Séptima carta.

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Hola, chico trizado.

Hoy, cuando pasaste por mi lado, me miraste.
A mí.
Fijamente.
Tus ojos estaban negros, consumidos.
Al igual como tu vida.
Estuve a punto de decirte hola, pero seguiste tu camino, sin mirar atrás.
No sabes cuanto me gustaría ayudarte, pero ni siquiera sé como ayudarme a mí misma.
En la madrugada, mientras lloraba, sollocé tu nombre, como tantas veces lo he hecho.
Tal como tú lo haces con el nombre de ella.
Supliqué que todo acabara, estoy segura que tú también.
Rogué para que todo se adormeciera, para que dejase de doler.
Y estoy bastante segura que tú también lo has hecho.
Pero un alma rota, no tiene cura, y duele hasta el último minuto.
-SBX.

Hola, chico trizado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora