Antes de estar aquí, antes de saber una verdad que no podía cambiar, yo era feliz.
Créanlo o no, hace 7 años atrás, cuando apenas tenía 9 años, yo era normal. Incluso tenía amigos, y una chica, mi vecina, que podría decirse, fue mi primer amor. Pero en cuanto descubrieron que estaba enfermo, mis padres me trajeron a una ciudad lejana, para estar bajo la supervisión de doctores. Ahora ya no me molesta, no tengo más vida qué perder que la que tenía antes.
“―Nos volveremos a ver.”
Esa fue la peor mentira que le pude decir. Ahora tal vez, ella ha de estar siendo feliz, con alguien que sí puede hacerla feliz. No como yo, no como yo podría haberlo hecho.
Era extrañamente temprano, cerca de las 5 de la tarde. El sol de primavera era agradable; la brisa otorgaba un placer que nunca creí que extrañaría; amigos, un lago y mi vecina.
Siempre encontrábamos la manera de divertirnos, y no sería ese día la excepción. Pero algo era distinto: tenía un dolor en la espalda. Pero no me importaba, no es que fuera peligroso. Seguíamos jugando hasta que cayó la noche, y nos devolvimos. Estaba al lado de mi vecina, como siempre. Ella vestía su típico vestido de una pieza, de color amarillo simple, sin ningún adorno.
Como esa noche sus padres no estaban, ella era la invitada en mi casa para comer. Reíamos, hacíamos lo que cualquier par de niños haría. Pero era distinto, últimamente me cansaba demasiado rápido, ya no me sentía como antes, estaba mal. Hasta que caí; mi madre me tomó en brazos y, preocupada, me llevó al hospital.
Lo demás, no lo recuerdo, sólo que ambos llorábamos, y nos despedíamos. Y ahora, yo tengo que venir al hospital todos los días a examinarme. Era la operación o esto, y para no desperdiciar el dinero elegí esto, de todos modos mi estilo de vida no da para más.
Mientras me iba a casa luego del chequeo, encontré a una pequeña niña llorando en un parque de camino, vestía un vestido de una pieza color amarillo. Me parecía familiar, pensé, pero las opciones eran de uno en infinito. Me acerqué a la pequeña que era ignorada por los demás transeúntes.
―¿Estás perdida? ―la respuesta era obvia, pero debía de cerciorarme.
―Sí…― respondió a sollozos.
―Ven ―La tomé en brazos para intentar tranquilizarla―, te ayudaré a encontrar a tus padres.
―Hermana ―respondió a mi comentario.
―¿Perdón? ―pregunté ante la extraña reacción.
―Her-ma-na ―dijo mientras hacía énfasis en cada sílaba a la vez que movía su dedo al ritmo de su habla.
―Lo sé, lo sé ―respondí ante la extraña actitud―, entonces, ¿cómo es tu hermana?
―Muy hermosa ―respondió sin dudarlo, sabía que preguntarle otra vez sería inútil, así que empecé a caminar esperando a que ella avisara.
Caminé con ella en brazos durante unos cinco minutos por el parque, hasta que una chica gritó detrás de mí.
―¡María! ―parecía desesperada.
La pequeña estaba durmiendo en mis brazos cuando escuchó la voz, y levantó rápidamente la cabeza al oírla.
―¡Hermana! ―la pequeña gritó sin moverse de su lugar.
Me di media vuelta para entregarle a la niña.
―María, ¿cómo es que…? ―detuvo sus palabras al ver que la pequeña había caído dormida otra vez.
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Sinfonía en amarillo.
RomancePatricia e Iván: amigos desde que cada uno tiene memoria. Ambos fueron el primer amor del otro, sin embargo, algo los obliga a separarse. El tiempo pasó y los sentimientos permanecieron... Hasta que se vuelven a encontrar. Se enamoran de nuevo, a pe...