“¿Qué es lo primero que piensas cuando me ves?” entonces lo vi, lo vi recordando todas las cosas que me digo cuando estoy con él y no hablamos, las cosas que pienso sobre su aspecto en mi interior.
“Te veo como Jake” alzó una ceja, parecia no captar mi idea “No tienes por qué preocuparte, me gusta lo que veo en ti”
“Cada vez que me veo al espejo, siento como si mi mundo se fuera a caer en cualquier segundo” se mantuvo quieto mientras me seguía abrazando, cerró los ojos por un rato y pude ver algunas pecas en sus parpados “Nunca me había importado tanto la opinión de alguien que no fuera mi madre”
En ese momento sentía como si pudiera agarrar su mano y despedirnos de todo, olvidarnos del sol y la luna. Yo confiaba en él como él confiaba en mí y aquello nos hacia las personas más afortunadas en ese extraño mundo “Me encantan tus pecas, nunca te lo había dicho pero me gusta cómo se ven en tu espalda” abrió un ojo y levanto una ceja con este tratando de averiguar a qué venia esa platica “Y tus ojeras son la mejor parte de tu rostro, me hace pensar que tuviste un triste pasado y no puedas dormir por pensar en ello”
Me miro como dijera un millón de versos, de los versos que más le gustan y me escuchaba como si se tratara de mi corazón de donde provenía el sonido de mis palabras.
“Pero es más tu forma de ser el que me cautiva y eso tú ya deberías saberlo” él se echó de costado y me miró de frente. Mirar a alguien a los ojos ya no resultaba incomodo entonces o al menos para nosotros, aquellas miradas se habían vuelto algo nuestro. El arrugaba su frente y yo movía mis cejas tratando de concentrarme en sus ojos celestes.
Sus ojos, mi color favorito.