Capítulo 3

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Al día siguiente desperté algo perturbado, tenía que reunirme con Eleanor, una chica que realmente no conocía. No sabía nada de ella.

Me puse la ropa más sencilla que poseía, nada formal pero tampoco corriente, si bien no era algo vulgar. Llame a Fred, el sirviente a cargo de los caballos y el carruaje, para que preparase a Solei mi caballo predilecto.

-Aquí lo tiene amo Xerxes.-dijo Fred.

-Gracias Fred.- Realmente odiaba que me llamaran "amo" o "joven Xerxes", ¿por qué no podían hablarme como si fuera alguien más?

Tome las rienda se Solei, muy bien ajustadas por Fred y avance perdiéndome en mis pensamientos. De todos los sirvientes que había tenido el único que me había llamado Xerxes a secas, era James, aunque fue por petición mía él fue el primero en respetar ese deseo; siempre me trato como igual desde entonces. Crecimos juntos y jugamos juntos como si fuésemos hermanos. En ese momento él se hallaba en un viaje con mi verdadero hermano, Ernest. Quien por cierto al igual que yo, tenía una buena amistad con James, tal vez incluso más.

Al cabo de una hora vislumbre la mansión Owlnight. Una enorme edificación de piedra con tejados azules, rodeada de un laberinto de rosales.

Deje a mi caballo en el establo que tenían para invitados. Camine hacia los rosales y vi a una joven con el cabello perfectamente recogido en un rodete negro, de espaldas. Me acerque, seguramente quería verme, Eleanor no debía esperar.

La joven volteo y al ver sus ojos negros en vez de rojos, supe que no era Eleanor. La chica tenía facciones totalmente distintas, más maduras. Probablemente no fuera tan joven.

-¿Quién es usted? ¿y qué hace aquí?-dijo la desconocida con voz amenazadora y cortante como una navaja.

-Disculpe,-hice una reverencia-soy Xerxes Lutwidge. Y vine aquí por invitación de la señorita Eleanor Owlnight.-Conteste y le entregue la nota.

La mujer la analizo con detenimiento y suspiro.

-Iré a avisarle que está aquí, por favor espere.-Dijo finalmente haciendo una reverencia, antes de retirarse.

-Gracias.

La mujer paso por alto mi agradecimiento y se dirigió a la mansión.

Me senté en una banca de piedra que tenía junto a mí y esperé. Era en verdad un jardín hermoso, todo cubierto de rosas blancas, azul cobalto, negras y rojas. Grandes arbustos contenían a las rosas, todo el jardín me recordaba a madre.

Escuche pasos a mi espalda. Gire hacía el lugar de donde provenía el sonido.

Ahí estaba Eleanor, tan hermosa, como en la noche anterior. Sus ojos rojizos parecían brillar, su cabello negro azulado le caía por la espalda de forma suelta. Ese día llevaba un sencillo vestido violeta de seda.

-Gracias por venir Xerxes- dijo Eleanor a modo de saludo- Caroline me aviso de tu llegada, espero te haya recibido bien- miro a la mujer aparentemente llamada Caroline. La aludida puso los ojos en blanco.

Yo solo asentí.

-Bien, acompáñame a dentro.-Giro sobre sí y se dirigió a la mansión. Yo la seguí, con Caroline a mi espalda. No sé porque me incomodaba.

-En verdad me alegra que hayas venido, por un momento creí que rechazarías mi invitación-dijo Eleanor mientras caminábamos hacía la casa.

-Un caballero nunca rechaza la invitación de una dama.-conteste de manera sarcástica.

Caroline se adelantó y abrió las puertas para que pasásemos pero después de que entráramos no nos acompañó. Eleanor se giró hacía ella.

-Caroline, llevare a Xerxes al balcón de mi habitación, ¿podrías decirle a Clementine que lleve el té a la estancia?

Espejos de AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora