—¡Alicia! ¡Alicia!
Grite desde el fondo del pasillo del supermercado.
Ella estaba ahí parada, postrada enfrente de la estantería de los dulces, su melena color caoba caía hasta su media espalda, sus hombros estaban simétricamente bien acomodados gracias a su buena postura, sus manos ansiosas jugueteaban entre los empaques de plástico causando un ruido molesto.
Insistente le volví a llamar, esta vez aún más bajo.
Parecía no escucharme o ignorarme, dio la vuelta y la seguí. Parecía estar jugando conmigo, caminaba con la agilidad de una gacela y daba brincos durante su andar. Traviesa giraba hábilmente en cada intersección de pasillos. Nunca volteo a mirar si yo si seguía, supongo que ya lo suponía. Yo la seguiría a cualquier lado.
Después de tres y media vueltas y justo en la sección de enlatados agilicé mi paso y la alcancé, rocé su hombro con mi mano.
Y la gire.
Por las mañanas solía tomar una gran bocanada de aire y con los ojos cerrados imaginar el ambiente. Esa mañana en particular fue desconcertante. Pero no le tome importancia, debió ser por el olor a aceite de motor que provenía del auto viejo de papá, o por las tostadas quemadas que preparaba Elena en la cocina.
Rugidos, estruendos y gritos eran de esperarse en una mañana de un día de trabajo... ¡Apúrate mujer! ¡No olvides el almuerzo! ¡Pasa por mí a las 3! ¡Junta de padres de familia esta tarde! Algunos gritos más fuertes que otros.
Salte de mi cama para cambiarme antes de ir a la escuela, en el suelo revolvía el montón de playeras y tiraba hacia el otro lado de la habitación los zapatos, hasta que encontré lo requerido. Tome la mochila de mis figuras favoritas, y claro, el balón para jugar soccer en el receso.
En la mesa estaban servidas dos tostadas, que más bien parecían ser carbones con mermelada, las tire al cesto de la basura y tome el dinero sobre la mesa. Pretendía despedirme como cualquier niño normal antes de ir a clase, pero mi padre ya no estaba y desde abajo podía escuchar los terribles canticos de Elena en la ducha.
Sin más decidí irme.
Cuidando de no soltar el balón y evitar que este rodara por la calle subí al autobús al igual que otros niños, tome el lugar de siempre en la ventanilla, a lado de mi se sentó un chico nuevo.
Dos paradas mas y entro Tyler. Mi mejor amigo
Y en la tercera parada entro Alicia.
Normalmente uno no estaba tan pendiente de lo que las niñas hicieran, estaba particularmente interesado en Alicia. Ella siempre se sentaba alado de la niña invalida. Tengo la teoría que lo hace solo por popularidad, ya que esa niña solía ser bastante grosera con la mayoría.
Al llegar a la escuela, se nos separaba por grados y cada grado se iba a su respectiva aula.
Nosotros los de cuarto grado nos tocaba en el lado este del edificio de la escuela. Gris e imponente nos esperaba con ansias. Tyler a lado de mi platicaba como fue el partido del sábado y lamento que no hubiera podido asistir. Asentí.
A lo lejos la seguía mirando.
Alicia no era ejemplar, no la volteaban a ver todos, era inadvertida. Yo la conocía de lejos, hacia bastantes años que la miraba siguiendo la misma rutina solo que con ciertas variantes a través de los años.
Nuestras miradas se cruzaron.
Adentro del aula 34 mientras la maestra explicaba los principios de la biología, Alicia volteo a verme y me dedico una sonrisa.
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¿Que le pasó a Alicia?
Teen FictionNo era que fuera fea o antipatica simplemente nadie la notaba, era tan comun que todos creian que siempre estaria ahí, como el cuadro familiar a lado del telefono en casa, Incluso despues de desaparecida pocos les marco su ausencia, excepto a mi. ''...