Cásate conmigo

2.1K 177 27
                                    

Lyon estaba en el balcón de las escaleras, vestido simplemente con un pantalón de pijama azul oscuro de seda, descalzo y el torso a la vista. Su pecho subía y bajaba rápidamente, varios mechones de su cabello le caían por el rostro.

Sus ojos se encontraron con los míos. El aire se me fue por completo, el hoyo de mi estómago creció haciéndome sentir un frío inminente en esa zona. Mis piernas estaban tan aguadas que pensé que caería al suelo, con dificultad camine hacía los inicios de la escalera de la derecha, mientras Lyon comenzaba a bajar lentamente.

No despegue mis ojos de los suyos, al llegar al pie de la escalera me quede ahí, si intentaba subir de seguro caería. Cuando el por fin bajo el último peldaño quedando frente a mí, levante la mirada. Temblando estire mi mano hacia su mejilla deseando que no fuera un maldito sueño, una ilusión o una mala jugada de mi cabeza.

Todos esos miedos se disiparon justo cuando toque su mejilla acunando su rostro en mi diestra, el cerró los ojos ante mi tacto para después colocar su gran mano sobre la mía... Estaba aquí. Era real. Estaba aquí conmigo...

Al instante mis ojos se llenaron de agua que comenzó a desbordarse por mis mejillas.

—Lyon... —susurre con la voz ahogada, el nudo en mi garganta no me permitía hablar, ni siquiera fabricar palaba alguna.

—Hola, mi princesa... —no pude más y lo abracé con fuerza hacía mí, apretándolo a mi cuerpo, hundiendo mi rostro en su pecho. Parecía un sueño, no quería soltarlo, y no lo haría.

Sus brazos fuertes me rodearon por completo, su calor corporal me estaba inundando cada vez más junto con su delicioso aroma varonil, ese aroma que solo el poseía, que me embriagaba. Me hacía tanta falta, y maldición que si no lo extrañe con toda mi alma cada día.

Al alejarme solo un poco para ver su rostro, parecía que jamás estuvo enfermo, su cara estaba perfecta, al igual que su cuerpo... a pesar de que no había ingerido nada de bebida o alimentos en ese tiempo. Pero a pesar de todo ello, Marilio, Kilian y Tulio lo habían mantenido en perfectas condiciones en referencia a su higiene personal y todo ello. Para mí él era perfecto aun si estuviera bañado en lodo.

Mis mejillas estaban empapadas. Sin decir palabra alguna volví a abrazarlo, pero esta vez ocultando mi cara en el hueco entre su barbilla y su cuello.

—Oh Veronica... —me sentí derretir ante su voz gruesa, luego caí en la cuenta de que él no había comido ni bebido nada en tres semanas.

—Tienes que comer algo, has dormido por 3 semanas —me separe de él limpiando mis mejillas, sus manos aun rodeaban mi cintura, pero sus ojos se abrieron con sorpresa.

— ¡¿Tres semanas?! —asentí. Pero pronto una mano se posó en mi pierna, al bajar la mirada vi al niño que Kail había salvado en el rio. Luego recordé que los niños estaban presentes así que, muriendo internamente, me alejé un poco más de Lyon.

—¿Qué pasa pequeño? —me acuclille quedando a su estatura, él estaba jugando con sus manos nervioso.

—Quisiera agradecerle por salvarme, ya le agradecí a Kail pero falta usted —lo mire tiernamente—. Y quería saber si le podía dar un beso —arqueé mis cejas sorprendida, jamás me habían pedido eso.

—Claro —sonreí dulce, la verdad este día estaba marchando de maravilla. A excepción de lo del rio.

El niño deposito un beso en mi mejilla, lo hizo con tanta ternura que me derritió el corazón por completo. Bese la frente del pequeño para después levantarme. Mire a todos los niños que estaban en silencio, pero sonriendo picaros.

Guerrera de la realezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora