Epílogo.

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Los cambios son los dueños del mundo. Todo cambia, constantemente y un cambio malo puede tener buena consecuencias. Eso fue lo que aprendí de mi experiencia.

Pasé de ser un chico de ciudad a ser un cantautor conocido. Nunca pensé que mi disco tendría la aceptación que tuvo. Nunca imaginé que le gustaría a tanta gente y que estaría sonando en la mayoría de las radios de casi todo el mundo.

Después de eso llegó el tour, y tuve la oportunidad de conocer varios países de los que tomé inspiración para hacer mi siguiente disco, que todavía estaba horneándose.

Aunque estaba lejos de casa nunca perdí conexión con aquellos a los que quería, hacía FaceTime casi a diario con Zayn, al que todo le estaba yendo genial con Liam, su (ahora) prometido y no podía alegrarme más por él.

Todo me iba bien, y sin duda, la mejor parte de ello era la figura tumbada a mi lado, abrazándome y soltando pequeños ronquidos a mi lado con los labios rojos entornados.

Eran las ocho de la mañana, y, por costumbre, ya me despertaba pronto, pero mi querido novio no. Era un pequeño holgazán al que solo le gustaba dormir abrazado a mí como un koala.

Me tenía completamente envuelto en sus extremidades y tenía la cabeza metida en el hueco de mi cuello. La calma lo rodeaba y se sentía como un pecado tener que despertarlo y despegarme de su cálida piel y abrazo.

-Amor, tengo que levantarme.- Intenté quitar sus brazos de mi torso. Sonreí cuando su respuesta fue un quejido y me abrazó aún más fuerte.-Vamos, sueltame. Debo irme.

-No quiero.- Dijo, murmurando en mi cuello y acomodándose de nuevo para seguir durmiendo.

-Perderé el vuelo. Tengo que irme, amor.-Esta vez sí que levantó la cabeza y me miró.

-Me vas a dejar solo aquí.-Hizo un puchero y no pude hacer más que besar esos finos labios rosados tan bonitos.

-Te propuse que vinieras conmigo. La propuesta sigue en pie. Puedo llamar y conseguirte un vuelo conmigo. ¿Quieres?

-Me gustaría pero no quiero ser de molestia en lo que harás, es algo personal y quizá sea incómodo si voy.

-No, amor. No será incómodo. Si quieres puedes quedarte en el hotel el día que vaya a verlo.

-Vale, tienes razón, podríamos hacer eso. Iré contigo.-Me abrazó y me dio un pequeño beso en la mejilla.

-Entonces eso significa que tenemos que levantarnos. Vamos. Ya estamos tardando.-palmeé sus nalgas haciendo que pegara un salto en su sitio.

Fuimos directos al baño. Nos costó dejarlo todo en una simple ducha, pero tuvimos que hacerlo. No había tiempo siquiera para "uno rapidito".

Tras vestirnos, pusimos rumbo al aeropuerto y nos subimos al avión que nos esperaba. Era uno privado, pequeño.

Desayunamos dentro y después nos acurrucamos en los asientos y dormimos un buen tiempo, para despertar una hora antes de que el avión tocara tierra.

Nos dio tiempo a ver un bonito atardecer desde las nubes y se dió uno de aquellos momentos en los que no hace falta palabras para expresar exactamente qué es lo que sientes, porque el sentimiento es mutuo.

Yo miraba el azul en sus ojos, que ahora no podía ser comparado con el cielo pues este se hallaba rojizo y el se embelesaba en el verde de los míos. Y sonreía. Siempre. Porque era demasiado tímido como para sostenerme la mirada, aún habiéndonos conocido desde hace tanto tiempo.

Yo seguía su sonrisa, siempre, porque era demasiado hermosa como para no dejarse llevar.

Después de ese bello momento tocamos tierra, por fin y pudimos bajarnos. Lo recuerdo quejándose del hormigueo en sus pies después de tanto tiempo sentado, y de como casi tuve que arrastrarlo hasta fuera del aeropuerto.

Made In The Am (L.S) (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora