Plenitud {Camren}

Capítulo 26

Lauren estaba sentada en el borde de su cama esperando a que Camila terminara de prepararse para ir a la cena de la fiesta de cumpleaños de su padre. La verdad es que no quería, no quería ni siquiera ir ahí donde habría personas que no conocía y que la verían con lástima porque era “la otra hija”.

Suspiró enojada y un poco triste, pero al ver a Camila que salía del baño acomodando su cabello a un lado, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

Esa morena era la alegría de sus días, no había duda de eso. Y aquella noche se veía tan hermosa con ese vestido color blanco, tenía detalles negros y le llegaba hasta sus rodillas. Lauren estaba segura que si fuera otra persona, estaría babeando por ella, pero Lauren no la veía de otra forma que no sea con amor, porque eso sentía al verla.

Se levantó de la cama para ir hasta Camila que estaba frente al espejo de la habitación de Lauren y la abrazó por la cintura mientras se veía en el reflejo. Su vestido negro iba perfecto con el blanco de Camila. Además… hacían linda pareja. No pudo evitar sonreír al pensar en eso.

—¿De qué te ríes?—Camila la miró sobre su hombro.—Bueno al menos te sonríes.

—No me molestes.—Levantó el rostro frunciendo las cejas. Se apartó del abrazo y fue por su chaqueta de cuero para salir de la habitación después.

Camila rodó los ojos y terminó de arreglarse antes de salir de la habitación con su campera en su brazo, el móvil en la mano y una sonrisa divertida al ver el rostro serio de Lauren otra vez.

—Cambia esa cara.—Camila le acomodó un poco el cabello y se acercó a propósito a Lauren para darle un beso, pero la oji verde se apartó.

—¡Me vas a dejar labial!—Se quejó y la morena se rió de ella mientras la tomaba de la mano para luego salir de la casa.—Todo el tiempo me estás molestando cuando sabes que no estoy de humor.—Lauren se iba quejando mientras subía a auto y Camila sonreía divertida porque amaba cuando su novia se ponía así de enojona.

—Claro, todo el tiempo estás de mal humor.—Se mordió el labio inclinándose sobre el asiento, le tomó una mejilla con la mano y le dio un pequeño beso en los labios.—Vamos.

Durante el camino, Camila intentó que Lauren estuviera de mejor humor, pero era imposible. La oji verde le repetía una y otra vez lo que “pasaría”, eran cosas que ELLA creía que la gente diría y demás, pero no tenía idea de nada.

Sin embargo, Camila sabía que simplemente aún estaba dolida y se sentía mal, pero lo estaba intentando y eso le importaba más que nada. Se sentía orgullosa de Lauren porque era otra persona, ella lo estaba intentando realmente y no solo por Lauren misma, sino que también hacía las cosas para hacerla feliz a ella. Porque Camila sabía que cuando las cosas estuvieran más tranquilas Lauren sería feliz, estaría bien finalmente y no habría nada de qué preocuparse. Solamente debía tener paciencia.

Cuando entraron en el lugar donde la cena se haría y luego la fiesta, Michael las recibió emocionado, estaba contento y alegre de ver a Lauren. Camila lo había notado apenas las encontró con la mirada, pero Lauren estaba ajena, estaba alejada de todo, simplemente asentía a lo que su padre le decía, no levantaba la mirada del piso y poco se había alejado de Camila.

Había mucha gente, había gente que parecía importante, grupos de hombres de traje que bebían de sus copas y charlaban tranquilamente. Michael había presentado a Lauren a algunas personas. Para la suerte de Lauren aquello de saludar a gente que no colonia terminó rápido porque la cena empezaría pronto así que debían tomar asiento.

Lauren y Camila se sentaron con la familia de Michael y otra familia más que ninguna de las dos conocía. La oji verde había saludado a la esposa de su padre con la mano y le dedicó una sonrisa forzada, al niño simplemente lo observó unos segundos y se sentó junto a Camila. Intentaba estar lo más cerca de ella, todo lo que podía, incluso no había soltado su mano en ningún momento y cuando debía hacerlo para comer o beber, Lauren dejaba su mano sobre la pierna de Camila. Necesitaba ese contacto, necesitaba sentirla aunque estuviera a su lado todo el tiempo.