Capitulo 1:Parte 9

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Levanto la mirada y veo que Miss Skeeter me está observando. Me quedo
paralizada, pensando que voy a tener problemas.
—¡Voy a corazones! —dice Miss Walter.
—No sé —comenta Miss Leefolt, frunciendo el ceño sobre sus cartas—. Con el
nuevo negocio en que se ha metido Raleigh y los impuestos cada seis meses...
últimamente tenemos que apretarnos un poco el cinturón.
Miss Hilly habla despacito, como si estuviera espolvoreando azúcar glas sobre una
tarta:
—Dile a Raleigh que recuperará cada penique que invierta en ese retrete cuando
vendáis esta casa. —Asiente con la cabeza, como si quisiera demostrar que está de
acuerdo consigo misma—. ¿Os habéis fijado en todas las casas que se construyen
últimamente sin lavabos para el servicio? Me parece algo tan peligroso... Todos
sabemos que transmiten enfermedades distintas a las nuestras. ¡Doblo la apuesta!
Con toda tranquilidad, recojo una pila de servilletas. No sé por qué, pero de
repente me apetece escuchar qué tiene que decir Miss Leefolt a eso. Es mi jefa,
supongo que todo el mundo se pregunta qué piensa su jefe de él.
—Estaría bien —contesta Miss Leefolt, dando una calada a su cigarrillo—. Así no
tendría que usar el baño de casa. ¡Voy con un tres de picas!
—Precisamente por eso he pensado en una campaña que llamo «Iniciativa de
Higiene Doméstica» —comenta Miss Hilly—, como una medida de prevención de
enfermedades.
Me sorprende el nudo que se forma en mi garganta. Hace tiempo que había
aprendido a controlar este sentimiento de humillación.
Miss Skeeter parece confundida ante la ocurrencia de su amiga:
—La Iniciativa... ¿qué?
—Una propuesta de ley que obligue a todo hogar blanco a tener un cuarto de baño
separado para el servicio de color. Se lo he enviado al inspector general de Sanidad
de Misisipi para ver si aprueba la idea. ¡Paso!
Miss Skeeter mira enojada a Miss Hilly. Arroja las cartas sobre la mesa y dice con
toda naturalidad:
—Igual deberíamos construirte un retrete fuera para ti también, Hilly.
¡Diablos! ¡Qué silencio se hace en la habitación!

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