EL SILLERO
A diferencia de Einstein, yo no he hecho mi parte y desde luego que no me iré con elegancia. Nunca he servido, los insultos constantes durante mi infancia me marcaron y han hecho de ese defecto mi definición.
‘Eres un inútil, Jorge’. La frase que más se me ha repetido a lo largo de mi vida, la oración que consiguió alejarme de mis aspiraciones, los vocablos exactos unidos a la perfección como si de un tapón en una botella se tratara para conseguir anularme en todas las facetas posibles.
¿Cuál es la cura para la estupidez? ¿Acaso nacer zoquete me hace inferior? ¿Es que no tengo derecho ninguno al amor por ser incapaz de seguir los cánones de belleza de esta sociedad muy a mi pesar?
No se crearon normas y justicia pensando en mí.
Puede que haya nacido en tiempos erróneos. Puede que sea un genio incomprendido, que el arte para el que fuí creado pasara al olvido tiempo atrás o que todavía no haya sido inventado. Es probable que simplemente no sirva, soy un error, seré un corto elipsis en los recuerdos ajenos, nací siendo el polvo que se encuentra en la más antigua de las tumbas. Nunca he sido nada más que polvo.
Siento fría la hoja del cuchillo que tiembla rozándome la garganta. Un simple movimiento de brazo que me separará de este cruel mundo. ¿Qué habrá más allá de la existencia carnal? ¿Seguiré siendo polvo? ¿Habrá sido esta realidad mía en vano? Lo descubriré más pronto que tarde.
Espero que mi ausencia perdure más que mi presencia.