Capítulo 46

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«Nos había mentido diciendo que mi mujer había despertado para que salgamos todos juntos y así nos mata a todos de golpe, un plan muy célebre»

— ¿Sí? Centro de emergencias dígame— dice la voz de un hombre al otro lado del altavoz

— ¡Maroon nos está siguiendo por la autovía!— intento sonar lo más calmado posible, pero fallo completamente

— Disculpe señor, cálmese y dígame quién es usted

Un estruendo interrumpe sus palabras, seguido de miles de cristales rotos y los llantos de mi hijo. Vuelvo la cabeza hacia atrás para descubrir al compañero de Maroon, que va sentado sobre la ventanilla y lleva una pistola en alto hacia nuestra dirección. 

Con rapidez me estiro hacia el asiento de mi hijo, deshago su cinturón y tiro de él y de su aparatito hacia mi pecho. Abro mi chaqueta y lo metro entre mi camiseta y mi chaqueta intentando calmar sus llantos.

— Soy Junaid Salinas, y el hombre que disparó a mi esposa, Maroon Stephen, junto con otro hombre nos están disparando

— Acabo de enviar una patrulla hacia donde está usted. Lo he localizado, en unos segundos llegará la ayuda— me informa— usted manténgase calmado, calme al niño y trate de no causar más accidentes ni más heridos.

Mohammed derrapa por una salida, haciendo que Maroon desaparezca por la autovía. Para el coche a un lado de la carretera y baja a posar su frente en el suelo, pose de rezo y agradecimiento a Allah. Voy a su lado y lo imito, dando gracias por llegar sanos hasta aquí. Entonces me doy cuenta de un molesto pitido. 

Mis músculos se tensan y levanto a mi niño de mi pecho. Mi corazón da un vuelco cuando lo veo de un tono morado, con los ojos cerrados y sin respirar

— ¡Mohammed! ¡Mi niño!— mi voz sale en un grito sollozado

Sin esperar a que Mohammed dijera nada me levanté, subí al coche y arranqué a toda velocidad, rumbo al hospital.

Subo los escalones de dos en dos hasta encontrar a una enfermera y tenderle mi hijo

— ¡Haga algo, se lo suplico!— sollozo con las lágrimas corriendo por mi rostro

La mujer palidece al ver a mi niño, y corre con él entre brazos.Entra en una sala y cierra las puertas tras ella

«Imbécil, lo he matado, lo acabo de matar... Lo he asesinado, no escuché sus llantos, sólo quería salvar mi puto culo» «¿Qué le digo a su madre cuando despierte? ¿Manejaba tu hermano y yo en vez de prestar atención a nuestro hijo me mantuve atento de que ninguna bala tocara mi cráneo? Prefería morir yo a que muera él, que muera todo el mundo menos él»

Corro escaleras abajo, limpiándome las lágrimas y chocando con todo el mundo. Llego frente al cuarto número 209 y empujo la puerta. Doy algunos pasos en su dirección. Tiene la cabeza ligeramente girada, y le quitaron la mascarilla de oxígeno. 

Doy un paso más para sollozar en su pecho, cuando sus pestañas se separan y su rostro gira en mi dirección. Sus ojos se encuentran con los míos y una sonrisa aparece en su rostro.

Esa mirada de color pardo, esas pestañas largas y mecidas, esos hoyuelos, esos labios, esos dientes perfectos... Extrañaba tanto verla así. Mi pecho revolotea y mis piernas flaquean, haciendo que mi mundo se construyera entorno a ella de nuevo

— Hi!— pronuncia su voz ronca y deteriorada por la poca actividad que tuvieron sus cuerdas vocales.

«¿Hi? ¿Desde cuando nos saludamos con un simple "Hi"?»

— Hola amor— camino hacia ella para abrazarla, pero lo que pronuncia me hace parar en seco, destruyendo mi mundo al completo

— Is that spanish? I really wanna learn spanish, I love it!— pronuncia con admiración

— ¿C-como estás?— tartamudeo en un ingles bastante imperfecto

— Em... No siento mis piernas, a parte del dolor de cabeza, pero todo bien ¿Qué ocurrió? 

Es ahí cuando se abre la puerta y aparece el doctor tras ella. Al verme tan pálido frunce los labios y se acerca sonriente a Melek

— Hi beauty? How are you feeling?— pregunta animado

— Mis piernas no las siento, mi cabeza me duele y apenas puedo mover los brazos, porque me duelen mucho— pregunta dolorida

— Eso es normal, ahora vamos a lo importante. Necesito que respondas algunas preguntas con total sinceridad— se coloca a su lado en la camilla— ¿En qué año estamos?

Ella frunce el ceño pensativa «Vamos amor, Allah ayúdala»

— No recuerdo

Eso me llega como un golpe, tan fuerte que tengo que sentarme para no caerme al suelo

— ¿Tu edad?— ella niega con la cabeza— ¿El lugar donde estamos? ¿La la lengua en la que te hablo?

— Sí, eso sí. Es inglés— responde ésta vez emocionada por saber algo. 

El doctor le da una sonrisa mientras y se dirige a la puerta, pero justo cuando está a punto de tirar de la puerta ella le hace una última pregunta, que revuelve mi estómago

— Who am I?

— You are going to remember honey— y desaparece por la puerta

No puedo aguantar más, y corro a los baños para sacar todo aquello que comí esta mañana. Cuando el altavoz suena haciéndome sobresaltar

— Familiares de Salinas Barakat, sección de maternidad, habitación 100— Mi hijo

Corro de nuevo a la planta de arriba y empujo la puerta de la habitación que me dijeron. Un llanto que me suena a canto de sirenas llena mis tímpanos, haciéndome correr y abrazar al enfermero que dejaba a mi niño sobre la cunita.

El hombre me mira extrañado, con una enorme sonrisa en el rostro. Me da dos palmadas en los hombros y sale del cuarto dejándome solo con mi niño. Me agacho sobre él para dejarle un par de besos, sin apretar demasiado sobre su delicada tez, y dejo las lágrimas bajar por fín.

Un pitido llena mis oídos y saco mi teléfono para leer el nombre de mi hermana en la pantalla. Descuelgo con rapidez para contarle la noticia. Aunque me habría encantado que me reconociera, poder abrazarla y besarla a mi antojo, me conformo con que esté entre nosotros, con su sonrisita y sus hoyuelos apetecibles. Y si no llega a recordar nada, la volveré a enamorar y me volveré a casar con ella de nuevo. No me importaría repetirlo una y otra y otra vez, sin con ello yo la tenía de mi lado, cogiéndo mi mano y besando mis labios

LLevo el teléfono a mi oído y antes de poder pronunciar nada el llanto de mi hermana me alarma

— ¡Ángeeeeeel! ¡Papá!— grita en un sollozo

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Os puedo asegurar que estamos cerca del final, quedarán así como dos capítulos como mucho

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La Chica del Hijab ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora