Se podría decir que llegó a Madrid corriendo, pisando fuerte el asfalto con sus zapatillas rojas. Se instaló en un pequeño piso en Vallecas hace hoy cuatro años. Cuando se siente tranquila, le gusta perderse por el Madrid de los Austrias. Corre los fines de semana por el retiro, la San Silvestre cada año, y se apunta a todas las carreras que se organizan en la ciudad. Y cada vez que lo hace, se deja la piel y un poco de sus ya desgastadas zapatillas. Si le preguntas por qué corre con tanta pasión; te responderá que correr le salvó la vida. Aquel día, correr con sus zapatillas rojas, fue más efectivo que una orden de alejamiento...