9.7K 1.7K 305
                                    

Jimin se encontraba con las manos en sus bolsillos, el cabello completamente desarreglado y la cara más triste que un hombre a los 25 años podría tener. Una sonrisa se terciaba en sus labios, pero ni eso ayudaba a cubrir lo roto que se sentía por dentro al ver cómo la persona que tanto amaba se iba de sus manos.

El olor a cigarrillo se impregnaba como una segunda capa a su chaqueta de satén obscuro y sus zapatos, un tanto desabrochados, eran el indicio claro de lo rápido que se los había puesto esa mañana cuando despertó más tarde de la hora indicada en la tarjeta de boda que había recibido hace unas tres semanas atrás.

"No tienes que ir, Jimin. Si me duele a mí, ni me imagino como debe dolerte a ti."

Aquellas habían sido las claras palabras de Yoongi hace unas cuatro horas atrás, cuando despertó entre sus brazos, rodeado de besos que simplemente le hacían cosquillas y le sacaban una que otra sonrisa; alejándolo de una realidad demasiado cruel que parecía más como una pesadilla.

Pero ahora que todo estaba realmente ocurriendo, sentía como si el recuerdo de su enamorado le quemaba por dentro, desde el pecho hasta su garganta.

Y él, como es un masoquista de primera, se traga todo ese dolor mientras se niega a despegar los ojos de esa espalda que se veía más lejana de lo que alguna vez estuvo. Esa espalda que recorrió muchas noches con sus dedos, dejando algunas marcas de lo que el amor podía hacer en ellos. Esa misma espalda que ayer besó con lentitud, por toda la noche pensando que sería la última vez.

—Te ves como la mierda —Susurró Jin llegando hasta su lado, una mueca se formó en sus labios cuando olió su traje—. Y hueles a cigarrillo, Jimin, qué asco.

Asqueroso era estar en una iglesia, específicamente en el matrimonio arreglado de tu mejor amigo, amante, pareja, todo.

—Era bañarme o perderme la boda de Yoongi...

Su amigo le miró con pena. —No debes hacerte esto, Jimin, sé cuánto te duele.

Jimin sonrió, mirándolo por un leve segundo y volviendo su vista al frente. Suspiró. —Creo que es la mejor forma de decirle a mi corazón que ya basta ¿sabes? matándome de esta forma se siente como si lo entendiera de a poco. Solo espero que después de esto, pueda aprender a dejarlo ir, o sino seré el viejo alcohólico solitario de los bares, o el viejo solitario de los perros, no sé —se encogió de hombros restándole importancia—, da igual en lo que me convierta.

"Da igual en lo que termine. Si Yoongi no está a mi lado... da igual."

—Min Yoongi —dijo el padre, con una voz fuerte que resonó por toda la amplia iglesia. El corazón de Jimin se mantuvo quieto por unos segundos, cayendo y rompiéndose en más pedazos que antes. Sabía lo que esa frase querría decir—. ¿Quieres recibir por esposa a...

"Por favor di que no". Rogó en sus pensamientos mientras apretaba sus manos en puños y agachaba la cabeza.

Él sabía que su relación no era bien recibida por casi nadie de los que estaban ahí presentes, y sabía que Yoongi prácticamente estaba siendo obligado a casarse con una desconocida que no tenía demasiada culpa en su relación. Y a pesar de que habían muchos ojos posados en la respuesta de Yoongi, casi mirándole con amenaza, la esperanza de creer que ellos podrían tener un final feliz no se iba ni por un segundo de su cabeza.

—... en la salud y en la enfermedad, amándola y respetándola durante toda su vida?

"Por favor, hyung, por favor..."

Todo a su alrededor se detuvo, el silencio se acomodó y lo que pasó luego fue como si le hubieran dado la posibilidad de poder ver en cámara lenta.

Yoongi se giró, como si supiera que estaba entre los presentes, y como si supiera que se encontraba justo en la esquina de la última banca.

Sus miradas se encontraron, Jimin no tardó en jadear al notar como esos ojos penetrantes le miraron con amor. Con el mismo amor que lo tomaba cada noche.

Entonces, Yoongi sonrió y articuló sólo para él:

"Prepárate para ir a casa."

Lo siguiente fue él, soltando un ligero sollozo y Yoongi diciendo un "No" tajante y un "lo siento" con pena. El mayor dio media vuelta, ignorando los susurros y el llamado constante de su padre, diciéndole que sería desheredado y que ni se le ocurra pensar en volver a ser un Min. Yoongi simplemente se giró en dirección donde estaba su familia, y se inclinó haciendo una reverencia completa y deseándole buena salud a él y a su madre, asegurándose de decirles que un matrimonio arreglado y las constantes amenazas no servirían de nada cuando lo que sentía en su corazón era mucho más fuerte.

Entonces retomó su camino y le sonrió a esa persona que se encontraba demasiado inestable como para realmente procesar todo lo que estaba ocurriendo.

Jimin llevó las manos a su boca, evitando soltar más sollozos mientras sus ojos se aguaban. Yoongi sonreía a lo grande, como si salir de la iglesia y romper un matrimonio más arreglado que todas las horas que se demoraron esas estilistas contratadas por su padre en arreglarlo, fuera la cosa más increíble que alguien pudiera hacer.

Jin reía, con los ojos brillantes mientras le decía "gracias por hacer lo correcto".

Tironeó de Jimin hacia la salida de la iglesia y quedándose a un lado de esta, donde nadie los viera, lo llevó a su cuerpo, tomándolo de la cintura y atrayéndolo hacia él para besarle los labios con la completa urgencia y desesperación de pensar que no iba a poder hacerlo más. Y es que Yoongi realmente comprendió que había cosas por las que simplemente valía la pena tirar todo. Su herencia, sus tarjetas, su apellido, era capaz de tirar todo si al otro lado de la balanza se encontraba un blanquito de cabello rubio y sonrisita tonta que le hacían revolotear su corazón.

Y agradeció a los cielos, a Dios, o a quién sea que lo esté protegiendo, por haberle hecho entender esto antes de haberle roto el corazón a Jimin de forma definitiva, porque estaba más que seguro que el menor no se lo merecía.

—Vámonos a casa, bebé —rozó sus labios y respiró profundo, barriendo las lágrimas contrarias y sintiendo las lágrimas acumulándose en sus ojos también—, llévame a casa y comencemos amarnos como corresponde, Jimin.

Y la mirada que siguió a continuación fue lo único que necesitaron para saber que uno era el todo del otro.









Gracias por leer 😱

Everything; yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora