Los días eran cortos y el tiempo no bastaba para contestar las miles de preguntas que habían en mi cabeza. Pero eso no era lo peor, no había nadie que pudiera contestarlas.
Siempre escucho a quienes se acercan porque necesitan ser escuchados, pero ¿quién me había escuchado a mí?
El último de esos días apareció frente a mí un hombre alto, robusto, que guardaba experiencia y sabiduría en su pelo teñido de blanco. Era no más ni menos que Vladimir Nabokov. El autor de la famosísima novela Lolita la cual me había cautivado. Pese al contenido de la novela se podía predecir que su autor estaba demente, pero una vez que tuve la dicha preste a una dudosa casualidad de conversar con él, me di cuenta que era un hombre de mente asombrosa.
-¿Me permite hacerle una pregunta?
-Sí, pero que sea breve.
-¿Ya sabe que es usted mi autor favorito?
-¿De verdad?
-Me da la impresión de que hay muchas personas con movidas por su obra.
-No sé qué decirle... Es un honor... Me siento contento.
-Todo el mundo parece contento.
-Pero todos necesitamos una cura para nuestra locura.
-¿Qué clase de locura?
-La locura de las personas anormales, esa que es diagnosticada por psiquiatra.
-Nos vamos entendiendo. Tengo un sueño latiente. Un sueño latente del que quiero despertar para hacerlo realidad.
-Usted es dueña de aquel sueño, haga algo.
-Hace unos días platicaba con los padres de una amiga. Les tengo cierto afecto, por esa razón les hablé de mi sueño. Les conté que quiero ser psiquiatra y que ya estaba empezando a investigar todo sobre psiquiatría; que quiero ser escritora y había empezado a escribir cosas que sólo formaban un manojo de emociones. Sé que aún soy demasiado joven pero hacer este tipo de cosas me distrae de mis problemas. Es la forma que encontré para estar en este mundo, una forma que sólo a mí me pertenece. Mis padres pagan para que yo esté ocupada: clases de violín, campamentos, idiomas y uno que libro. Hago cosas que hacen los demás, como estudiar, ayudar en casa, tener amigos, chatear. Y también cometo errores, porque soy humana.
Ellos me dijeron que una chiquilla como yo no podría llegar a ser un buen psiquiatra o escritor aunque dedicará tiempo desde ahora, que mejor invirtiera aquel tiempo en conseguir un novio, irme de fiesta y actuar más como una chica normal. En efecto me dolió. Me hubiera gustado que me dieran un consejo o una crítica constructiva, pero en lugar de eso me des motivaron. ¿Qué piensa usted?
-Tienes que adoptar una postura firme y comprender que siempre habrá quienes tienen una manera de pensar distinta a la tuya. Busca adaptarte a ellos, pero sin dejar de ser tú misma. Tienes muchos prejuicios y eso es bueno porque estás consiente y no tendrás perjuicios en el futuro. Quédate extática y estática ante la juventud. Nadie tiene derecho de infringir tu dignidad o infligir un castigo, aunque el castigo te lo inflijas tú misma por pensar de más. Recuerda espirar sin expirar. Presta deferencia a la diferencia de personas. Descubre tus aptitudes y actitudes. Disfruta el arte y me avisas cuando te harte.
-El arte es lo único que me distrae.
-Lo sé, me refería a cuando yo te harte. Ya llevamos mucho tiempo hablando.
-Usted ha sido el único que me ha escuchado y dado consejo.
-Tu contexto es muy interesante.
-Es un honor que usted piense eso de mis palabras.
-¡Hombre! ¿No tiene usted hambre?
-Un poco.
-Acompáñame a comer, conozco un lugar cerca donde preparan una comida exquisita.
-Gracias.
-Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?
-Nathalia.