Capítulo 25. -La chica.

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Samuel se había metido a su cuarto a tratar de calmarse, así que el rubio se quedó en la sala solo por un rato. Luego de llamar a M.R se decidió a llamar a Miguel, quien esperaba su llamada sentado junto a Sara en el sofá de su casa.

-Hola. -Fue lo primero que dijo Miguel al habla con una sonrisa. -¿Cómo estuvo tu viaje? -Preguntó curioso.

-Bueno, la verdad es que ha estado genial. Por un momento el avión comenzó a temblar y te juro que pensé que iba a morir. -Contó para luego reír. -Pero sólo fue turbulencia, eso me lo dijo Samuel.

Parecía un niño, contándolo todo tan maravillado y divertido.

-¿Y qué te ha parecido España? -Preguntó el menor. Le encantaba que Ryan le contara sus cosas.

-La verdad es que es muy bonito, me gusta todo, aquí no hace tanto frío como allá, extraño un poco la nieve. -Dijo con un poco de nostalgia. -Vimos muchos edificios, una fuente y Samuel me dijo que de noche todo tenía más luces. -Se explicó.

-Todo se oye muy hermoso, tienes que tomarte una foto y enviármela. -Pidió el castaño mientras recostaba su cabeza en el hombro de Sara.

-Lo haré, aunque me gustaría más que estuviesen aquí... -El rubio no tenía mucho tiempo sin verlos y ya sabía la falta que le harían.

-A nosotros también. -Oyó decir a Sara, Miguel había puesto la llamada en altavoz.

-Ah, por cierto, en el aeropuerto me confundieron con alguien muy famoso de aquí. -Rió y oyó la risa de ambos a través del celular. -Muchas chicas se acercaron a pedirme autógrafos. -Añadió con tono de galán.

-¿Con lo feo que eres? No te creo. -Se oyó la voz de su hermana.

-Me ofendes. -Bromeó el de ojos verdes. -Por cierto, Miguel ¿Vas a ir a trabajar? -Preguntó.

-Si, me toca trabajar en la tarde, Beatriz me dijo que no teníamos mucho trabajo hoy. -Contó.

-Espero que todo te salga genial, tú eres bueno en eso. -Dijo el de ojos verdes.

Entonces se escuchó a alguien tocar la puerta. El rubio le preguntó en un grito a Samuel si podía abrir y éste de la misma manera le respondió que si.

Se levantó de su asiento y caminó hacia la puerta para abrirla.

Al otro lado estaba una chica de altura promedio, contextura delgada, cabello rubio teñido igual que él a la altura de los hombros y ojos oscuros. Tenía una taza entre las manos.

-Hola. -Miró a Ryan de arriba abajo. Le parecía lindo. -¿Está Guille? -Preguntó.

-Te llamo después. -Dijo al teléfono para poder responderle a la chica y lo guardó en el bolsillo. -No está, salió hace apenas un rato.

-Ah, qué lástima, yo quería preguntarle si podía darme un poco de azúcar. -Miró la taza en sus manos. -¿Puedes dármela tú?

-Bueno, tendría que preguntarle al dueño de la casa. -Dijo él -Samuel ¿Puedo darle azúcar a una chica que vino? -Gritó.

-¿Cómo se llama? -Oyó la voz del mayor que venía de su habitación.

-Disculpa ¿Cómo te llamas? -Preguntó.

-Ah, es que está sólo Samuel... No, mejor me voy, no es importante. -Se disculpó nerviosa.

-Ah bueno, si tú lo dices, lo siento. -Respondió apenado el chico.

Ella le sonrió.

-Oye ¿Te han dicho que te pareces mucho al Rubius? -Preguntó la chica.

-Ni lo menciones. Eres la única que no me confunde con él desde que llegué. -Respondió el rubio.

-Es que te pareces, pero tu voz es distinta y Rubius no tiene el cabello rubio. -Tomó un mechón del cabello de Ryan de manera coqueta.

Esto incomodó un poco al de ojos verdes, no estaba acostumbrado a que alguien más que Miguel, Sara o su madre le trataran de esa manera.

-Ah, ya veo. -Dio un paso hacia atrás.

-Pareces aburrido aquí, si quieres te invito a mi casa y te preparo algo mientras hablamos ¿Quieres? -Invitó amablemente la chica.

Ryan no estaba seguro si quería, pero no quería ser descortez y si era completamente sincero, tenía hambre y la idea de que ella le dé algo de comer le agradaba.

-Está bien. -Aceptó el chico intentando ser tan amable como lo estaba siendo ella. -¡Samuel! Saldré un rato. -Gritó nuevamente el rubio avisando.

-¡Bueno, pero ten cuidado! -Fue la respuesta del mayor.

Ryan salió de la casa y justo a un lado de esa estaba la de la chica. Era casi lo mismo, sólo que esta tenía de esos toques femeninos.

-Puedes sentarte ¿Ya desayunaste? -Preguntó la chica y se dirigió a la cocina, desde donde podía ver hacia la sala.

-No, creo que lo único que tengo en el estómago es un café y unos maníes que me dieron en el avión. -Se sinceró.

-¿Quieres unos cereales? -Preguntó ella y él asintió agradecido.

-¿Cómo te llamas entonces? -Preguntó el de ojos verdes viendo los portavasos que habían sobre la mesa de centro. Tenían un pequeño dibujo de dos personas bailando tango y decía "De mi viaje a Argentina.

-Me llamo Sabrina ¿Cómo te llamas tú? -Preguntó entre tanto servía en dos tazones el cereal que era de chocolate.

-Mi nombre es Ryan. -Respondió. -¿Vives sola?

-Si, pero casi nunca estoy sola porque vienen mis amigos o mi familia cada vez que pueden. -Dijo y dado por hecho su trabajo con los dos tazones de cereal fue a sentarse al lado de su invitado y le dio su tazón de cereal. -¿Con quién vives tú? O mejor ¿De qué país eres? -Preguntó.

-Vivo con mi hermana en Noruega, vine porque quería conocer en persona a un amigo. -Respondió y tomó la primera cucharada de cereal, el cuál estaba delicioso, aunque no sabía si era por el hambre.

-Noruega... He visitado varios países pero ese no lo he visitado, lo que sé es que hace mucho frío allí. -Comentó Sabrina.

-Demasiado diría yo. -Rió un poco. -Aunque con el tiempo llegas a acostumbrarte. Normalmente salimos a esquiar cada tanto tiempo. -Contó orgulloso de su país.

-Se oye interesante... Espero no sonarte inoportuna con la pregunta pero ¿Tienes novia? -Preguntó ella curiosa.

Entonces Ryan no supo qué responder.

Continuar...

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Nuevo personaje.
La gente esperaría que la chica fuera plástica, engreída y todo eso, pero me parecía demasiado cliché. Espero les haya gustado.

Los Gemelos DoblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora