Con una mirada triste, Anna tiró de las medias por sus amplias caderas hacia sus tobillos donde salió de ellas.
- Es difícil creer que no lo veré otra vez.
- Deberías llamarlo. –La expresión de Carlos era seria.- El hombre no puede estar ciego. Eres cariñosa, sensible y bueno, eres bonita.
Ella sonrió.
- Sólo dices eso porque tú me quieres para preparar la cena esta noche.
La esquina de la boca de Carlos se curvó.
- Bueno está eso, -él respondió con un guiño, luego su expresión volvió a ser seria.- Llámalo. ¿Qué daño podría hacer?
- Suenas como Lina. –Anna estudió su reflejo en el tocador. Su sostén era de alta suspensión y mantenía en alto sus grandes senos pero no los mostraban en su completa gloria. Y tenía que admitir que las bragas de algodón eran un poco tamaño abuelita.- En realidad, empecé a llamarlo pero luego encontré algo en mi escritorio.
Ella no sabía por qué se lo estaba contando a Carlos, más que por el hecho de que él había sido su mejor amigo y confidente desde la escuela primaria cuando tenía nueve. Y he aquí, quince años después y viviendo juntos, solteros y sin un proyecto serio en el futuro para ninguno de los dos. Aunque Carlos jugaba en la cancha, nunca permanecía con una chica por mucho tiempo.
Eran realmente patéticos.
- Bueno... ¿Qué era? –un agudo interés brilló en los calidos ojos marrones de Carlos
Anna fue por su cartera, sacó el sobre y se lo tendió a Carlos.
Una expresión de perplejidad cruzó por la cara de Carlos y luego él silbó. Su mirada se disparo a la de ella y luego tiró el sobre y el papel encima del escritorio.
- Apostaría que esto tiene algo que ver con el paquete.
Sin que Anna pudiera preguntar "¿Qué paquete?", Carlos dejó la habitación. Momentos después, el volvió cargando una pesada caja blanca atada con un lazo dorado. Una sola rosa de tallo largo había sido deslizada a través del lazo.
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Failed Sweet - Adaptada
FanficLa señorita Anna Smith ha vivido tres años enamorada de su jefe el señor Stan quien nunca ha mostrado más que la caballerosidad que demanda una buena relación de trabajo. Sin Embargo, cuando Sebastian vende finalmente la compañía ella siente que es...