Cada dia, de lunes a viernes, Eliza McAninthon salia de clases exactamente a las 2:10 P.M., le tomaba 3 minutos llegar a la salida y se dirigia al noreste, a la librería de la calle principal, tardaba exactamente 18 minutos en llegar en un dia sin tráfico, lo cual era normal en tan pequeño pueblo. Abria la puerta exactamente a las 2 con 32 minutos, saludando a todos con una enorme sonrisa que calentaba el corazon de cuantos la veían pasar. Sus ojos color caramelo brillaban a la luz del sol, y su cabello rojizo decansaba en sus hombros, dandole el parecido de un angel. Se situaba en la parte sur del edificio a leer los mismos libros de siempre, en el lugar de siempre. se habia vuelto su tradición, su rutina. Y la mía se había vuelto observarla, admirandola en silencio, dibujando una versión más pura de ella, ilustrando así su sonrisa al leer y sus ojos que brillaban con cada risa de su hermosa voz.
Así, cada día observaba impactante la puerta a las 2:32 esperando verla. Había sido así desde el primer día que la vi, entrando a la librería de la calle principal.
Fue un dos de abril del año el curso, vestía entonces un vestido floreado que resaltaba las pequeñas curvas de su delgada escultura, llevaba su cabello recogido y se veía más hermosa que nunca. Aunque nunca cruce más de tres palabras con ella, construí nuestra historia a base de dibujos y pequeñas notas que ella dejaba en cada libro que tocaba. Y, aunque ella no me conociera, una parte de mi sabía que ella era mía, y yo de ella.
Hoy, 20 de julio, 3 meses y 18 días después, esperaba su llegada . Pasaron las horas y no se sabía nada de ella, pero eso no me extrañaba, no se había sabido nada de ella desde hace 4 días. En todo el pueblo había carteles con su rostro y las noticias gritaban su nombre, no me importa, esa no era mi Eliza.
Salí de mi turno e hice mi camino a casa por las mismas calles que ella solía caminar. Su vieja escuela mostraba ahora su foto en el frente y podía escuchar el llanto desolador de sus amistades. No me importa. Esa no es mi Eliza.
Por fin llegue a mi casa. Abrí la puerta y me dirigí a la cocina, donde todo seguía como lo había dejado la noche anterior.
-"Puedes creerlo, la gente sigue buscando a la persona equivocada"- dije en tono burlesco observando al pequeño cuerpo que se encontraba sentado en la silla de mi comedor. Su tez estaba pálida, con excepción de las zonas donde la sangre seguía fresca alrededor de las cortadas. El color rojo de cabello combinándose con el rojo oscuro de la sangre. Pero a pesar de todo, seguía igual de bella.
Me incline junto a ella, sujetando su rostro sin vida entre mis manos y bese su frente fría.
-"Te amo, Eliza".
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El dibujo de ti.
Historia CortaEl amor a primera vista, no siempre viene de ambos lados.