Kyubi.

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Viñeta a participar en el concurso de SasuNaruSasu, My One and only.

Los personajes de Naruto no me pertenecen, son de Kishimoto-sama.

KYUBI.

Conocía todo el pasado de Sasuke, había sido una tragedia.

Sabia de los rumores que recorrían las calles sobre ese hombre, un asesino a sangre fría, para muchos; un pobre imbécil si se lo preguntaban. El azabache solo había sido víctima de las circunstancias, nadie esperaba que el loco de su hermano fuera un esquizofrénico, aquel intelectual que en un abrir y cerrar de ojos había matado a toda su familia, menos al pequeño Sasuke. La policía había encontrado al menor con las manos en el arma homicida y llevado a una correccional.

Diez años habían pasado para que el Uchiha lograra escapar, refugiándose en los bajos mundos como lo era aquel lugar. Una bodega abandonada en medio del peor puerto de Japón.

El Kyubi había bajado de la camioneta negra blindaba, uno de sus ayudantes había abierto la puerta para su comodidad. Sus pasos firmes y poderosos hacían eco al caminar, era temido, hasta por sus allegados. Entró a la bodega hasta llegar a su destino, cobrar las deudas de Sasuke Uchiha.

Sus hombres golpeaban con énfasis al hombre que no hacía nada para defenderse. Una alimaña que se había metido en sus trabajos limpios, en el mes había interceptado dos cargas importantes, haciéndole perder mucha mercancía. No sería el único ni el último en morir por eso.

—Te ves patético, Uchiha.

Sasuke había tenido la cabellera hacia abajo mientras los matones le golpeaban las costillas. Estaba seguro que le habían rompido por lo menos una, se había dejado caer hasta ese punto esperando a la gallina de los huevos de oros, por un momento, pensó que Kyubi no le tomaría la importancia necesaria para encargarse del trabajo el mismo.

—Pensé que no te unirías a la fiesta —argumentó levantando la mirada.

—La invitación me llegó tarde 'tteba... — dijo mientras sonría con arrogancia. Pocas veces salía a relucir esa expresión en su rostro, un caricia egocéntrica y narcisista que solo mostraba antes de comenzar a cavar una tumba.

El azabache le devolvió la sonrisa para escupir sangre a sus pies con desdén, las miradas entre los dos eran un campo de batalla. Cuando uno de los allegados del yakuza quiso doblegarlo, Sasuke no dudo en golpearlo. Había llegado la hora de cobrarles factura. En un abrir y cerrar de ojos, Uchiha había doblegado a los cuatro hombres que ejercían presión sobre él.

Su intensión nunca había sido impresionarlo, pero que el omnipotente hombre de cabellera rubia aplaudiera a su espectáculo hacia que le hirviera la sangre. Dio dos pasos hacia adelante, pero antes de seguir avanzando un láser rojo se posicionó en su frente, francotiradores.

—Te daré el mejor consejo que escucharas esta noche, si no puedes con el enemigo, únete a él...

—¿Es tu última propuesta? — respondió Uchiha quitándose el polvo que se había impregnado en su ropa, los movimientos del azabache siempre habían sido elegantes, a veces se preguntaba cómo podía hacer que esa simple acción se mirara tan sofisticada.

Era claro el plan de su enemigo, había intervenido dos de los más grandes embarques de Kyubi, lo que podría esperarle era la muerte, en cambio, le estaba ofreciendo unirse a un bando más peligroso del que ya estaba creando. Era un plan más inteligente que querer arrancar la mala hierba.

—Eras una alimaña, Sasuke. Un desecho de esta corrompida sociedad, estabas tan desahuciado cuando te encontré...

—Podría regresarte el cumplido, dobe...

—Las cosas han cambiado, ahora yo gobierno este lugar.

Lo sabía, era por eso que había atacado a esa mafia, Kyubi se había desecho de todos aquellos que lo habían atacado en su niñez, incluso, lo había vengado a él. Itachi estaba recluso en una de las prisiones de sur, donde sólo gobernaba el rubio de ojos azules que tenía enfrente.

Sasuke volvió a mostrar soberbia en sus gestos cuando sus blancos dientes salieron a relucir. Se acercó lentamente al hombre de cabellos rubios, la distancia que los separaban eran unos cuantos centímetros, pero a ninguno de los dos parecía incomodarlos.

—No te equivoques conmigo, Naruto — dijo, revelando su verdadero nombre, no el mote que le habían sobrepuesto en la mafia. Los dos se habían conocido en prisión cuando tenían doce años, habían pasado tanto tiempo juntos... — Porque serás tú quien muerda la almohada, usuratonkachi.

—Eso está por verse, teme — contestó el rubio cono la misma sonrisa pretensiosa que la de su nuevo aliado.

Naruto ya no era el mismo enclenque, está mucho más alto que hace años. Su cuerpo había cambiado, al igual que sus aspiraciones. La alianza que estaban por formar haría temblar a sus enemigos.

Fin.

KyubiWhere stories live. Discover now