Él era todo lo que yo tenía y yo era todo lo que Él tenía. Lo habíamos perdido todo y a cambio conseguimos una única cosa, lo único que nos mantendría vivos.
Cada día vagábamos por las calles en busca de algo de comida, lo necesario para poder sobrevivir. Sin embargo, yo había nacido con un cuerpo débil y aquella mala rutina alimenticia pronto deterioró mi cuerpo. Desde entonces Él decidió ir por su cuenta en busca de comida. "Tranquila, yo ya he comido antes de venir aquí" decía con una sonrisa mientras me daba aquello que había podido conseguir. Al principio no me di cuenta o quizás no quise hacerlo, pero llegó un punto en el que no pude ignorar el hecho de que siempre decía lo mismo y siempre era mentira. Él nunca comía para que yo pudiese comer todo. "Estoy llena, puedes comerte lo que queda" empecé a decir.
Así, poco a poco, pasaban los días. Dormíamos donde podíamos, en algún banco, en la pared de alguna calle o en el campo. Él siempre me dejaba apoyarme en él. Si estábamos en un banco el se sentaba y usaba sus piernas de almohada, dejándome tumbarme en el banco y si dormíamos sentados en una pared, me dejaba su hombro.
Un día vino todo golpeado, lleno de moratones y con una gran sonrisa dijo "Mira lo que he conseguido" mientras sacaba comida sin parar de una bolsa. En ese momento no pude contener las lágrimas. "No tienes que llegar a estos límites por mí, si te llegará a pasar algo yo...". "No pasa nada, siempre estaremos juntos" dijo mientras puso su mano en mi cabeza y, mirándonos a los ojos, nos besamos. No te confundas, esta no es una historia de amor. Ese beso fue el primero y el último que hubo entre nosotros.
Los días pasaron, era una vida difícil, pero mientras nos tuviéramos el uno al otro no nos importaba aguantar esa situación. Sin embargo, como ya he dicho antes, yo nací con un cuerpo débil e incluso si Él me daba todo lo que podía y más mi cuerpo llegó a su límite.
"Tengo frío". Él se quitó su chaqueta y me la puso. "Tengo...tengo mucho sueño". "Tranquila, duerme, estaré a tu lado". Él siempre sabía cuándo me pasaba algo, mi estado de ánimo y si algo me preocupaba. Es por eso que estoy segura que Él sabía que esos iban a ser mis últimos momentos viva. Así es, ese día, al cerrar mis ojos mientras Él me daba la mano y yo me apoyaba en su hombro, fallecí.