4. Compromisos.

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Maraton 2/3

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FLASH BACK

– Sabes Draco. Si no te conociera juraría que tienes miedo. – Se burlo el joven sosteniendo la lámpara mientras se adentraban cada vez más en el bosque prohibido.

– ¿Miedo? ¿Yo? ¡Por favor Potter! – Replico el chico poniéndose enseguida su máscara de petulancia, que para tan solo tener 11 años, era perfecta, aunque para la vista de alguien experto como lo era su acompañante, no resultaba tan suprema.

– Vamos Malfoy, siempre puedes tomarte de mi brazo si quieres gritar. – Sonrió el Potter de vuelta, alzando el pie para saltar la raíz salida de un árbol.
– Y qué hay de ti, ¿no sientes ni un poco de miedo? – Resalto, de una forma inmediata y tal vez un poco impulsiva, desviando la plática de él, al pelinegro.

– Eso en mi vida no tiene lugar, lo aprendí desde... Digamos que mi crianza fue absurdamente especial... mi temor es proporcional a mi tozudez para superarlo. No me congelare nunca ante mis miedos. – Sonrió como si estuviera hablando sobre la importancia de la lámpara que tenía en sus manos, pero en lugar de escuchar la respuesta antipática que esperaba el rubio suspiro temeroso, preparándose para hablar, confirmo segundos después.

– Hay algo más en ti, Potter. No es falta de temor... Tus ojos. En tus ojos puedo ver lo mismo que veo en mi padre y mi madre, o incluso en mi padrino Severus, es una sombra extraña... Como de conocimiento...es como si tú pertenecieras por completo...– Trataba de explicar sus enredados pensamientos sin poder establecerlos de manera estable. Obviamente podría reconocer ese tipo de mirada recelosa en donde fuera, era una serpiente, sin experiencia pero una serpiente observadora, cosa que le daba un poder sobre todos los demás.

– ¿A Slytherin? – La sonrisa en el ojiverde, además de callarlo por unos minutos tan solo le confirmo que tenía razón, sobre todo en guardarle cierto deje de respeto en cada ocasión que el Potter estaba serio. Podía ser peligroso, su instinto se lo gritaba, pero no entendía por qué.

– ¡Cómo puedes decirlo tan tranquilo! ¡Eres un Gryffindor! Se supone que odias a tu casa rival...– Suspiro exasperado y Harry sonrió más ampliamente, deteniendo su andar. Había llegado la hora de conseguir al aliado que había querido desde que le ofreció la mano en la entrada de Hogwarts su primer día allí, hace un par de semanas atrás.

– Porque yo iba a ser enviado a ella... aunque estoy seguro de que eso tú ya lo habías previsto. – Explico y Draco se cruzo de brazos.

– Si...tal vez, la forma en la que te me enfrentabas...usabas sarcasmo, bromas, incluso un poco de grosería que lograba dejarme mal parado, cuando Weasley no fue capaz en lo absoluto de responderme con algo que no fuera un insulto directo y "lárgate"... ¿pero cómo? ¿Por qué? – Expreso sus dudas casi con urgencia. Necesitaba una clara respuesta, porque conversando con Harry en ese momento podía darse cuenta de que podrían haber sido buenos amigos.

– ¿Notaste la reacción del comedor cuando pase a que pusieran el sombrero en mi cabeza? ¿Aquellos gritos que intentaban ser murmullos? En ese momento me quedo más que clara una sola cosa. TODOS esperaban que fuera a Gryffindor, y si los decepcionaba mi vida no sería fácil, acababa de negarte una alianza, y los rumores de Ravenclaw los sabelotodo y Huffleppuff los inútiles, simplemente no me favorecieron...Entonces le rogué al sombrero que me pusiera en Gryffindor. Logre convencerlo y las cosas siguieron.- Draco veía a su acompañante sorprendido, directamente a los ojos jade, por lo que en lo único que pudo pensar fue en que la oportunidad se le presentaba de vuelta, pero un poco diferente.

– Entonces se mi amigo ahora. Harry Potter, falso Gryffindor, yo ya se la verdad. – Sonrió con cierto deje de dulzura, extendiendo su mano y el reconocido niño la acepto, con media sonrisa pintada en su rostro.

-¡Harry!- dijo repentinamente asustado mirando hacia atrás del chico, notando a un unicornio en el suelo y una sombra sobre él.

– ¡Harry! ¡Harry! –
FIN FLASH BLACK.


– Harry – Le llamaron de repente y el ojiverde asintió, dándoles a entender que prestaba toda su atención, otra vez. Aunque de cierta forma había preocupado a todos. El no acostumbraba distraerse, al menos no así, desde el final de la guerra. Draco en específico fue el que se atrevió a preguntar, en un susurro, al acercársele antes de pasar al comedor recibiendo una tierna respuesta, aunque el Potter se lo negara. "recordaba el día que a mi vida se le agrego mi mejor aliado...aun pasado años".
Cuando todos estuvieron sentados en la mesa, curiosamente el silencio era abrumador. Lucius estaba sentado en la cabecera, a su derecha estaba Draco y a su izquierda Hermione, quien le agradaba mucho con la renovada imagen y su buena actitud. Del lado derecho de Draco estaba Tom y frente a este, a la izquierda de Hermione se encontraba Severus, mientras que en la otra cabecera estaba Harry, gracias a la mesa adaptada por los elfos, eso por orden de Draco.

– Eso luce delicioso. – Sonrió Hermione observando la obvia comida francesa en la mesa y Harry sonrió brillantemente, para envidia de Lucius, quien quería de alguna forma tener la atención de la chica.

– Espero que como lo ve lo sienta, después de todo nadie viene a Malfoy Manor y se queja de la comida. Siempre he procurado el talento de mis elfos en la culinaria. Yo mismo lo inspecciono todo tras su preparación. – sonrió delicadamente.

– Mientras no quieras inspeccionarla a ella. – Murmuraron tanto Tom como Harry, aunque el primero lo había dicho tan bajito que casi nadie lo noto, para gracia de los dos chicos más jóvenes. Lucius le dirigió una amarga mirada a Harry, quien sonrió divertido por hacerle molestar una vez más, hasta la intervención de su amiga.

– Tal vez algún día, solo tal vez, si es que sobrevive a la importante celebración de hoy...yo misma podría enseñarle que tan talentosas resultan las mujeres en la cocina, sin necesidad de magia. – Guiño Hermione haciendo tal invitación como si tal cosa fuera posible y Draco sirvió las cosas de vino con rapidez y nerviosismo. La situación era rara para él en especifico, podía disfrutar los chistes de Harry y los susurros altaneros de Tom pero la tensión que sentía cada vez que su padre y Hermione cruzaban palabra era única. Sabía que ella podría tener el poder de arruinar la cena, si siquiera lo intentara aunque al final resultaría que la hechicera le salvaría el trasero provocando que su padre le aceptara.

– Buena en la cocina...eso de verdad que es una hazaña, sin importar el tipo de familia. – Afirmo sin duda y Harry miro a su pareja rodando los ojos mientras Severus le sonreía divertido, de forma muy discreta. Para el Potter no era nada divertido ver como Malfoy coqueteaba con su hermana y él era el patriarca de la familia, así que la protegería, para hacerle la vida imposible al rubio y entretener la suya, hasta después de la boda de su amigo.

– Me temo, Hermi, que eso podrá ser hasta dentro de mucho tiempo. Olvidas la universidad, los trabajos, el compromiso, las vacaciones y los ideales que guardamos para viajar primero por el mundo. No dejare que mi heredera se comprometa a nada si no ha probado el triple de cosas antes. – Su voz sonaba segura y dócil, preocupada incluso, pero cuando Lucius le miro noto su sonrisa sádica, burlesca, retadora y Harry le guiño un ojo tras eso, aprovechando la distracción leve de la joven. Bastardo, afirmo el rubio.

– Cierto... – Suspiro Hermione entendiendo el juego de Harry, fingiendo algo de tristeza y Lucius estaba cayendo, sin dar buena pelea cosa que divertía a Draco. Al parecer la Granger y Harry eran un buen equipo, aun si debían fingir de la nada. – Lo siento, Lu-chi-us. – Separo las silabas de modo infantil pero diciendo el nombre con cierto acento francés, estaban aprovechando el hecho de que el rubio no conocía absolutamente nada de ella, ni su parte refinada ni su parte sencilla e inteligente.

