3. Ya No Son Senderos Triviales

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Lunes a las cuatro y treinta de la mañana sonó en toda mi habitación la alarma que indicaba que debía darme una ducha, ya que hoy iba a ser otro maravilloso día en Hylening, así que, para empezar bien la semana, y bien este nuevo año lectivo, conecté los auriculares en mi móvil y empezó a sonar la canción de First Date (blink-182). Busqué la ropa y la dejé tirada en la cama, luego fui a calentar agua para el café, y regresé a vestirme —así no se perdía tanto el tiempo— Volví a la cocina y puse el agua caliente en la cafetera y mientras caía el café, me busqué un pan. Minutos después Elizabeth se levantó y su cabello todo esponjado me hacía recordar a un león.
    —¿por qué no esperaste a que lo hiciera yo?
   —Porque puedo hacerlo solo, y por favor, te levantas tarde. Mira la hora que es. Y de todas formas ya no soy un niño que necesita ayuda.
    —Todos necesitamos ayuda en algún momento. La soledad nos convierte en seres oscuros y sin algún tipo de alma, y tener a alguien cerca puede iluminarnos el camino.
    —Elizabeth, ¿te sigue llamando la consejera Grace?
    Llené una taza con café caliente.
    —No —Contestó ella.
    —¡Ja! —hice un bufido—, No soy tan tonto, ¿sabes?
    Caminé desayunando hasta mi habitación y me puse mis zapatos.
    Últimamente la consejera, o la psicóloga de la institución que es casi lo mismo, tiene conversaciones telefónicas y personales con Elizabeth. Cree que tengo algún tipo de problema psicológico porque mis notas no son tan buenas y no hago más que hablar con Phil y Randall. Eso sin contar nuestras travesuras juntos. Han llegado a la conclusión de que me afecta algo en mí casa, quizás, discusiones o agresiones físicas como verbales, pero las únicas discusiones que hay en mi casa son las de Elizabeth y Mr. James Thómas. Creo que no recuerdo alguna agresión física, pero verbal sí, pero la verdad no me interesa. Es su problema, no el mío.
    —Recuérdame una vez más por qué tenemos que tomar el autobús escolar.
    —Porque mi papá tiene un nuevo empleo y no tiene tiempo de llevarnos a clases.
    —Ah. Perfecto.
    La mañana estaba fría y el cielo estaba muy oscuro aún. Uno que otro pajarito cantaba encima de nosotros; se sentía una espectacular Bonanza. Lo único que puede cagar este momento es que uno de esos pájaros se cague encima de nosotros, y sí, no estoy hablando literalmente.
    —Anda, bien que quieres venir en este autobús.
    —¿qué, por Rebecca Carter? —metí mis manos en los bolsillos del abrigo.
    —Claro, si son casi novios ustedes —Phil tenía la misma sonrisa maliciosa de Randall. No había notado que tiene el cabello más desordenado de lo habitual. Ahora no es un brócoli, es un árbol.
    —Ah, sí... Como tú y Helena.
    —Oye, oye, oye. Vamos despacito, por lo menos ella y yo no tenemos discusiones.
    —Aún.
    A lo lejos vimos que el autobús del señor Simón Bolívar estaba llegando. Él es un tipo muy amable. Bueno, cuando no está cabreado, porque cuando lo está no espera más de cinco segundos a alguien y luego se marcha.
    Y sí, realmente se llama así, No es broma, si gustan pueden buscarlo en facebook bajo el mismo nombre. Es casi mayor de edad y con poco pelo.
    Siempre somos los segundos en subir, porque hay dos chicos que cogen el autobús mucho antes. Hasta donde tengo entendido son hermanos, pero no se sientan juntos.
    —Cierto, tengo algo que enseñarte —Phil dejó su mochila a un lado y buscó su celular—. Tal parece que nuestro gran amigo Randall nos está mintiendo.
    —¿en qué? —Pregunté confundido.
    — ¡En esto!
    En la pantalla del celular de Phil estaba la foto de una familia, pero no celebraban nada en especifico, solo estaban ahí, posado para la foto.
    —Mira bien a este pequeño —hizo zoom a la foto.
    —Un segundo... ¿Es Randall?
    —En efecto amigo mío —Sonreía— Si te das cuenta, el tipo que está alado de la señora, que posiblemente sea la madre de Randall, es el mismo tipo que vino a verlo el día de las olimpiadas del año pasado.
