Capitulo 3
Ese año, en su primer grado básico, Pablo siguió siendo un buen estudiante, fue electo presidente de su grado y nuevamente abanderado. Era guapo y las chicas de su edad estaban muy interesadas por él, pero también sabían que él no manifestaba interés por ninguna compañera de estudios, a pesar de ser un gran amigo y muy fino con todas.
Marisol y Eugenia se interesaban mucho por esta lo más cerca posible de Pablo en forma disimulada y lo hacían tan bien que el novio de Eugenia no se había dado cuenta de ello. En una ocasión que estaba preparando una fiesta del colegio, ellas comentaban:
-Estoy muy contenta por la fiesta de mañana fíjate Eugenia, pues aquí hay muchos jóvenes guapos para bailar.
-Si Marisol, estoy igual que tú, con muchos deseos de gozar en esa fiesta, y es cierto lo que dices, los muchachos están bastante guapos, como para bailar con todos,
-Pero tú ya tiene asegurado una bonita fiesta Sheny. Porque a tu novio le encanta bailar; en cambio, yo no sé si voy a tener suerte de bailar con alguien.
-Sí, es cierto, iré con mi novio y bailaremos bastante, lástima que no puedo bailar con todos, pero lo que más me llama la atención es bailar con Pablo, porque si así como baila, qué fiesta más agradable se ha de pasar con él.
-Pues cuando te digo que no sé si voy a tener suerte de bailar con alguien, ¿A quién crees que me estoy refiriendo?
-No sé Marisol, dime, ¿A quién?
-A Pablo.
-Eso si te lo permito, pues ya te dije que me muero por bailar con él.
-¿Cómo así? Tú dedícate a bailar con tu novio y no pienses en otros muchachos, eso no es posible, ni lo pienses si quiera.
¿Por qué si tú tienes un novio es para estar con él y con nadie más, sé que tú no podrías bailar con nadie más estando tu novio presente.
-¿No me conoces verdad Marisol? Es más, hagamos una apuesta y verás que sí voy a bailar con él.
-Pues está bueno, ya lo veremos ese día.
El día de la fiesta, las chicas y los muchachos llegaron vestidos con sus mejores galas, se notaba que el uniforme de diario le disimulaba la belleza y hermosura a las señoritas y a los muchachos le restaba lo apuesto. La música en sus inicios demostraba que era apta sólo para la alegría. En cuestión de minutos el salón se llenó de parejas felices danzando. Marisol hacia tato que no quitaba los ojos a Pablo, que baila con una compañera de ambos; en el otro extremo del salón había oros ojos femeninos que tampoco dejaban de ver a Pablo, eran los de Eugenia, que aparte de querer bailar con Pablo quería ganarle la apuesta a Marisol.
Hubo un momento en que Pablo dejó de bailar y se fue a platicar con un grupo de amigos, que aprovechó Marisol para acercase a manera que él la viera, conociéndolo como todo un caballero, le pediría que bailara con ella, a lo cual accedería con mucho gusto. Así lo hizo, y Pablo al verla le dijo:
-!Hola Marisol! -Se le acercó dándole un beso en la mejilla.
-Lastima que no hay fiesta todos los días para verte tan bella como hoy.
Marisol se sintió muy feliz y le contestó:
-Gracias Pablo, pero tu también vienes muy guapo. ¿Puedes cumplirme un deseo? -Le preguntó.
-Si puedo con mucho gusto, ¿De qué se trata?
-Me permites que la primera pieza que baile sea con un tipo apuesto.
-Dime quien es y con mucho gusto te lo voy a traer.
-No te hagas, te lo estoy diciendo a ti guapote, ¿Bailamos?