¿Creen en la magia? Kail valiente.

2.4K 167 30
                                    

"Vaya, tan rápido estas dudando..."

Sorprendida por oír la voz de Disa me incorpore con tal rapidez que me dio un leve mare.

- ¡¿Disa?! ¡Disa! Que alegría escucharte.

"Me doy cuenta Veronica, ahora dime, ¿que aflige a tu corazón?"

No respondí a ello. Preferiría que ella lo viera por si sola.

"Oh... Vamos Veronica, eres fuerte tú puedes con todo esto, Lyon se pondrá bien, yo te lo aseguro"

- ¿Y tú como sabes eso? ¿Cómo estas tan segura? ¡¿Cómo puedes siquiera saber eso?!

"¡Por que en vez de estar aquí tirada lamentándote deberías estar con él, dándole fuerzas y apoyo! ¡Deberías ir a ayudar a tu padre, cuidarle, al igual que a tu hermano y su mujer embarazada! ¡Y enfrentar a Sofía!"

¡Maldición! ¡Odio cuando tiene razón...!

-Odio cuando tienes razón... ¿te puedo pedir un favor?

"Claro"

-No te vuelvas a ir... Quédate conmigo.

No escuche nada. Sentí una opresión en el pecho del más puro miedo de que me abandonará, yo no tenía amigas y Disa era la única...

"Está bien... Pero ahora ve..."

La sonrisa casi me parte la cara en dos.

- ¡Gracias Disa!

Decidida me levanté, el sol estaba cayendo por entre las montañas, así que busqué la dirección por donde había venido, al ver el risco por donde caí comencé a escalarlo rápidamente sintiendo agarrotados los dedos y las piernas tensas.

Cuando por fin lo escalé sentía entumecidos los brazos y las piernas, sin esperar ningún segundo más corrí con fuerza siguiendo el camino de ramas quebradas y pisadas que a duras penas se podían ver pues la oscuridad estaba reinando más rápido de lo que creía. En un parpadeo comencé a ver todo como si fuera de día.

Podía ver en la oscuridad... Joder, que pasada. Las piernas poco a poco se me estaban acalambrando, dándome un dolor soportable, que pronto yo sé que no podría ni caminar si fuera posible.

Cuando por fin pude ver antorchas encendidas a la lejanía mi vista volvió a ser normal, miré a todos lados cerciorándome de que no hubiera nadie alrededor, al salir por un lado del castillo simplemente le di la vuelta y entre por la puerta principal.

Debía arreglar primeramente con Sofía todo, dejarle en claro que no me iría esta vez, que estaría aquí y cuidaría de mi gente, de mi padre, y de mi hermano. Ella bien podía lanzarse de un barranco.

Al llegar a las puertas del inmenso salón donde había sido la última vez que la había visto con un vestido, peinado y maquillaje que ya no acordaba a su altura, ella ya no sería de la realeza y de eso me encargaría si fuera posible. Mi padre se merecía a alguien que lo amará y cuidará como si fuera su vida misma.

No una bruja cualquiera que se creía la última dama del mundo. Aunque para mí no era nada más que otra perra que abusaba de su poder. Jamás le perdonaría todo el dolor y sufrimiento que me hizo pasar de joven.

Justo cuando estaba por tomar la perilla escuche gritos.

— ¡ES TU HIJA, ¿CÓMO PUDISTE TRATARLE ASÍ?! —Esa era la voz de mi padre.

—Ella jamás será mi hija. Yo no tuve ni tendré a una... a una... machorra como hija. —Sin más tomé ambas perillas y abrí ambas puertas. Entrando con la frente en alto, a pesar de que estaba sucia, mi trenza posiblemente llena de hojas y tierra junto con mi ropa, no me sentía amedrentada.

Guerrera de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora