Prólogo

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  —Tadashi, no!–Escuché hablar a mi hermano con preocupación y miedo.—No vayas.–Tiene miedo... al igual que yo.

  —Callahan está adentro, no puedo dejarlo.–Hablaba con preocupación por mi profesor y miedo de entrar.

  Corrí al interior del edificio, era un infierno, literalmente, o al menos como siempre lo dibujaban, hacía demasiado calor, el humo me ahogaba. No podía verlo.

  Bramaba en vano intentando poder hallarlo entre el apogeo de llamas y humo.

  Lo último que pude escuchar fue una detonación, solo pude ver destellos, y sentir una ráfaga de humo y calor estrellarse en mi anatomía, haciendo que me lanzara por los aires e impactara en el suelo lejos de donde antes me encontraba.
  Las últimas palabras que resonaban en mi cabeza eran aquellas que tanto me hacían feliz, provenientes de la hermosa voz de la persona que tanto amaba.

  —Te amo, Tadashi.

  La última imagen que veía era la de Hiro, con su hermosa sonrisa de oreja a oreja dejando ver sus lindos dientes frontales levemente separados, sus mejillas inundadas de un color carmín, sus enormes ojos de raya que tanto me encantaban, y su cabello negro azabache alborotado, diciendo aquellas dos simples palabras que significaban tanto para mi.

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