Capítulo 9

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Me había despertado por la voz de un viejo amigo, Alexander Posey.

—¡Lailah! Despierta— gritó Alex despertándome de mi sueño— ¡Está temblando! ¡Tenemos que salir de aquí!

—¡Entiendo!— grité.

Bajamos corriendo las escaleras.

Estaba nerviosa. Justo cuando pensé en esto pude sentir una mano en mi cintura, era la de Alex, lo apreciaba por eso.

Salimos del edificio corriendo, inmediatamente pudimos ver una limosina blanca estacionada enfrente de nosotros, el conductor nos hacía gestos para que nos apresuráramos, eso es exactamente lo que hicimos.

Entramos, afuera estaba lloviendo así que estábamos algo mojados, pero el chofer puso aire caliente, le agradecí en silencio.

El auto partió, me sentí un poco más tranquila.

—¿Estás bien?— preguntó Alex tomando mi mano.

—Sí, eso creo— dije dando un largo suspiro.

Si lo que estaba pasando era lo que pensaba, no podía significar nada bueno.

Llegamos al aeropuerto, muchas personas estaban ahí, se sentía un aire tenso, de preocupación y depresivo, todos estaban preocupados por el gran terremoto que acababa de suceder.

Pero tuve que ignorar a toda esta gente, pasé por entre medio de éstas, sintiéndome muy mal por ello y me dirigí a la parte particular del aeropuerto.

Pedimos que nos dejaran pasar a nuestro jet privado y eso fue exactamente lo que hicimos. El conductor iba con nosotros, después de todo, él era una de las dos mil personas afortunadas de los Estados Unidos en ser rescatado en la pos Apocalipsis.

Nos subimos al caro avión y nos acomodamos ahí. Todavía se podía sentir un aire tenso y de preocupación. Un camarero nos sirvió vino pero yo lo negué, no quería tomar.

—¿Todavía estás preocupada por lo que puede pasar?— preguntó Alex tomando un trago de su vaso.

—¿Cómo puedes tomar en una situación como ésta? Con la probabilidad de lo que pase sea cierta, se me quita todo el apetito— dije.

—Lo lamento— dijo Alex. En esta situación no me importaba si lo que decía era verdad o no.

—Por favor, póngase el cinturón que vamos a despegar— dijo el piloto. Eso es exactamente lo que hice.

Despegamos, yo mirando por la ventana viendo como todo el mundo que conocía se separaba de mí, no pasaría mucho para que eso pasara de nuevo, solo que esa vez, ya no volvería a la tierra.

Llegamos en un punto cuando ya no estábamos en ascensión, todavía estábamos arriba de la tierra pero se podía ver el mar en la distancia, mis respuestas se resolverían en muy poco tiempo, esto daba mariposas a mi estómago.

Por el rabillo de mi ojo pude ver como Alex tomaba otro vaso de alcohol de una.

—¿Por qué sigues tomando? ¿Acaso quieres emborracharte?— pregunté molesta, ya se había tomado unos cinco vasos.

Sueños GemelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora