La recostó con cuidado sobre la cama, rompiendo con el beso que habían mantenido desde hace un rato, más la castaña no tardó en atrapar nuevamente la boca de su esposo. Se sentía adicta a los deliciosos labios del joven de castaños cabellos, esos labios que tanta falta le hicieron y que ahora se negaba a dejar de saborear.
Mientras tanto, Jorge experimentaba algo similar; sus manos recorrían con tremendas ansias el delicado cuerpo de la castaña, sus grandes manos palpaban la cálida piel de tan bella criatura.
El contacto lo quemaba dulcemente y más aun cuando se aferró a las marcadas curvas de la mujer. ¡ Dios , podría morir felizmente envuelto en la calidez de tan maravillosa figura humana...
"La figura de una mujer"
-Tu mujer.
Jorge creyó que solo pensaba las palabras que en realidad escaparon de sus labios, y la respuesta de Martina no hizo más que demostrarle que ella parecía saber con exactitud en que divagaba la mente del castaño en ese momento.
Y bebió el néctar de los labios femeninos en un nuevo beso, ahora profundo y cargado de lujuria.
Jorge introducía su traviesa lengua en la boca de la castaña, quien, con gran sorpresa, abría desmesuradamente los ojos, se hallaba tensa, aferrada a las sábanas. Era la primera vez que aquel muchacho la besaba de es amanera tan posesiva y desesperada; más luego entrecerró los ojos lentamente, relajándose a tan delicioso arrebato a sus labios.
Esto era agradable, sin duda, y por fin podía entregarse a aquel sentimiento sin temor alguno; todo lo contrario, el recuerdo del dolor de no estar cerca de él, seguramente fue lo que hizo que la castaña por fin se entregase por voluntad propia a su amante.
Tranquilo, si, ansioso, mucho más; Jorge fue despojando a la chica prenda por prenda, rozando la suave y pálida piel durante el proceso, mientras ella solo se limitaba a besarlo y aferrarse a su cabellera, enredando sus dedos en los sedosos cabellos castaños.
-Jo-Jorge, te quiero, te amo.
Aquella frase fue suficiente para que el castaño se volviese loco de pasión, más aun con la voz entrecortada de su esposa y el que las palabras viniesen envueltas con un poco de lujuria.
No pudo contenerse; la recostó con cierta rudeza sobre el lecho, y comenzó a despojarla de sus ropas, con tan solo un leve tirón lo suficientemente fuerte como para romper la prenda que cubría su pecho.
Ante él, un par de hermosos y perfectos senos se mostraban coronados por rosados pezones que lo invitaban a probarlos y no soltarlos nunca más.
-Jorge!...
Martina respiraba agitada, ligeramente sorprendida por la inusual violencia del muchacho.
-Lo siento, Martina, pero te deseo tanto.
Le dijo el moreno, tratando de justificar la rudeza de hacia unos momentos y su falta de delicadeza.
Martina sonrió.
Esa sonrisa y el intenso carmesí adornando sus mejillas le hacia lucir aun más linda.
-Tranquilo... -Le dijo, acariciando una de sus mejillas.- Estoy aquí y no voy a irme.
Jorge respiró profundo.
La deseaba con locura y el amarla con igual locura, lo hacia desesperarse.
Comenzó de nuevo, con caricias suaves, casi rozando la suave piel de su compañera, besándola pausadamente, disfrutando del momento y el sabor.
Más sus manos aun inquietas viajaron de las mejillas de Martina hasta posarse sobre ambos senos, haciendo que la castaña gimiera entre el beso que poco a poco se tornaba más profundo, como si quisieran comerse a besos.
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El precio de tu amor (Jortini) Terminada
RomansaÉl haría cualquier cosa con tal de que ella estuviese a su lado, ¡lo que fuera!, incluso obligarla... más nunca creyó que realmente terminaría enamorándose de ella... ¡ni ella de él!.