Shall we dance?

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Soltó un pesado suspiro y miró a sus alrededores. Nada. Estaba completamente solo en su habitación. No es que le molestara la soledad en lo absoluto, pero se le hacía raro que el bulto de vendajes andante estuviera despierto desde tan temprano, por lo general era él quien se levantaba primero y preparaba el desayuno.

Con pereza se levantó de la cama y caminó rumbo a la salida del cuarto, pero en cuanto trató de jalar la perilla para abrir la puerta no pudo hacerlo. Creyó que había empujado para el lado equivocado y lo intentó de nuevo un par de veces aunque fue en vano, la puerta parecía estar cerrada con seguro. Preocupado, corrió hacía la ventana y se sorprendió al ver que esta también  había sido cerrada. Trató de abrir la puerta a patadas pero no servía. Estaba encerrado en aquel lugar.

-Oh Chūya, veo que te despertaste. Buenos días. -dijo una voz que reconoció de inmediato al otro lado.

-¡Dazai, bastardo! ¿Qué se supone que está pasando?

-¿Qué no es obvio? Estás encerrado, vaya que eres u cabeza hueca. -eso molestó aún más al pelirrojo, claro que estaba encerrado, pues era el castaño quien se había encargado de tenerlo ahí.

-¡Eso ya lo sé! Me refiero a qué demonios tienes en mente para mantenerme aquí.

-Oh, ¿no lo recuerdas? Sé que los caballeros no tienen memoria pero pensaba que por lo menos tu diminuto cerebro podría recordar eso. -se burló Dazai mientras golpeaba quedamente la puerta.

-¡Eres un ba-

-Todas las respuestas están en el armario, Chūya. Ve y revisa lo que hay dentro. -comenzó a caminar rumbo a la cocina, tenía mucha hambre como para seguir peleando con su pequeño mafioso. -¡Ah!  una cosa más, ni se te ocurra escapar. -sentenció antes de abandonar al menor por completa.

Por su parte, el mafioso a regañadientes fue a donde se le había indicado y al abrir el armario se encontró con un vestido amarillo bastante esponjoso.

-¿Huh? -lo examinó y siguió buscando alguna pista hasta que reparó que toda su ropa había desaparecido y sólo tenía eso para vestirse. -¿Qué clase de broma es esta? -se preguntó mientras dirigía su mirada a un sobre blanco que se encontraba justo en el suelo. Seguramente se había caído al momento de agarrar aquella llamativa prenda.

Abrió lentamente la carta, no porque le tuviera miedo a lo que fuera a leer, sino porque conociendo a Dazai,  diría alguna tontería y no se equivocaba.

Querido (mas bien no tan querido) Chūya,

Si estas leyendo esto es porque ya encontraste el lindo vestido que me encargué de conseguir para ti. Supongo que te preguntarás qué tiene que ver con el hecho de que estés encerrado, pero la respuesta es muy fácil. ¡Tú y yo tendremos un baile ésta noche! No creas que pasé por desapercibido tu comentario el otro día que veíamos La Bella y la Bestia. Aún no se me olvida la cara de disgusto que pusiste al ver la escena y lo que dijiste, si me permites, te citaré textualmente "¿A eso le llaman bailar? ¡Que va! Apuesto a que en su vida han sabido lo que es un baile decente, yo podría hacerlo mejor incluso estando ebrio."

Así que Chūya, por favor no te embriagues el día de hoy, sería terrible ver a una princesa en un vestido tan hermoso borracha. Alrededor de las nueve te llevaré  al castillo, podrás bailar conmigo, tu príncipe.

Te estaré esperando con ese lindo vestido que escogí sólo para ti.

-Dazai, tu príncipe encantador.

Releyó la carta varias cosas veces, hasta que a la quinta la arrugó y la lanzó lo más lejos que pudo. Estaba molesto, más que molesto, furioso, en cuanto viera a Dazai le daría la paliza de su vida. Miró el reloj de mesa y vio que eran las nueve y media de la mañana, se preguntó que haría en todo ese tiempo, lo peor era que ni siquiera había desayunado. Sí, el desperdicio de vendajes moriría después del baile.

Shall we dance?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora