Kam:
–Bienvenidos, nuevos integrantes de la Orquesta. –Dijo la señorita Anna, luego de que los no nombrados salieran de la sala.
Casi tuve que tapar mi boca con las manos para no soltar un grito. ¿Era real? Quería que alguien me pellizcase. Él, yo, la misma orquesta. Un completo sueño que jamás soñé.
Observar la gran sonrisa que tenía en el rostro fue un placer, un placer divino. Lo noté temblando, algo que era obvio, supongo que tenía nervios, quise abrazarlo y decirle que todo estaría bien pero apenas acababa de saber su nombre, Oliver. Encantador.
–Josh. –Le dijo la profesora. –Enseña a Albert donde está el Fagot y Alice, por favor indícale a Jeremías donde colocamos las flautas, Eric, muéstrale a Ross donde están las Trompetas. –Todos hicieron caso, ahora todos estábamos a la disposición de ellos, de enseñarles todo lo que sabíamos. De enseñarle todo lo que sabía al chico pelirrojo.
Josh tocaba el contrafagot, por eso sabía dónde estaba el fagot, pues estaban juntos. Alice era excelente con la flauta. Eric tocaba con tanta facilidad la Trompeta y la tuba. Charlie y Charlotte eran gemelos y tocaban el Arpa y el bombo, respectivamente. Yo toco la guitarra, un instrumento que no es de orquesta, pero aquí estoy.
–Kam. –Me dijo la señorita Anna. –Ayuda a Jack, Samy y Oliver a ir afinando los Chelos y el violín, si se les complica algo, avísenme; los demás pueden ir ordenando los instrumentos.
Me comenzaron a aumentar los nerviosos, los tres me miraron y me sentí apenada, tenía miedo de decir o hacer algo estúpido.
–Bien chicos. –dije, cuando me acerqué. –Mi nombre es Kamille, pero me pueden decir Kam. –Les sonreí y Oliver no dejaba de verme medio sonreído. –No sé muy bien de chelos ni violines, lo mío es la guitarra pero vamos a ver como les ayudo.
–Si no sabes, realmente no sé qué haces aquí. –Dijo Samy. Quedé el shock.
–Acabo de decir que veré como los ayudo. –Respondí. –Además tú ya deberías saber cómo afinar.
–Sí, sí sé. –contestó, prepotente. –Y el violín también lo sé manejar. –Miró con seducción a Oliver y mi furia aumentó a mil, la sangre se me subió a la cara y quería que se fuera ya mismo.
–Encárgate de lo tuyo. Y yo de los dos chicos.
Ella se alejó un poco y yo me quedé con Jack y Oliver tratando de no mandar a los cielos alguna cuerda, aunque ya mis cuerdas se habían salido de los nervios.
–Soy Jack, apenas tengo un mes con el chelo, es un milagro que me hayan aceptado. –Me dijo el chico mientras afinábamos juntos ese instrumento que casi alcazaba mi tamaño.
–Pues fíjate que los milagros existen, de no ser así no estuvieras aquí. –Respondí y los dos reímos un poco. Terminamos y el comenzó a practicar de una vez.
Ahora me faltaba el chico del violín y los hermosos ojos.
–Mucho gusto. Soy Oliver pero puedes decirme Oliv. –Me extendió su mano para estrecharla con la mía, me miraba fijamente a los ojos ¿Habrá sospechado algo? ¿Sabrá algo? Me pregunté, es estúpido, nadie nunca supo que él me gustaba, ni siquiera mi mejor amiga.
–El gusto es mío. –Contesté, con una sonrisa enorme y le di la mano. ¿Alguna vez has tocado el cielo? Puedo jurar que eso sentí cuando su mano tocó la mía. Sentí un gran cosquilleo en todo el cuerpo.
Duramos varios segundos mirándonos, no podía creer lo bonito que era; si de lejos me gustaba, de cerca me encantaba. Medio le acomodé las cuerdas al violín pero no estaban desafinadas así que fue fácil y rápido.
–Kam. –Me dice, me mira por unos segundos y me acaricia el cabello.
–Sí, ¿sucede algo? –Le contesto.
–Eres hermosa. –Sus ojos brillaron y yo sólo pude reírme y sonrojarme. Eso no lo esperaba, nunca lo esperé.
–Gracias, tú eres hermoso. –Contesté.
En ese momento entendí algo, mi madre me había dado la vida, y la sonrisa de Oliv me daría una razón para vivirla.