1. Zack, el maquinista del Reino Mágico (Inicio I)

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¿Cómo se da inicio a una guerra?... Es hora de saberlo, ¿no creen?

Crónicas de Guerra

—Pero su majestad, ¿Deberíamos arriesgar a tantos soldados solo por vagas suposiciones? —Preguntaba, serenamente, un robusto hombre. Se trataba de el Comandante en Jefe de las Fuerzas Militares del Reino Mágico.

—No solo son suposiciones, Comandante —Respondía, nada más y nada menos, que el Rey del Reino Mágico, vistiendo su lujoso traje y una imponente corona.

—Bien, usted solo de la órden —Se resignó el alto mando de la milicia, sin perder su serenidad.

—¡Vamos a la guerra! —El Rey mágico fue contundente.

Pero, ¿Contra quién iba a desatar la guerra el Reino Mágico?, ¿Y con qué motivo?...

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La capital Reino Mágico es una ciudad mágica que posee una población de 500.000 habitantes. En ella existen tres tipos de transportes: Los caballos, las carretas arrastradas por caballos y el tren mágico. El tren mágico no funciona gracias al uso del carbón como muchos se habrán imaginado, de hecho se emplea una magia especial para que el vehiculo se mueva a través de los rieles. No es un tipo de magia tan difícil de usar, pero no todos se aventuran a usarla y solo algunos son capaces de dominarla de manera correcta. Llegado este punto, nos adentramos en la vida de Zack, un joven de 20 años: Un maquinista del tren mágico en el turno matutino que se encarga de conducir dicho tren durante 8 horas al dia...

—Buenos días, Zack —Dió los buenos dias un hombre alto, de tez clara, con una barba bien definida y un traje de etiqueta.

—Buen día, señor Thomas —Zack respondió. El joven era alto, con tez clara, cabello negro algo corto pero alborotado. Vestía con unas botas negras, al igual que sus pantalones, y una simple camisa blanca. En su brazo izquierdo, descansaba una especie de guardapolvos gris con su nombre a la altura del pecho, de lado izquierdo; y un gorro de conductor en su mano derecha.

—Iré a mi oficina. La Estación Thomas abrirá en un par de minutos... ¡Mucha suerte hoy! —Comentó el elegante señor. Al parecer, es el dueño de la estación, y ésta posée su nombre.

—Gracias, señor —Zack respondió, respetuosamente.

Minutos después, la Estación Thomas abrió sus puertas. Las distintas ventas de comidas, objetos y diferentes tiendas comenzaban a trabajar. El tren estaba preparado para que los ciudadanos de la capital mágica ingresáran al vehiculo locomotor.

Zack ingresó al vagón principal del tren, lugar donde él iba a conducir.

—Bien, estoy listo —Decía Zack, mientras se colocaba el ya nombrado guardapolvos con su nombre, y se ajustaba el gorro de maquinista. Luego de eso, apretó un botón, que al parecer funcionaba con magia, abriendo las puertas de los diferentes vagones de la locomotora, y permitiendo a la gente ingresar poco a poco.

Zack decidió salir de su vagón y se encontró nuevamente en los pasillos de la estación. El muchacho vió que una de las tiendas de bebidas, estaba aquella malteada de vainilla que tanto le gustaba. No tenía mucho dinero consigo, pero le alcanzaría para comprar su malteada y guardar algo para el almuerzo.

—¡Malteada de vainilla! —No pudo ocultar su emoción, y se dirigió a la tienda de bebida casi que a paso danzante.

Alegremente, Zack casi llegaba a la susodicha tienda, pero fue detenido por una persona. Esta persona llevaba un guardapolvos con capucha, que le generaba a Zack cierta dificultad de lograr verle el rostro.

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⏰ Última actualización: Apr 19, 2017 ⏰

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