VII La desgracia de Báthory

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Cuando estábamos ya en Akross llegamos a un lugar diferente al cual el portal había sido fabricado, estaba en el palacio de justicia de Adiv. Era como si hubiesen perfeccionado la maquina esa en solo cuestión de días. Muchas personas estaban afuera en las puertas del palacio, mirando que iba suceder con el destino del hijo del líder Paul, en ese momento no pude contemplar la grandeza de ese edificio y la belleza de su estructura vanguardista. Sus paredes tatuadas con figuras alusivas a la justicia universal que de hecho en Akross no existía. No sabía que pensar no quería saber absolutamente nada, solo quería a Scarleth a mi lado.

Estaba esperando que mi juicio iniciara, las únicas personas que en ese momento estaban eran Edric, Cedric, mi madre Kristen, el juez, los padres de Aaron y algunas personas de alto nivel social de Akross. Las grandes puertas de la sala se abrieron y entro Paul junto a Scarleth e Ian, ambos hermanos estaban atados con manillas de seguridad eléctrica.

Quería pararme y abrazar a Scarleth, pero estaba en una silla que no me permitía pararme, era como si la silla estuviese pegada a mi esqueleto. Al parecer se me olvido leer el código penal de Akross, no sabía ni lo que me estaban haciendo; Scarleth e Ian estaban tan asombrados como cuando yo llegue a la tierra, ellos estaban más que confundidos. Scarleth estaba mirándome fijamente a mis ojos, esos hermosos ojos me decían el miedo que sentía de morir.

– ¿Quién me va a juzgar? –Dije yo con una voz parca y burlesca.

– ¿Quién mejor que yo Caleb? –Respondió Paul.

– Que desgracia que un ser tan despreciable tenga la facultad de juzgar algo que va en contra de sus propios pecados. Paul, me causa gracia el hecho de saber de qué tu régimen sobre Akross pronto terminara, "tus más leales compañeros" se encargaran de llevarte al infierno que mereces.

Cuando estaba diciendo eso el público me miraba como si les estuviese desmantelando su plan, a Akross ya le estaba llegando la hora de su amanecer.

– ¿Cómo demonios tuve a un engendro tan asqueroso como tú Caleb?, Akross no permitirá sacrificar su calidad de vida. ¿Pretendes ayudar a los ignorantes de la Tierra?, tu pueblo va a sufrir por tu culpa. Pero eso no es lo más importante ahora, Caleb pagaras por lo que hiciste, esto será más que fácil. Pagaras como condena el resto de tu vida en la isla Báthory, tus sucios congéneres de la Tierra también pagaran. Y no será menos leve, la condena de ellos te dolerá más que la tuya.

– Paul los está engañando a todos, nos tiene amedrantados. ¡Akross levántense!... Scarleth, Ian, lo siento. –Fueron las últimas palabras de perdón que dije, fueron las peores palabras que salieron de mi boca.

Vi cuando sacaron a Scarleth y a Ian, los trataron con demasiada violencia. Cuando vi los ojos de ellos partiéndose en lágrimas no sabía que pensar, Scarleth e Ian estaban más que perturbados, yo acabe con sus vidas.

Estaba viendo como mi madre miraba mi pecho, ella aparentemente estaba concentrada en el medallón, en su rostro se tallo una preocupación mayor a la de este momento. Ella me hizo una señal algo extraña señalándome el pecho, como si me lo quisiera quitar.

Me sacaron del edificio, estaba en la plaza más grande de Adiv, ahí se encontraban los más importantes centros de representación de nuestro gobierno. Pero justo antes de partir hacia Báthory mi madre interrumpió para hablar conmigo, estaba desesperada por hablar conmigo.

– Caleb, ¿por qué tienes ese medallón, de donde sacaste eso?

–... Madre eso ya no es importante, solo dime que es lo que sucede con él.

Unas personas de la guardia en conjunto con Edric, venían a retirar a mi mamá por la fuerza, cuando comenzaron a arrastrar a mi mamá hacia el palacio ella decidió decir algo que estaba fuera de contexto.

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