—En una hora estoy en tu casa. 😘 ✓✓16:02
Lya bloqueó el móvil con una sonrisa tonta en la cara. ¿Le gustaba de verdad Chris? Tal vez solo por joder a Mike...
Cerró los ojos. Pensó. Llevaba casi toda la noche y toda la mañana hablando con Chris por Whatsapp. Resultaba casi opuesto a su hermano. Era rico por su empresa, pero era un chico humilde. Tampoco era tonto, tenía dinero y sabía sacarle partido. Lya se mordió el labio inferior y suspiró.
«Bueno... solo viene a tomar algo y a charlar, ¿No? Es más cómodo que tras una pantalla... No... Sé lo que va a pasar... ¿Quiero?... No lo sé... Puede que sí; estoy harta de que Mike dirija toda mi vida, yo también puedo tomar mis decisiones... Además, es tan amable... No se compara en nada: me trata bien, es cálido, me respeta y valora mis gustos y opiniones al mismo nivel que los suyos o los de cualquier otra persona... Es tan sencillo y agradable hablar con él...
¿Pero... si lo hago no estaré insinuando que soy muy fácil? ¿Además, acaso quiere él? Está claro que no voy a hacer nada que él no quiera... Y no sé si incitarle demasiado hará que cambie su opinión hacia mí. Me agrada su compañía, no quiero que se joda por un polvo... Aunque no deja de ser un hombre.... ¡Joder! ¡Decídete de una vez! ¿¡Quieres hacerlo o no!? ¿¡Quieres demostrar que eres más fuerte de lo que se piensa ese imbécil o no!?»
Lya se levantó decidida del sofá en el que estaba sentada y apagó la televisión. Cogió las llaves del piso y salió por la puerta tras ponerse unas deportivas. Vestía una sudadera azul y unas mallas negras que realzaban su estilizada figura, pero su pelo, a pesar de no estar del todo despeinado, denotaba la dejadez que se había apoderado de ella esa mañana.
Debía preparar todo y estar lista para cuando Chris llegara. Bajó en el ascensor hasta la calle y dobló la esquina a la derecha del portal, anduvo hasta la acera contraria y entró en el supermercado que allí había. Una vez dentro, cogió una cesta y paseó por los pasillos.
Una bolsa de patatas, unas cervezas y un par de refrescos por si acaso, fueron las cosas que Lya compró. Antes de pagar, se detuvo al lado de la caja y observó la estantería de los preservativos. Sacudió la cabeza, resopló y pagó lo que había cogido para acto seguido volver a su piso. Miró su móvil. Aún tenía tres cuartos de hora. Cuando entró en casa, dejó la compra en la encimera y se quitó la sudadera.
Fue desvistiéndose por el pasillo y entró en el baño, abrió el grifo de la ducha, esperó a que el agua saliera caliente (como salida directamente de la caldera de Satán) y se metió bajo la lluvia de la alcachofa.
Esperó a que el pelo se le mojase entero. Tomó un poco de champú y se masajeó el cabello con él. El jabón le resbalaba por el cuerpo en una sensual cascada blanca sobre sus pechos, su abdomen y su cuidado y casi completamente depilado pubis.
Tras aclarar su pelo y dejarlo limpio y suave, Lya se echó en la mano unas gotas de gel y lo pasó por todo su cuerpo. Primero sus brazos, jugueteó con sus pechos resbaladizos sonriendo divertida, terminó de frotar su entrepierna y sus nalgas y se quitó el jabón de encima.
Cerró el grifo y salió de la ducha. Su baño parecía una sauna, como a ella le gustaba. Sacudió un poco su pelo y cogió una toalla para enrollársela alrededor del cuerpo.
Al salir del baño volvió a mirar el reloj. Le quedaba media hora. Más que suficiente para recoger la casa y prepararse. Pero justo entonces le llegó un mensaje:
—Parece que voy a llegar un poco antes de lo previsto, Lya. Espero que no te importe. Así charlamos más tiempo jajaja. 😘 ✓✓ 16:34
—Vale jajaja. No te preocupes Chris. ✓✓ 16:35