El Estadio Nacional se caía a pedazos con miles niñas gritando como locas, esperando el inicio del primer recital de One Direction en Chile. Es primero de Mayo del 2014 y el día anterior estos 5 ídolos habían tocado el “Segundo Concierto”, el cual curiosamente fue programado antes que el primero. Quienes asistimos ese día claramente sentimos que es el mas importante y además, a diferencia del día anterior, hoy no llovió.
Ya había olvidado cuánto costó obtener las entradas. Durante el mes de Junio del 2013, tan pronto inició el día 21, comenzó el martirio. En San Fernando, con una conexión de internet lenta, una página saturada de Directioners y un banco que no estuvo a la altura, pasaron cerca de 3 horas para obtener las entradas. Por mis ojos pasaron las ubicaciones más caras y exclusivas sin que nada pudiese hacer. Al final, unos asientos en Pacífico fue lo más cercano que se pudo obtener. Todas quedaron felices.
Durante las horas previas al concierto todo fue caos. El “Día del Trabajador” pasó sin pena ni gloria, al menos para quienes tenían la intención de asistir al recital. Luego llegaron Fran y Trinidad, muy emocionadas, con sus uñas pintadas con cuatro banderas de Gran Bretaña y una de Irlanda, polerones, y dinero para comprar cuanto vendan en el estadio alusivo a este grupo.
Tres horas antes del show ya estábamos en nuestras ubicaciones con la idea de no perderse nada de tan importante jornada. Así lo habíamos hecho antes con Selena Gómez en el Movistar Arena y todo había salido a la perfección.
Faltaba poco más de una hora para el inicio del concierto cuando se encendieron todas las luces del estadio y una cámara empezó a mostrar primeros planos de distintas personas que estaban esperando el show. Una música de fondo empezó a sonar, la cual fue identificada y coreada inmediatamente por miles de gargantas agudas dando comienzo así al trabajo de la Cruz Roja y la atención de jovencitas desmayadas. Todas ya lo sabían, todas lo habían escuchado, todas lo habían añorado y todas habían envidiado. El día anterior, como nunca, una hora antes del concierto, se eligió a dos personas para compartir unos momentos con sus ídolos. Cómo olvidar sus caras y cómo olvidar las encontradas reacciones que estas imágenes causaban en sus seguidoras.
Ahora se escucha claramente una voz. En forma increíble el silencio se apodera del estadio y miles de personas quedan expectantes de lo que esa voz dirá. Se escucha un breve carraspeo para luego transmitir, en el mejor castellano que un inglés sin práctica en la materia puede dar, un mensaje que claramente debiese haber estado escrito en un tarjetón.
- Queridas Directioners – Griterío y silencio absoluto nuevamente
- Los cinco integrantes de One Direction desean premiar su fervor, simpatía e incondicionalidad, invitando a dos asistentes a pasar unos momentos con ellos antes de dar inicio a su presentación – Griterío mas estruendoso y nuevamente un silencio sepulcral, mientras la pantalla gigante continuaba mostrando una secuencia infinita de caras de asistentes expectantes
- Con humildad y orgullo, invitamos a: … – se escucha el código de una ubicación del estadio.
Luego la pantalla cesa su vertiginosa secuencia de rostros para detenerse mostrando una sola persona: Un cuarentón, con barba y bigote, varios kilos de sobrepeso y sin ningún distintivo alusivo a One Direction. ¡Entre miles y miles de asistentes me habían elegido a mí, un pobre papá que algún día prometió llevar a su hija con sus amigas a este recital!.
Cómo explicar lo que pasó después, un griterío espantoso de un público disconforme, las tres niñas bajo mí cuidado histéricas a punto de volverse locas mientras la pantalla seguía mostrando mi cara sin intención de cambiar la imagen. Seis personas del equipo de seguridad del grupo aparecieron unos segundos después rodeándonos para luego indicarnos un camino que llevaba a los camarines. Mientras nos movíamos podía ver las risas de los papás que se encontraban cerca, podía escuchar sus bromas, y lo peor de todo, podía escuchar como sus hijas nos suplicaban que las llevásemos.