Capitulo 24

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Las luces de los coches de policía y las sirenas de las ambulancias anunciaban lo que era un accidente automovilístico.
Parado, con su semblante serio, Adolfo hablaba con varios compañeros mientras veía como sacaban del coche insconciente a su yerno.
Quería o más bien necesitaba estar lo más calmado posible para darle la noticia a su hija.
Agarró su móvil, y nada más escuchar la voz de Nayet al otro lado, una pequeña bola se formaba en su garganta impidiéndole hablar con claridad.

—Papá responde por Dios, ¿ocurre algo?

—Nayet...Yo quería decirte que Kendal a sufrido un accidente...

—¿Cómo? No, no puede ser verdad.

—Tranquila hija, se lo acaban de llevar al hospital donde trabaja, ve tú para allá y allí nos reunimos.

Nayet colgó, despacio sus gotas  resbalaban por sus mejillas, sus manos temblaban pensando si algo malo le hubiese pasado a su marido.
Cerró sus ojos soltando el aire acumulado para dar paso a sus fuerzas que minutos antes habían desaparecido.

Tras dejar a sus hijos con su madre, Gina acompañó a su hermana al hospital.
Una vez que llegaron Nayet preguntó por su marido y se fue derecha hacia quirófanos para poder estar presente en la operación de su marido, pero a pesar de querer entrar sus intentos no sirvieron para nada y tuvo que salir y esperar fuera.

Esperar, era de algún modo lo que le consumía a Nayet de tener que pasear de arriba abajo por el pasillo pudiendo estar cerca de su marido.
Después de escuchar a sus familiares, ella pudo calmarse algo aceptando el café que le ofrecía su padre.

—Nayet hija, debes calmarte, eres médico y sabes cómo son las esperas. Entiendo que el que están operando es tu marido, date cuenta que no trabajas aquí y no puedes hacer nada, solo esperar.

—Me mata la espera papá, y lo peor esque ahí dentro hay personas que me conocen y no me han dejado ni siquiera estar dentro. Pero tranquilo, mañana haré lo posible por estar cerca de Kendal. —Su padre juntó su entrecejo sin saber exactamente a lo que su hija se refería.
Dispuesto hablar con ella para que no cometiese ninguna estupidez, salió el doctor Zaely. Especialista en traumatología. El empezó hablando contando que el doctor Rosman había sido intervenido al fracturarse el cubito y el peroné. Afortunadamente su estado estaba normal y debería pasar unos días en cuidados intensivos por si tuviera algún problema más. De momento estaba todo bien.

Todos los allí presentes pudieron respirar más aliviados y el doctor se marchó no si antes hablar con Nayet.

—Nayet siento mucho lo sucedido, pero tenemos órdenes de no haberte dejado entrar. Ya no trabajas aquí y tú misma debes comprender lo arriesgado que sería haberte dejado participar en la operación.

—Gracias Carlos, ahora que sé que mi marido está bien después de la operación me quedo más tranquila. Gracias por todo.—Ambos doctores se dieron un apretón de manos y este último se marchó.

Pero aún así Nayet no estaba para nada tranquila y más sabiendo que Sara estaría al tanto de la operación de Kendal. Por ello cuando el reloj marcó las 8 de la mañana, Nayet se excusó con su familia diciendo que iba a la cafetería​, cuando en realidad iba a ver a Ginés.

Dentro de la oficina de Ginés, Nayet no tuvo ningún reparo en pedirle que la volviese admitir en el hospital. Por supuesto Ginés se negó. Pero tras meditarlo, Nayet volvió a formular la misma pregunta:

—Ginés, ¿puedo comenzar a trabajar en el hospital pero como suplente? Tan solo estaría sustituyendo a mi marido y nadie mejor que yo sabe los casos que lleva Kendal.

Ginés no lo había pensado desde esa espectativa, por lo cual se levantó de su sillón, puso sus manos atrás en su espalda para poder mirar por el gran ventanal que había para meditar la pregunta de Nayet. Pasados unos minutos, Ginés se giró despacio y aceptó que Nayet volviera a trabajar en el hospital sustituyendo a Kendal.
Una sonrisa de satisfacción se coló en el rostro de ella, levantándose de su asiento le extendió su mano a Ginés en forma de agradecimiento.

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