    —Claro, el hombre viejo. Su supuesto hermano.
    —Su familia está viva y tiene dos hermanos menores. Nos engañó, y a todos los demás también.
    Aún no eran seguras nuestras especulaciones, y debíamos descubrir el por qué Randall oculta a su familia con una mentira tan sádica y poco trivial. Desde un comienzo Randall era muy extraño para mí. Primero, llegamos y le quitaba el dinero a un niño, pero, después, no se atrevió a enfrentarse a Donald, más bien... huyó de la pelea.
    Tal vez los dejé con la duda de ¿quién rayos es Rebecca Carter?  Pues, ella acaba de subir al autobús. Es una chica muy baja de estatura a comparación de Penny, o de Catherine. También, sus ojos son como los de una asiática, pero no del todo... es un defecto genético, supongo. La historia es muy simple, nada de películas de Hollywood, nada de novelas, nada de nada. Hay que poner los pies sobre la tierra. Me enamoré de ella como cualquiera de ustedes lo harían; con miradas, elogios, charlas, risas, y un toque de "Gracias por aparecer cuando más necesitaba a alguien". Aunque su temperamento es tan sencillo de encender cual interruptor de pared.
    —¿qué sabes de Randall? —me siento como Sherlook.
    —O sea, él es bastante fastidioso, pero nunca profundicé una amistad con él.
    Estaba caminando por los pasillos de toda la institución con Rebecca. Esperando a que suene la campana.
    —Créeme, sé que esta mintiendo sobre su familia —me bajé las mangas del abrigo hasta más allá de la muñeca— En las olimpiadas del año pasado lo vino a ver su hermano, pero ese hombre está demasiado viejo para serlo.
    —Podría tener problemas familiares.
    Unos niños corriendo empujaron a Rebecca, pero no cayó al suelo.
    —¡Hijos de puta! —les gritó.
    —Y tú un problema de ira. Debes controlar ese temperamento, te enciendes muy rápido —le di palmaditas en el hombro.
    —No me jodas con eso.
    En vista de que la situación se puso un poco pesada, decidí no hacer más comentarios estúpidos. No quería que se enojara más.
    Caminé con ella un largo rato y empezó a conversar conmigo de nuevo, pero sobre otros temas que no tienen que ver con Randall, sino con sus amigas.
    —¿Qué hay de tu amiga?, la gorda —el tono de su voz era chillón, y por eso era difícil identificar si estaba enojada o no.
    —Ella está con Brad, su novio. Y Catherine no está gorda, sólo está rellenita.
    —¡Cómo sea!, Me refiero a que si tú no tienes esa clase de problemas con ella. Paule ¿me estás escuchando?
    Catherine y yo volvimos a ser amigos porque comprendió que Randall y ella tuvieron la culpa. Pero más Randall.
    —Sí, lo siento. Y no, con ella me llevo bastante bien, ¿por qué te pones así?
    —A mi no me digas como tengo que ser, y te advierto que no me compares con otras, por que ya lo has hecho y eso me enoja bastante.
    —Okay, está bien. Perdón.
    Siempre debo medir mis palabras porque mi forma de hablar es bastante disparatada; hablo lo que pienso y digo lo que creo sin importar qué.
    La campana sonó.
    —Mira, ahí está la flaca hueso con la que me comparaste la otra vez.
    Estábamos caminando de vuelta a los salones de clase.
    —Penny es una buena chica.
    —Sí, claro. Mejor ve a decirle que aún la amas y quieres casarte con ella.
    —Rebecca ya para. Yo estoy contigo ¿sí? —me puse en frente de ella y puse mis manos en sus brazos. Ella me miró.
    —Está bien. Perdón —lo dijo de una forma poco convincente.
    Tal vez esté metido con una celópata, pero realmente la he llegado a querer, aparte el día de mi cumpleaños me regaló cupcakes personificados con las iniciales de mi nombre, corazones, etc y también me dio una tarjeta que era casi interminable, cada vez que la abría encontraba algo nuevo, pero la última frase que encontré fue *Always with you.

*Siempre contigo.

Singular Delirio 2: Las Mentiras Más Bellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora