Entrar a la tribu fue como meterse en un horno caliente. Llevo rato tratando de localizar rastros de vida entre tantos escombros. Todo está irreconocible. El fuego ha calcinado nuestros hogares y los muchos cadáveres de los que una vez fueron mis amigos, mi tribu. El espeso humo era asfixiante. Con mi antebrazo intenté cubrir mi rostro para evitar asfixiarme. Era muy difícil ver entre las llamas. No podría permanecer aquí por mucho tiempo. En el momento que mis pulmones se saturen, me será imposible respirar. Me acerqué a lo que parecía los restos de una choza y escuché ruidos: una tos apagada, junto a un leve gemido. Sin pensarlo mucho busqué la procedencia del sonido.
—¿Hay alguien aquí?—pregunté esperando que me escuchara; necesitaba que hiciera algún ruido que me ayudara a ubicarlo.
El gemido se hizo más audible. Sin embargo, la persona parecía estar atrapada bajo unos escombros, por lo que me era imposible localizarlo. Sin perder tiempo comencé a mover las pesadas tablas de madera y columnas que lo cubrían. Un quejido de dolor me hizo detenerme. Me di cuenta que se trataba de una chica y debía estar gravemente herida. Continúe retirando escombros hasta que pude distinguir un cuerpo. Lo reconocí a pesar de la cantidad de sangre que revestía su piel.
—¡Arock!—llamé pero no respondió.
Estaba muerto. Una profunda cortada cruzaba su rostro, dejándolo prácticamente irreconocible. Me horroricé al darme cuenta, que sus brazos habían sido mutilados hasta los codos. El sollozo de la chica, me devolvió del estupor. Ella estaba atrapada bajo el cadáver de Arock. Me armé de valor y moví el cuerpo sin vida del que una vez fue mi líder.
Al fin la encontré. Tenía una cortadura en su frente del cual la sangre emanaba a chorros. Me parecía que se estaba ahogando con su propia sangre, así que con cuidado la ayudé a ponerse de lado. Desgarré parte de mi vatho para usarlo como vendaje. Rápidamente realicé un torniquete para detener la hemorragia.
—¿Puedes oírme?—pregunté y ella me afirmó débilmente—. ¿Crees que te puedas poner de pie…?—No respondió.
No tenía mucho tiempo, así que la levanté con cuidado del suelo; y la cargué sobre mi hombro. Ella gimió, pero no tenía más remedio que moverla. Sé que es peligroso para la chica ser zarandeada, pero muy pronto las llamas terminarían de consumir esta choza. Si no corría, ambos quedaríamos atrapados.
—Kalen… —dijo la chica en un susurro casi inaudible.
“Misae…”reconocí su voz, aun cuando era apenas un suspiro.
—Te llevaré a un lugar seguro—le dije para tranquilizarla. No respondió, me parece que se quedó inconsciente. Me dispuse a salir de la choza, cuando una viga cayó frente a mí.
—¡Maldición!—Exclamé desesperado.
Entre las llamas y el humo busqué una salida; y corrí fuera con el peso muerto de Misae en mi hombro. Intenté concentrarme un poco. Si lograba distinguir los pensamientos de los que se encuentraban cerca de mí, tal vez, podría encontrar a mi abuelo. Me esforcé como nunca lo había hecho antes. Normalmente evito hacer conexión y en este momento, deseo lograr todo lo contrario. Ya me estaba comenzando asfixiar; y el calor de las llamas me estaba debilitando. Aun así, me esforcé por concentrarme; aunque, no logré resultados.
Continúe caminando sin rumbo, huyendo del fuego que amenazaba con atraparme. Intentando buscar el rastro de algún pensamiento. “¡No! Ahora no…” No encontré señal de mi abuelo pero había reconocido la presencia de tres varformos cerca. “¡Tres, malditos varformos!” Con Misae a cuesta podría intentar lidiar con uno, pero tres… no tenía ninguna oportunidad de sobrevivir. Mi única opción era huir.
Sus pasos se aproximaban hacia mí. “Creo que saben dónde estoy…” Su sexto sentido para identificar el calor corporal, aún entre estas llamas, era asombrosa. Para mi horror, el fuego no parecía afectarlos. Podría asegurar que lo disfrutaban. Esto era un juego para ellos. Corrí en dirección opuesta. Escuché resonar tras de mí lo que me pareció ser una carcajada. Sentía que corría en un laberinto de humo. Y ellos me seguían de cerca. Sé que si ellos quisieran, ya me habrían atrapado, pero disfrutaban verme intentar huir. Mis movimientos eran más lentos que antes. Mis pulmones ya se estaban viendo afectados por el incendio. No tenía más opción que abandonar la tribu sin mi abuelo.
Activé mi collar. Mi única posibilidad para escapar dependía de este péndulo que me dejó mi madre. Como ya había hecho antes los cegué. Las carcajadas cesaron. “¡Ja! ¿¡Por qué no ríen ahora!?” Me alegré, llenándome de coraje. Salté, con destreza algunos escombros. Los varformos me tomaron más enserio. No me veían pero sus sentidos eran muy agudos. Escuchaban mis movimientos con facilidad. Aún me seguían de cerca. Quise que quedaran sordos; y un zumbido agudo nos ensordeció.
—¡Ahhh!—aullé.
“Debo tener más cuidado con lo que deseo.” He creado una conexión mental con ellos; y en ocasiones mis sentidos se unen a mi objetivo, provocando que sienta su sufrimiento. Mis ojos se llenaron de lágrimas por el terrible chillido en mis oídos. Pero continúe corriendo desesperadamente. No sabía hasta cuándo podría mantener esta conexión; y una vez se pierda, ellos me podrían atrapar. Los gruñidos de los varformos resonaron en el aire. “¡No!” Estaban llamando refuerzos. Me alejé hasta que el chillido desapareció. Ahora me era imposible escucharlos.
Corrí por la pradera con Misae a cuesta, lo más rápido que pude. Si los efectos nocivos del humo mi cuerpo se recuperó; y pude correr con mayor velocidad. Miré a mi espalda y me percaté que ya la tribu no era visible, me había alejado bastante. Aun así, sabía que todavía no podía relajarme; por lo que continúe corriendo en dirección al Río Rojo. Sin la ayuda de Niebla, llegar a la cueva donde se encontraba mi abuela era mucho más complicado.
—¡Ugghh! —Un gruñido se escuchó cerca.
“¡Cómo es posible! Ya me han alcanzado…” Me apresuré a correr más rápido, y alejarme de donde procedía el sonido. Pero un grito de auxilio llamó mi atención. La petición de ayuda fue débil, pero pude distinguirla con facilidad. Me detuve en seco y regresé en busca de la víctima. “Abuelo…” Un hilo de esperanza surgió en mi conciencia. Apresuradamente busqué a las víctimas y un grito de mujer desgarro el aire.
—¡No!—Un plañido resonó a lo lejos.
Tan pronto estuve suficientemente cerca, vi como ese enorme varformo, desgarraba con sus dientes el rostro de una chica. Me detuve horrorizado. Impotente ante la brutalidad de esa criatura. La rabia y el odio me dominaron. Sin pensarlo dos veces, coloqué a Misae en el suelo y corrí a enfrentar a aquel varformo. Los gritos de agonía de la joven cesaron en el momento que éste la lanzó contra el suelo. Dirigió su atención al muchacho frente a él. Al enfocar la mirada, me percaté que se trata de Merdock. Estaba paralizado, esperando su inminente muerte.
Comencé a lanzar flechas hacia lo que parecía el cuello de ese ser. En mi anterior enfrentamiento descubrí que esta era su área más vulnerable. Pude llamar su atención. Esperaba con esto darle algo de tiempo a Merdock para que escapara, pero no se movió.
—Idiota, te vas a quedar ahí a esperar que te maten. ¡Muévete!—le urgí.
El varformo comenzó a correr hacia mí. Continúe lanzando flechas a sus coyunturas. Su armadura de hierro y huesos es fuerte, era como disparar flechas a un muro. Tan pronto estuvo más cerca, lo cegué. Esta era la ilusión que se me hacía más fácil crear hasta el momento. Dudé en dejarlo sordo, no quería sufrir la terrible molestia que esto produce. No tengo idea del por qué yo también soy afectado por ese maldito chillido. Si hasta ahora no he sufrido ningún efecto al cegarlos, no entiendo porque con la sordera es diferente. En este momento necesito todos mis sentidos funcionando al máximo, así que preferí no arriesgarme.
El varformo comenzó a rugir de rabia, al caer preso por mi ilusión. Corrí a su espalda y salté sobre él. Estaba enfocado en clavarle mi puñal en su nuca, pero no conté con que éste me tomara por el pelo y me arrojara lejos. Me había lanzado como si yo fuera un simple muñeco de paja. Su fuerza era descomunal. Me levanté del suelo sintiendo como me dolía cada hueso. Merdock, no se había movido, estaba ahí con su mirada perdida en la nada, sin la menor intención de ayudar. “¡Ah! ¿Por qué estoy ayudando a este idiota? Debería dejar que muera…”, pero no podía. Me sentía culpable por no haber advertido a los ancianos de lo que había escuchado; así que no podría dejar morir a nadie sabiendo que pude haberlo evitado.
Corrí nuevamente y salté a la espalda del varformo. Clavé mi puñal, atravesando su piel y cruzando la navaja entre los huesos de su nuca. El monstruo aulló de dolor y se desplomó. Aproveché su caída y torcí la hoja de mi cuchilla en su médula , ocasionado su muerte inmediata. Esta vez, me resultó más sencillo. Ya conocía su punto vulnerable y con mi péndulo tenía bastante ventaja.
No tuve tiempo de coger aire, tan pronto recuperé mi daga, pude percibir que los tres varformos que me seguían me habían encontrado. Los vi de lejos dirigirse hacia mí. Nuevamente, hice uso de mi péndulo para dejarlos ciegos, esto me daría algo de tiempo. Puedo luchar con un solo varformo, pero tres esta fuera de discusión. Corrí con dificultad en dirección de Merdock, esto debido a que me había lastimado la pierna derecha y creo haberme roto una costilla. “¡Rayos! No tengo forma de escapar.” Me lamenté al darme cuenta que cada vez se me hacía más difícil moverme. Me tiré al lado de Merdock sin aliento. Me arrastré hasta él, viendo como éste seguía absorto en sus pensamientos.
—¡Despierta!—gruñí y al ver que no reaccionaba, clavé mi puño en su rostro—. ¡Idiota te digo que despiertes!
Merdock, reaccionó. Llevó la mano derecha a su hinchada mejilla y me miró con sus ojos llenos de lágrimas. Por un segundo, pude conectarme con su mente. Taly, la mujer que amaba, había sido asesinada y mutilada frente a él. Todavía no lo podía aceptar. Merdock le había prometido protegerla; y ella le dijo que se casaría con él, si ambos lograban sobrevivir. Pero no sobrevivió y ahora no tenía nada por lo que vivir. Quedé algo conmovido por su sufrimiento, nunca pensé que amara tanto a Taly. Por otro lado, me daba mucha pena la muerte de Taly, pero sabía que ella realmente no amaba a Merdock. Estoy seguro que Taly le hubiera dicho lo mismo a cualquiera que prometiera protegerla en ese momento. Debía lograr que éste idiota me ayudara, para poder escapar de los varformos que se acercaban. Pero, mientras estuviera perdido en su sufrimiento, no sería de ninguna ayuda.
—Lamento mucho la muerte de Taly pero neces…
—¿¡Qué sabes tú!?---me interrumpio Merdock molesto—. Tú nunca has amado a nadie más que a ti mismo. No te atrevas a pronunciar el nombre de mi prometida tan a la ligera. Tú sólo eres un egocentrista que intentaste jugar con ella, como has hecho con cada chica de nuestra tribu. Yo sinceramente la amaba…—concluyó para volver a sumirse en sus pensamientos.
“¡Tremendo! Lo que me faltaba, un idiota que no es capaz de dejar su odio a un lado… aun cuando le he salvado la vida. Está claro que no me va ayudar… pero si hago…” Se me ocurrió que tal vez con mi péndulo lo podría obligar a ayudarme. Lo traté pero no me era posible lograrlo, sólo intentarlo me había dejado agotado.
Otra idea completamente descabellada surcó mi mente. Los tres varformos se encontraban muy cerca y yo estoy herido. Lo que pensaba hacer, era algo bastante humillante, pero no se me ocurría nada mejor. Me concentré en la ilusión que deseaba crear en la mente de Merdock y accioné mi péndulo.
—¿Taly?—dijo Merdock algo confundido.
“funcionó…”
—Prometiste que me protegerías, por favor sácame de aquí—dije tratando de hacerle creer que yo era la mujer que tanto había amado. Antes de terminar de hablar, Merdock brincó sobre mí y me abrazó fuertemente. Estaba a punto de besarme cuando los empujé asqueado.
—¿Qué haces idiota? ¡No te atrevas a besarme!—le grité olvidando que para él lucia como Taly.
—¿Bebé, eres tú? Te ví morir. Yo lo vi…
“¿Bebé? Pero que cursi, ya entiendo porque Taly lo dejó.”
—Sí, soy yo, ¿acaso no me estás viendo? Necesito que me saques de aquí.
—Claro, que tonto soy.
Merdock limpió las lágrimas de sus ojos y me cargó en sus brazos. Esto era lo más humillante que me había tocado vivir. Estaba siendo llevado como princesa en los brazos del tipo más idiota de la tribu. En estos momentos mi vida dependía de que él creyera que yo era Taly. Se me erizaba la piel cuando notaba la forma estúpida en que me sonreía todo el tiempo. Él corrió conmigo, alejándome de los tres varformos. “Misae…¡Maldición!” La había olvidado totalmente.
—Merdock, detente.
—¿Que sucede bebé?—me miró contrariado
—Misae, está herida. Debes buscarla. No podemos abandonarla en este lugar.
—No, debo llevarte lejos de esas criaturas, tú eres la única que me importa.
“Serás imbécil… ¡Ah! Alguien que me diga por qué salvé a este idiota.”
—No me casaré contigo sino la buscas—le aseguré molesto.
—Pero bebé…si te pasa algo…
—Te ordeno que busques a Misae.
Merdock me miró sorprendido, pero me colocó en el suelo; y luego de explicarle donde la había dejado, él fue a buscarla como le pedí. Me comencé a sentir mareado. Llevo mucho tiempo tratando de mantener la ilusión sobre los tres varformos y sobre el imbécil de Merdock. No me había fijado hasta ahora, que este péndulo funciona con mi energía. Entre más ilusiones realice mayor será el esfuerzo que requiera para mantenerlas. No resistiría mucho más tiempo si continuaba empeñado en mantener estas cuatro ilusiones al mismo tiempo. Pensé en Niebla, ella debía haberse mantenido cerca cuando caí y ella huyó. Silbé, para llamarla. No pasó mucho tiempo, cuando la escuché aproximarse.
—Buena chica—le dije al sentir el roce de su hocico en mi rostro.
Ella se mantuvo a mi lado esperando que llegara Merdock con Misae. Afortunadamente no tuvimos que esperar demasiado. Merdock llegó con la chica en brazos. Ella todavía no había recuperado la conciencia, pero por lo menos, no estaba muerta. A regañadientes logré que Merdock nos colocara en Niebla, para huir de los varformos. Ese idiota se negaba a montar a mi yegua, simplemente porque era mía. Todavía no entiendo porque ese cabeza de estiércol me odia tanto.
Una vez, estuvimos lo suficientemente lejos de la tribu, perdí conexión con los tres varformos por lo que la ilusión que los mantenía ciegos se perdió. Fue realmente agotador. Estaba totalmente exhausto, pero sin el esfuerzo que conllevaba mantener ciego a esos tres varformos, me senti mejor.
Llegamos al Río Rojo, cerca de la cueva donde había dejado a mi abuela. Tenía mi cabeza recostada de la espalda de Merdock, sin energías para moverme. No pude rescatar a mi abuelo. Había vuelto sin él. Me sentía devastado. Cabeza de estiércol, detuvo a Niebla cerca del rio. Bajó a Misae y a mí, al mismo tiempo. Debo reconocer que este idiota es muy fuerte.
—Bebé, ¿estás bien? —preguntó una vez pude pararme correctamente.
—Perfectamente—respondí y acto seguido le golpié la cabeza con una piedra que tomé del suelo cuando pretendía que no podía ponerme en pie.
Este cayó desmayado. Puede ser que se hubiera pasado la mano un poco…sólo un poco, pero era más sencillo así, que pasar por todo el drama de quitar mí ilusión estando él consiente. Además, no lo había matado, es más, él debía agradecerme que le salve la vida. Acomodé su cuerpo bajo un álamo cerca a la rivera y me llevé el cuerpo de Misae al río.
Le quité el vendaje improvisado que coloqué en su herida y la limpié. Agraciadamente se había detenido el sangrado. A pesar que estaba agotado, continué atendiendo la herida de Misae. Mi abuelo era el médico de la tribu y me había enseñado como lidiar con este tipo de contusiones. Estaba arrepentido por no haber tomado en serio a mi abuelo, cuando él quería que yo siguiera sus pasos en la medicina. Al terminar de tratar la herida de la chica, lavé su cuerpo cubierto de sangre. Debo reconocer que esta fue la parte más difícil. Misae tenía sus grandes pechos al descubierto; y yo soy un hombre sano, de sangre caliente e instintos salvajes. Aun así, soy el nieto de un médico y no es adecuado que mire de esta manera a un paciente. Me esforcé por únicamente enfocarme en sus heridas y limpiarlas.
Al terminar, la llevé a la cueva donde estaba mi abuela. Ella seguía durmiendo. Utilicé la manta tejida para cubrir a Misae y me derrumbé al lado de mi abuela. “Y ahora qué…” Un ejército de varformos se aproxima a atacarnos, ningún lugar es seguro. Antes nos llamaban los guardianes, pero eso fue hace mucho tiempo. Ahora no tengo idea de qué debo hacer. Miré el arrugado rostro de mi abuela y la acaricié con ternura.
—Te protegeré, lo prometo—le susurré mientras le plantaba un dulce beso en la frente. Mientras la miraba no podía dejar de meditar en las pocas opciones que tenía. “Tal vez, lo mejor será buscar ayuda de los tres Reinos.” Pensé al acurrucarme junto a ella.***
Hola!!Quiero notificarles que cambiaré los días de actualización para los viernes. Ya he terminado toda mi reserva de capítulos y me toma un poco de tiempo redactarlos, así que se me hace muy difícil tenerlos para los miércoles.
Les agradezco su apoyo y me gustaría saber su opinión sobre la historia. Qué personaje les gusta más? Por favor, me muero de curiosidad por saber.
Recuerden, si les gusto el capítulo, nada me haría más feliz, que recibir una estrella de ustedes.
Besos y abrazos!!!
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Los Zetlyc: Primavera Muerta
ФэнтезиEn el fantástico y remoto mundo de Edelia, la paz ha reinado por más de quinientos años; luego de la Gran Guerra contra los sangrientos varformos. Guerra que concluyó cuando, los poderosos zetlyc, aprisionaron a los temibles varformos en el remoto...