el cuento de hadas puta princesita –Dijo con un tono raro, ella solo avanzaba y finalmente me tiro al suelo, mis ojos estaban chorreando lagrimas del dolor, miré hacia arriba- Carne fresca, muy bien conservada –Dijo con tono tan soberbio tan glorioso, tan hija de puta.

Me acomodé en el suelo mirando a un trío de hombres, todos de alrededor de 45 y uno era gordo. El otro parecía estándar como un vecino del barrio, el ultimo un hombre elegante y sofisticado.

-Mis gustos son otros, he disfrutado de la agradable compañía de una chica Brasileña, seguiré con ella de mi parte, sin ofender a la señorita aquí presente –Señaló con lago de sutileza hacía mí y hablando con otro hombre que se perdió entre los corredores.

-Está en oferta y no fue casi nada usada, falta entrenarla ¿Ya saben? –Dijo en tono altanero mientras giñaba a los otros dos hombres al decir '¿Ya saben?'.

-¿Cuánto? –El hombre estándar-

-Si por mi fuera, gratis –Dijo con facilidad la mujer.

-Entonces, 1000 la hora ¿Qué te parece Mica? –Dijo el hombre gordo.

-Seré piadosa 500 la hora para ambos ¿Qué le parece? –Sentenció ella y volteo a mirarme.

Estaba en shock, miraba allí tiraba y con lagrimas en los ojos, mirando cómo me vendían. Mi corazón no para de palpitar, no quería llorar pero mi corazón ya lo sabía, sabía que de esta no iba a escapar, mi corazón lloro junto a mí, mi vida no tenía sentido. Empecé a convulsionarme, empecé a hipear sincronizada mente cada segundo, pequeños gemidos de llanto salían de mi, mientras veía la cara de uno de los hombre, baje la mirada, no quería nada. Ahora era parte del suelo, SUELO.

Tu cenicienta (Sin editar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora