EL AMOR

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Gisel: es de noche, y la luna está en su altar, en todo el centro de nosotros, y vamos por un camino montañoso, hay muchos árboles y hace calor. El camino se ilumina, siento la presencia de la luna, te veo y observo tus ojos, siento que me dirigen a las estrellas, en un universo donde todo es posible.

Tomas: mientras miro tus ojos, del interior de mi cuerpo, va saliendo un impulso, tan fuerte como la llama del amor a la música, pero, aún más fuerte de eso. Un impulso de tirarme hacia ti, rodearte con mis brazos, mirarte frente a frente, muy cerca, mientras la luna ilumina nuestro ser, la naturaleza nos rodea con su cálido sentir, de acogernos y nunca dejarnos ir.

Gisel: siento el sonido del agua corriendo por la tierra, escucho cuando cae y choca con las rocas y decido seguirla, me suelto de tu lado, corro y te dejo, siento que la luna, la naturaleza me dicen que no te deje, no los escucho, el viento roza los árboles, intentando detenerme, siento escalofríos, pero continuo y cada vez alejándome más de ti, por un camino ciego, donde lo único que me guía son las estrellas.

Tomas: huyes, y yo me quedo allí, parado, hueco, porque una parte de mí, se ha ido de mi lado,

Se ha llevado la parte de mi universo, Y me he quedado abandonado

Sin un abrazo, al cual regirme

Sin un beso, pues, has robado mis labios, el viento es fuerte, Choca en mi frente

El agua moja mis pies, Y las ramas de los árboles se acogen de mi cuerpo

Evitando caer, esperando la llegada de tu ser.

Gisel: encuentro el fin del camino, el agua ha aumentado, veo como una gran cantidad de agua se divide en varios canales, de rodillas veo mi reflejo, me pregunto, ¿volveré a verlo, aquel hombre que me hizo feliz un día? Pasa una brisa por mi lado, roza mi cabello y el agua se mueve en ondas, veo mi reflejo borroso, y pienso, como una chica como yo, anda tan sola, con esta oscuridad y esta soledad en este camino, me paro y observo todo frente a mí, veo la luna, los árboles, el agua, escucho el cantar de las aves y el susurro del viento. Siento que mi destino está con el hombre que deje atrás, decido volver, corro, el viento es como si corriera conmigo, la luna, mis ojos, los árboles son mi compañía y las estrellas, mi guía, de repente llego al punto donde todo empezó, pero no te veo. Siento que la vida se me desmorona y todo a mi alrededor se vuelve gris, el viento se detiene, la luna se esconde, las aves dejan de cantar, el agua deja de correr, las estrellas desaparecen y los árboles son lo único que me queda.

Me encuentro sola, en la oscuridad, en medio de muchos árboles y sobre un camino montañoso. Te pienso y recuerdo cada segundo cuando estuvimos juntos, y me pregunto ¿dónde estarás? ¿Dónde está la vida que deje atrás, donde está el hombre que ame, a dónde fueron los colores, las estrellas? ¿El agua corrió junto a él? ¿La luna a donde fue, estará con él?

Decido seguir con mi camino, cegada por la oscuridad, anhelando estar con aquel hombre. Después de varias horas de haber estado buscando un rayo de luz o algo que me ayudara a descifrar donde estará, observo la hora y veo que ya es tarde, y me encuentro cansada, me dejo caer sobre la tierra, me recuesto sobre el prado, mientras contemplo la oscuridad junto a la soledad.

...

Desperté en medio de los árboles, contemple el sol, las aves, el agua y el suave y delicado prado que me había mantenido caliente toda la noche o lo que quedaba de ella.

Me levanté, bebí algo de agua y seguí recorriendo mi camino, recorrí cada lugar testigo de nuestro amor, pero no lo encontré, comencé a preocuparme, comencé creer que no volvería a verlo, que hasta aquí había llegado mi búsqueda, que todo lo que él había hecho por mí fue en vano, por qué lo deje, sin un beso, sin un abrazo, solo lo deje, si pudiese devolver el tiempo y decirle cuanto lo amo lo haría así él no lo aceptará. Pasaron días, semanas, meses y no aparecía, decidí ir al único sitio donde ya había estado, donde me di cuenta de que tan importante era esa persona, un lugar donde te das cuenta quién eres realmente, así que recorrí el camino directo al encuentro de las aguas, el lugar a donde decidí escapar, puse todas mis esperanzas a que ahí nos encontraríamos.

Al paso de las semanas regresé a ese pequeño lago, que estaba dividido en canales, pero de repente sentí unos pasos, sentí que alguien me observaba, pensé en dar vuelta, pero también pensé que solo era una alucinación.

En unos segundos sentí un raro escalofrío, los árboles se movían con el viento, las aves cantaban, al agua corría por medio de la tierra, la luna comenzaba a salir, el sol se empezaba a esconder y las ganas de voltear a ver quien era el que me observaba eran irresistibles, hasta que decidí voltear, cuando mire, mis ojos se pusieron aguados, todo lo veía borroso, los escalofríos volvieron, la sensación del amor y calor volvió y la verdad es que era él, el hombre al que ame, el hombre al que busque por tantos días, corrí hacia él, lo abracé, él me sostuvo en sus brazos, se veía agotado, pero me hacía feliz verlo, lo bese, lo tome de la mano y dije la luna son mis ojos, las estrellas son mi guía, los árboles son mi compañía y el cantar de las aves junto al susurro del viento eran el sonido, la música, lo único que me mantenía con vida.


TU Y YODonde viven las historias. Descúbrelo ahora