– No te preocupes, yo no tengo inconveniente en esperar a que tu hermano termine de enseñarte todo lo requerido de forma correcta. – Mascullo más serio, aunque un poco perdido aun por el modo tan único que tuvo ella para decir su nombre.

– Padre. – Llamo el rubio haciéndole centrarse, sacándolo un poco del mundo creado a su alrededor por "los Potter". – Comienza a servirte para que todos puedan comenzar. – le pidió con mirada seria, asustándole. Después de todo esa era la cena para anunciar su compromiso no para que el consiguiera una maldita novia.

– Claro Dragón. – Sonrió amablemente, aunque irritado y muy apenado por su obvia distracción. – Y bien Thomas cuéntame donde estudiaste o que haces en la actualidad. – Sonrió al joven de ojos azules, quien miro por tan solo un segundo a Harry, bastante agradecido por la magia que usaba para desorbitar la atención tan fácilmente.

– Yo estudie en casa. Mi familia jamás se confió en los colegios. Creyeron que tenían razón después de la noticia de Hogwarts siento atacado, año tras año llegaba a casa una gran historia sobre alumnos en peligro. Para los 15 tuvieron que buscarme algo adicional dado que había terminado todo, desde los libros hasta la práctica. De "primero a séptimo". – Comenzó a relatar amablemente, con cierta aura de sabiduría y relajación, cosa que Draco sabia funcionaba perfecto. El mismo, después de haberlo visto por un par de años, todavía se sentía curioso y cautivado ante esa actitud.

– ¿Y entonces lo adicional se refiere a pura diversión o nuevos aprendizajes? – Pregunto curioso por la respuesta.

– Ambas. Aprendí ingles americano, además del Francés, incluso puedo hablar con algo de español, cosa que de verdad agradezco. Y memorice el protocolo mejor que nadie. Después de eso logre convencer a papá de aprender a tocar piano... – La conversación era amena hasta ese punto y continuo un poco más desde ese punto.

– Así que ¿enseñaste al señor Potter a tocar un poco? Porque no comparten algo al final de la cena. Hay un piano en el salón. Podrían encontrarlo agradable. – Ofreció el Malfoy de repente, sin siquiera dar la opción de decir que no, a el de verdad le gustaría ver que tan buenos eran y que tan conectados podían estar, porque era absurdamente obvio que se conocían de años, incluso más tiempo del que Draco lo hacía.

– Pero la música definitivamente no es lo mío Lucius, lamento tener que denegar la "creativa" invitación. – Susurro Harry levemente apenado, o al menos fingiéndola con maestría, al tiempo que recriminaba la brillante idea a su dueño. Lucius quería exponerlo o avergonzar a Tom? Tal vez simplemente debería darle el beneficio de la duda.

– No me dejes a mi solo Harry. Eso sería muy grosero de tu parte. – Sonrió el joven oji turquesa, haciéndole sonreír un poco.

– Bien. Pero si alguien se ríe tú serás el culpable. – Acepto para tranquilidad de Draco. Quien no quería que su prometido se enfrentara solo frente a un Malfoy con gusto musical refinado. El podía dar fe de ello de la mejor manera.

– Gracias – Susurro la pareja.
La cena termino luego de un postre de frutas y Harry se levanto con gesto cansado, siguiendo a Draco y Tom frente al bendito piano que de verdad estaba precioso. Al igual que lo que ambos comenzaron a tocar, lleno de nostalgia y magia, revoloteando en los estómagos de los presentes. Ambos se sincronizaban como si pudieran escuchar los pensamientos del otro, aunque para ellos resultaba más complejo que eso. Era sentir, ver e incluso pensar lo que el otro, debido a la conexión tan fuerte que compartían por medio de la cicatriz.

– A sido genial. – Aplaudieron todos al ellos terminar y ambos se levantaron algo mareados y por ello desconcertados, aunque se debía al desgaste mental.

– No tenía idea de que podías ser tan delicado Potter. – Sonrió el Malfoy burlesco y Hermione decidió intervenir con una ceja alzada con exquisita perfección.

