Capitulo 1:Parte 8

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Le acaricio la cabecita y vuelvo a salir para servir el té helado. Miss Hilly está de
regreso en su silla y ahora parece molesta por otra cosa.
—¡Cuánto lo siento, Hilly! Tendrías que haber usado el lavabo de invitados —dice
Miss Leefolt mientras ordena sus cartas—. Aibileen no limpia el otro hasta después
de comer.
Hilly levanta la barbilla y suelta uno de sus «¡Ejem!». Tiene este modo tan delicado
de aclararse la garganta que atrae la atención de todo el mundo sin que se den cuenta
de que lo hace a propósito.
—El lavabo de invitados lo utiliza la criada —dice Miss Hilly.
Durante un segundo, nadie dice nada. Después Miss Walter asiente con un gesto
de la cabeza, como si ya se lo explicara todo, y comenta:
—Está mosqueada porque la negra usa el mismo baño que nosotras.
¡Ay, Señor! Esa historia otra vez, no. De repente, todas me miran mientras ordeno
el cajón de la cubertería en el aparador. Me doy cuenta de que debo retirarme, pero
antes de que me dé tiempo a colocar la última cucharilla en su sitio, Miss Leefolt me
lanza una mirada y dice:
—Tráenos más té, Aibileen.
Salgo para hacer lo que me ha pedido, aunque sus tazas están llenas a rebosar.
Me quedo un minuto de pie en la cocina, pero no tengo nada que hacer allí. Debo
volver al comedor para poder terminar de ordenar la cubertería. Además, hoy tengo
que limpiar el armario de las servilletas que está en el recibidor, justo al lado de
donde ahora juegan las señoritas. No quiero quedarme hasta tarde sólo porque Miss
Leefolt tenga partida de cartas.
Espero unos minutos sacando brillo a la encimera. Le doy más jamón a Chiquitina,
que lo devora rápidamente. Finalmente, salgo al recibidor, rezando para que nadie
me vea.
Las cuatro señoritas tienen un cigarrillo en una mano y las cartas en la otra. De
pronto, oigo decir a Miss Hilly:
—Elizabeth, si tuvieras la oportunidad, ¿no preferirías que hiciera sus cosas fuera?
Con mucho cuidado, abro el cajón de las servilletas, más preocupada porque Miss
Leefolt me vea que por lo que están diciendo. Esta conversación no es nueva. Por
toda la ciudad hay retretes para la gente de color, y en la mayoría de las casas,también.

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