Era el día. Era el día en el que mi vida podría cambiar, podría estar a punto de irse a pique también, y esa era una de las opciones que barajaba. Mi madre y yo íbamos a huir, y a ojos de muchos seguramente no sería más que un acto fruto de la cobardía, aunque estarían muy equivocados si ese pensamiento llegase a rondar en sus cabezas. Bajo mis humildes y jóvenes ojos, la decisión que había tomado mi madre demostraba valentía y quizás más que eso, quizás ganas de salir de la miseria de una vez por todas y dejar a mi padre, y todo lo que tenía que ver con sus trapicheos atrás.Teníamos documentos de identidad falsos en mano, proporcionados por uno de los muchos ojitos derechos que tenía mi madre, una poderosa, aunque debilitada, rubia de cabeza firme y cuerpo esbelto. A decir verdad, yo nunca había confiado en Alessandro, aunque sería mentira si dijese que no estaba loco por mamá, siempre había sido un fiel servidor de mi padre, así que gracias a sus juegos sucios había podido conseguir encaminarnos a algo mejor, o al menos eso parecía, pero eso no lo hacía menos mafioso. Y la primera regla de estos mismos, es nunca confiar demasiado en nadie. Pero había jurado un millón de veces, bajo las faldas de mi madre, que nada de eso iba a ser informado a mi padre.
Como si estuviese leyendo mis pensamientos a cierta distancia, mi madre baja las escaleras mientras me dedica una cálida y puede que tranquilizadora sonrisa.
—Fiore, mi niña. Te has hecho tan mayor, desearía poder verte aún correteando por los pasillos sin preocupación alguna más allá de decidir el vestido que le ibas a poner a tu muñeca. — esboza una melancólica sonrisa, de nuevo, y aunque quiera hablar no puedo. —Pero ahora ya no eres la pequeña inocente que eras, tienes que ser valiente más que nunca. — sentada junto a mí, se pone las manos sobre la cara y sé que en cualquier momento va a romper a llorar. —Lo siento mi niña, lo siento. No voy a poder darte la adolescencia que hubiese querido, sabes que no puedo. Lo sabes mejor que nadie, no has nacido en una familia que te pueda dar tranquilidad y felicidad constante. — se oculta con su pañuelo de algodón y solloza un par de veces antes de continuar. —Sé que es difícil, nuestras vidas van a cambiar, quizás dejes atrás muchas comodidades que hasta ahora la vida te ha ofrecido, pero estoy segura de que los miedos también empezaran a desaparecer.
—Lo sé, mamá. No deberías preocuparte, todo va a salir bien, confío en ti y en tus instintos, siempre lo he hecho y no va a cambiar ahora. ¿Tienes miedo? — frotándose los ojos frenéticamente, asiente, esta vez con lentitud. —Siempre he oído que el miedo nos hacía débiles, y que nadie quería a un débil.
Esboza una sonrisa leve antes de empezar a hablar de nuevo. —Oh cariño, ¿eso te ha dicho el bestia de tu padre, verdad? No hay nada de malo en tener miedo, o incluso si eso nos hace ver débiles. Se van a empeñar en que siempre debes estar en la cima, siendo una persona fuerte y valiente, pero no se puede, a veces hasta los monstruos de debajo de la cama te atormentan, no hay nada de miedo en temerlos. Pero no puedes dejar que el miedo condicione o limite tu vida, el miedo es temporal, tus decisiones no pueden depender de tus miedos, porque tu vales más que eso y tus temores no te definen. — asiento, aunque realmente no había entendido mucho, y ella pareció darse cuenta rápidamente. —Algún día lo entenderás, cielo, algún día.
Tenía once años, y aunque mi vida aún no era larga, sí que había sido intensa, y por eso mismo, nos íbamos de aquí. Durante generaciones, la familia de padre se había adueñado de Trapani, acabando como jefes de esta misma, y considerados los mafiosos más peligrosos de Sicilia, de la mano de Corleone y algunas familias más. Eso no nos había permitido llevar una vida corriente, siempre teníamos sobresaltos y era imposible mantenernos unidos ya que siempre surgía algún imprevisto que obligaba a mi padre irse de la casa por algún tiempo. Se repetía la ocasión y esta vez iba a ser más larga que las anteriores, papá tenía que escapar para protegerse, y desaparecer durante unos meses, así que era la ocasión perfecta para escaparnos. Y así lo haríamos, a Nueva York.
ESTÁS LEYENDO
Fiore Trapani.
ActionFiore Trapani escapa con su madre lejos de la riesgosa vida italiana que su mafioso padre había traído a su familia. Pero, años después, cuando ambas son descubiertas, Fiore debe tomar la misma temerosa vida que su padre para así salvar la calma que...