– Harry puede verse y sentirse mucho más delicado que eso. Es mi perfecto compañero de baile, sobre todo en ballet. – Informo, completando la información lo mejor posible sin crear las falsas ideas con lo de sentirse, sobre todo al estar cerca de Slytherin, porque estaba seguro que el prometido de Draco era 100 por ciento un reptil. Harry en cambio se sintió duramente avergonzado, el había tomado las clases por el cariño que había ganado Hermione, pero de ahí a presumirlas, existía toda una reputación de por medio.

– Me encantaría presenciarlo alguna vez. – Susurro el experto en pociones con su voz tenue pero curiosa, el tan solo conocía al indomable Potter y al atento y preocupado Harry, no había delicadeza evidente en ninguno de los dos.

– Sin duda en mi boda deberán hacer algo. Además necesito alguien que tenga gracia y facilidad de movimiento para la ceremonia de enlace. No sabía de dónde sacar a la chica. Serás tú Hermione. – Sonrió el Malfoy abrazando a su pareja, quien asintió con cierto deje de dulzura y ambos sonrieron. Despidiéndose.

Draco dejo a su novio en casa, permitiendo que este se relajara y volvió con su padre, no encontrándolo diferente a como lo había dejado.

– ¿Que te sucede? – Pregunto sin dudar, notándolo extraño, como ido. Lucia exactamente igual a cada vez que un plan corría por su mente, pero definitivamente la respuesta recibida no fue para nada la esperada o siquiera un creíble.

– Quiero a Hermione Black en mi cama. – Draco tosió un poco, con su mirada incrédula sobre su rubio padre. No podía creer lo que escuchaba. Era verdad que la chica era hermosa, aun mas ahora...pero romper los prejuicios de Lucius Malfoy en una noche era tarea titánica y ella sin deberla ni temerla, sin imaginarlo siquiera, lo hizo sin ningún problema.

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– Buenos días. – Saludo el Potter sentado con un periódico en sus manos, leyéndolo distraídamente, mientras que su pijama se basaba solamente en un pantalón pijama de cuadros negro con rojo. Sin zapatos o camisa, por muy helada que fuera esa mañana en especifico.

– Buenos días Har. – Sonrió su amiga, besando su mejilla con dulzura y sentándose a su lado, donde inmediatamente apareció su desayuno.

– Kleacher. – Llamo al elfo sin remordimientos por usar sus servicios, como hubiera sido antes sin tener la influencia del Potter. Quien sonrió levemente ante ello, extendiendo sin problemas su taza.

– Si ama Black. – Reverencio el elfo.

– Podrías traer más café. Este se enfrió terriblemente. – Ordeno y pronto el elfo desapareció para gracia del ojiverde, quien al fin bajo el periódico. Donde salía él en la portada y Hermione al observar sus ojos supo que era malo.

- ¿Severus no tendrá un buen desayuno? – fue lo único que logro decir la semi rubia para llamar la atención de su amigo y este solo suspiro. Pasándole el periódico, doblado, y una tarjeta forrada con una especie de papel de regalo.

– Pensé que llegaría antes. ¿Porque la retrasaron? – pidió saber imaginando correctamente que era la invitación a la boda.

– Quería que llegara hoy. – Se encogió de hombros, quedándose en silencio hasta que su ahora hermana terminaba de leer su invitación. – El profeta a declarado que yo al fin sentare cabeza. Casándome con mí pareja de años, insinuando que Ginevra Weasley es la elegida del elegido, sin estar seguros del todo que mi prometida sea ella...un trabajo bastante bueno, la meten a ella sin comprometerla. En dos meses a partir de hoy. Snape gritara como loco cuando me vea hoy...tal vez deberíamos esquivarlo por unos días. – Confirmo, escuchando que al empezar su última frase alguien aparecía en su maldita casa. Seguramente alguien de la putamente extinta orden.

– ¿¡Esquivar a quien!? – Resonó la voz de quien menos quería ver esa mañana. Su supuesto mejor amigo y ahora traidor por no hablarle del plan de su hermana para casarle a la fuerza.

– A ti no. Seguro. – Rodo los ojos sin siquiera levantarse, eso hasta que la siguiente cosa salió de la boca del pelirrojo, no en su contra, sino en la de Hermione.

– ¡Así que aquí estabas! ¡Qué demonios haces aquí! Tonta desconsiderada. – Rugió envidioso y también celoso, por la compañía de su futura ex prometida. Quien se giro haciéndole notar sus ojos diferentes, más claros.

– Cuida el cómo me hablas. No estás hablando con la estúpida de tu hermana o la sumisa de tu cuñada. – Aclaro rápidamente y Harry se rio abiertamente, algo siniestro, provocando la molestia del pelirrojo y la gracia de su amiga, quien sabia que Harry se pondría bastante sádico si la conversación seguía por el camino que llevaba, lo había visto millones de veces con Draco. Harry podía ser tan oscuro cuando se burlaba de alguien...

– ¿Qué has dicho? Te he estado buscando como loco, aunque viéndote aquí me queda más que claro. Traidora. – Escupió haciendo obvia la condición con la que su hermana había bajado a desayunar. Tenía puesto tan solo un short corto, blanco con un sujetador a juego con un poco de encaje apenas apreciable.

– Estas en mi casa y no te permito que vengas a hablarle asía mi... ¿familia? – Aclaro el Potter rápidamente, con una obvia ronquera debido a estar recién levantado. Era indiscutible el hecho de que la presencia del Weasley le molestaba.

– ¡Como te a través! Embarazas a mi hermana y te acuestas con MI mujer. Oh ¡Gran salvador! ¡De mierda!- Le grito directamente y Harry en esa ocasión si se levanto, sin darse mayor problema.

– ¿Embarace YO a tu hermana la puta? Porque no le preguntas a todos nuestros compañeros. Al menos la han tenido una vez en su cama. Ese niño, con toda seguridad ¡no es mío! Y hare los hechizos correspondientes para demostrarlo. De ahí a haber estado con la hermosura que es tu ex novia pues sí. E dormido con ella, pero eso es totalmente diferente a acostarnos. Imbécil sin cerebro. – Le reto sin ningún miedo o reparo para soltar su lengua. Todo lo que decía era verdad y Hermione lo sabía. Muchas veces habían dormido abrazados o demás pero jamás había pasado de ahí, por mucho que ambos creyeran que su amigo era precioso.

Ron en ese momento se le quiso tirar encima pero Harry con una sonrisa petulante observo como una ventisca lo detenía, paralizándole.

– Como puedes ver, las protecciones de mi casa han detectado tu amenaza, por mucho que no puedas hacer nada en mi contra. No te acercaras mas, es imposible...digamos que la mansión es temperamental, como un dragón sin domador. – Sonrió ante la ironía observando el rostro impresionada de Hermione, quien hasta ahora parecía entender lo poderoso que llegaba a ser Harry.

– Hermi ayúdame. – Rogo el pelirrojo sintiendo como todo su cuerpo se helaba y Harry lo soltó para el tiempo en que la castaña caminaba hacia él, sacándose el anillo de compromiso.

– Tú y yo hemos terminado Ron. No te amo, no me quiero casar contigo y ni siquiera deseo escuchar más del tema. Hasta luego. – Le cerró la mano con el anillo y retrocediendo Harry le hizo desaparecer fuera de su casa no sin antes expresarle que le dijera a Ginny, él se casaría el 14 de noviembre. Un mes después que el matrimonio de su mejor amigo. Confundiendo a la chica presente. Su amigo no quería a Ginny, ni siquiera estaba seguro de que la soportara tal cual, entonces ¿con quien se casaría? ¿Severus? El no podría prestarse a casarse tan solo para humillar a la pelirroja, ¿cierto?

– Eso ha sido...entretenido. – Sonrió Harry regresando a su asiento para terminar de desayunar y Hermione le miro sin dar crédito. Como podía anunciar que se casaría y de golpe regresar a su rutina, como si nada extraordinario hubiera sucedido.

– Entretenido es verte ahora. ¿Cómo lograras que Severus Snape acepte? – Pregunto sin irse por las ramas y Harry sonrió brillantemente.

– Negociado como Slytherin... sin que él lo note. Impulsemos la idea que aun no sabe que tiene.– Afirmo.

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La Era del DragonWhere stories live. Discover now