El regalo.

¿Qué regalo se pueda dar a alguien que siempre piensa en los demás más que en si mismo? Me pregunté varias veces, no encontraba respuestas, sabía de sus gustos musicales, su forma de vivir pero nunca he visto el apego de Mu sobre algo material. El es como yo, valoramos los pequeños detalles que nos regala la vida.

Aldebarán, nuestro amigo en común se ofreció en ayudarme pero ambos coincidimos en que el carnero no deseaba nada material, las palabras del toro fueron "Cualquier cosa hecha por ti le gustará" no respondí ante sus palabras pero su palmada sobre mi hombro me regaló tranquilidad y en mi rostro se dibujó una pequeña sonrisa. Caminé hasta las afueras de la casa de Virgo, para poder pensar mejor, tenía muchos recuerdos con mi fiel compañero Mu, entre los que más me gustaban estaba aquel día que lo vi la primera vez, cuando me presentaron como el nuevo integrante de las doce casas, todos me observaban como el bicho raro del grupo, excepto el muchacho de cabello lila, el me ofreció su compañía desde un principio y entre tantos acercamientos de su persona a la mía, se había vuelto muy importante, más importante de lo que yo podía imaginar.

El día acompañaba con un sol radiante, no hacía mucho frío y tampoco tanta calor, el clima estaba agradable sobre Grecia. En el santuario todos estaban pendientes de lo que seria el festejo por el cumple años de Mu, nada exagerado, solo se encargaron que no faltara la comida y las bebidas, algunas con alcohol por aprobación de DeathMask y también hubo reproches por parte de Afrodita, quien exigía algo más llamativo, más decorado. Milo y Kanon se encargaron de la limpieza en el salón de Libra, Dohko daba ordenes pero no ayudaba mucho.

 Milo:  —  ¿Por qué rayos debo barrer y Camus solo se fue a pasear con Mu? — Preguntó en voz alta, con el ceño fruncido y mirando en dirección a Dohko y Shaka.

Shaka:   — Porque Mu se lleva mejor con Camus, la última vez que dejé que lo acompañaras, viniste borracho y alguien casi te congela por querer tocarlo de forma pecaminosa. — Respondí con seriedad ante su pregunta, adelantándome a las palabras de Dohko.

Dohko: — Ya no molestes, Milo. Ayer sorteamos las tareas de hoy y todos estuvieron de acuerdo. — Sonrió de forma burlona, sabiendo que el trabajo pesado había recaído en Milo y Kanon. 

Milo: — No diré nada más pero en la noche me las cobraré con las bebidas — En su rostro se dibujo una sonrisa desafiante para después continuar con el barrido del piso, lo hacía de forma rápida y con algo de enojo, una escena cómica hasta para el propio Shaka, a quien era difícil de robarle una sonrisa. 

Afrodita se encargaba de acomodar los pequeños paquetes de regalos que los 10 caballeros habían juntado sobre un costado de la mesa, cada caja llevaba un moño hecho con un lazo de tela brillante y color lila. DeathMask se escapaba por ratos del templo para asegurarnos que Mu y Camus no se adelantaran en llegar.

Saga con ayuda de Shura fueron los encargados de realizar el pastel, fueron cuidadosos e intentaron no dejar la cocina un desastre, supervisados por Aioros y Aioria. Yo los observé por unos momentos y me extrañaba ver tan silencioso a Saga, su voz llamativa no se destacaba desde la mañana pero ese tema no era importante para mi, al menos no por hoy. Mientras todos estaban ya en el final de sus tareas, me dirigí hasta la casa de Virgo, busqué en mi habitación una bolsa y retiré lo que había adentro, entre mis manos sostenía una pequeña caja roja, donde en su interior se encontraba un rosario de plata, ese iba a ser mi regalo para mi querido Mu pero no me parecía suficiente, así que decidí escribirle una carta, en donde volcaría nuestros recuerdos.

Mientras tanto Mu y Camus se encontraban en un bosque cercano al santuario, planearon pescar en el río pero al final no lo hicieron y se quedaron a tener una conversación bastante interesante.