No se lo digas a nadie.

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-Vayamos arriba. - Señaló unas altas escalerillas rectas y metálicas. Carl me guió hasta la que supuse que era su... ¿habitación? La tenía "decorada" con una repisa llena de cómics y algunos pósters viejos y sucios, de lo que reconocí que era una antigüa y poco conocida serie anime.

-Vaya, me encantaba esa serie, sobre todo... - Me interrumpió. Parecía enfadado.

- Explícame por qué te has escapado, y no te vayas por las ramas. - Aquel Carl serio, frío y enfadado, asustaba. Creo que se dió cuenta de mi reacción hacia el nuevo Carl que su rostro se suavizó bastante y relajó los hombros. -... princesa.

- Es que... - Comencé, sentándome a su lado en la cama, deshecha, por cierto. - Mi padre es un pesado. En el "pueblo seguro" donde vivimos, ni siquiera me deja salir de casa. Me paso el día sola, en mi cuarto, llorando y cortán... -Me callé. Estaba hablando demasiado. Una silenciosa y solitaria lágrima bajó por mi pómulo. Me la sequé rápidamente con la manga de una camiseta.

Carl bajó su mirada desde mis ojos hasta mis labios, y después hasta mis muñecas. Yo me dí cuenta de lo que estaba mirando y, casi por acto reflejo, me cubrí con una sábana.

-Wells... -Estaba muy sorprendido.

-No digas nada, por favor... -Le interrumpí, al mismo tiempo que me cubría la cara con ambas manos. Me sentía tan sola. Tan triste. Tan avergonzada. Tan sucia. Me daba asco. Tenía ganas de vomitar.

-Tranquila, pequeña princesa. -Me consoló Carl, atrayéndome hacia su cuerpo. Yo me levanté, él me imitó. Estaba a punto de salir por la puerta cuando siento una cálida y suave mano agarrándome suavemente la muñeca.

-¡Ay! - Me quejé involuntariamente. Me agarró del antebrazo para no causarme mas dolor y me atrajo hacia sí mismo, envolviéndonos, a mi y a mis cortes en un cálido abrazo. Necesitaba tanto un abrazo así.

-¡Carl! - Escuché gritar a una voz masculina. Carl se separó rapidamente de mí y se asomó a la puerta de su celda.

-¿Qué pasa? -Gritó Carl.

-Ven. Baja. - Se volvió a escuchar la misma voz de hombre. Carl se aproximó a mi.

-En seguida vengo. Espera aquí. -Me susurró en el oído, lo cual hizo que todo el vello se me erizara.

-De acuerdo... -Le volví a susurrar yo. ¿Desde cuándo me comunico tan sólo en susurros?

Carl salió corriendo de la celda y bajó las escaleras. Les escuché hablar. Creo que era su padre.

Me asomé un poco a la puerta para poder escuchar mejor.

-Oh, vamos, papá. -Habló Carl.

-Ni siquiera sé quién es

-Pero yo sí.

-Bueno... primero la tendremos que registrar y hablar con ella.

-¿Registrarla?

-Sí, hay que asegurarse de que no la han mordido.

-Pero...

-Nada de peros. Si de verdad quieres que se quede, la registraremos. -Espera, ¿Carl quería realmente que me quedara? Este chico es un cielo... "¡Wells! Prometiste enamorarte sólo de Brad." Oh, cállate conciencia.

-Wells, ¿podrías bajar?

Yo bajé las escaleras, dónde me esperaban Carl y su padre. Este último me lanzó una mirada seria y echó a andar. Carl se me acercó. Quedamos a una distancia bastante peligrosa. Yo podía oler su aliento a menta fresca, ya que tenía la boca entreabierta, al igual que yo. Mi aliento seguro que olía a fresas.

Sorpendentemente, Carl cerró aquella distancia entre nosotros y depositó un pequeño pero dulce beso en mi rojizos labios.

-No estás sola. - Me recordó, cuando ya podía hablar. - Por cierto, creo que me gustas...

Después de aquello, se dio media vuelta y echó a andar hacia el mismo lado en el que se había dirigido antes su padre.

The Walking Dead: Los zombies no nos lo impiden...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora