33. A mi nadie me trata como una mierda

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Capítulo 33

Nunca creí que iba a poder dormir esta noche, pero logré conciliar el sueño gracias a James. Después de haberme movido tanto anoche en mi cama y de tener pesadillas que provocaban que traspirara y que mi respiración se agitara hasta que mis pulmones explotara, James me levantó para llevarme al último piso del edificio: la terraza. Era un espacio gigante con estructuras de cemento sobresaliendo del techo y una reja para que nadie se caiga. Lamentablemente no se veían las estrellas por las luces de la gran ciudad, pero ver la ciudad iluminada era casi igual de precioso.

-¿Para qué me trajiste acá?-le pregunte. Tanto suspenso no me dejaba pensar con claridad.

Después de una pausa James me contó cómo es que él subía a esa terraza con su hermano para ver los autos recorrer las calles por las noches y a veces hacían una especie de campamento y se quedaban despiertos hablando toda la noche y de repente, entre medio de su triste historia suelta un grito que hace eco en toda la ciudad.

-¿Qué haces?-le pregunte sorprendida y algo asustada ya que su actitud no es para nada normal.

Dijo que eso lo calmaba, que gritar de esa manera lo libera de todo estrés, angustia e ira que sentía en las peores situaciones. Era su manera de desahogarse. Me invitaba a hacer lo mismo y al principio no logré gritar demasiado hasta que después de entrar en confianza y darme cuenta que James hablaba enserio, logré gritar tan fuerte que seguramente me escucharon todos los vecinos y más. Grite tanto hasta que me empezó a doler la garganta y vecinos nos amenazaron con llamar a la policía. Después de eso no tuve ni que pedirle a James que me dejara dormir en su cuarto porque él no me permitió irme a dormir en el mío y por dentro lo agradecí. Con la misma ropa con la que dormí en lo de Jacob, dormí en la cama de James al lado de él enfrentados y mis ojos pudieron dormirse en paz sabiendo que lo último que vi fue su rostro y sus hermosos ojos azules mirándome.

Ahora, levantada en su cama, me da mucha flojera salir de entre las sabanas y levantar mi cara de la almohada. Estoy tan cómoda que no creo que sea capaz de abandonar esta cama, o esta habitación. Igualmente, estar acostada haciendo nada provoca que imágenes y palabras de William entraran a mi mente y pintaran de gris mi linda mañana. Ni siquiera la felicidad de Alex me levantaba el ánimo y solo logro hacerle pequeñas caricias sin muchas ganas. Pobrecito, no es su culpa.

La puerta de la habitación se abre dejando pasar la luz del living y a un James solo en shorts y con una bandeja llena de comida para desayunar, pero mi panza sigue cerrada y sin mucha hambre

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La puerta de la habitación se abre dejando pasar la luz del living y a un James solo en shorts y con una bandeja llena de comida para desayunar, pero mi panza sigue cerrada y sin mucha hambre. Apenas puedo mirar la comida, eso significa que estoy muy mal. Demasiado. Deja la bandeja en la mesa de luz y se arrodilla al lado de la cama para que nuestras caras se encuentren en la misma altura. Apoya sus brazos en el colchón y al tener mucha fuerza provocan que se hunda y que mi cuerpo se de vuelta para su lado. Me pongo de costado para verlo mejor y no tiene que decir nada, con solo mirarlo me alcanza.

Mi Papa es un pendejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora