Kam y Oliv - Tercera parte. Capítulo X.

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Oliv:


     Cuando llegué a casa me lancé en el sofá con los ojos cerrados y una enorme sonrisa. Mamá se me acercó:

– ¿Qué ha pasado por fin? –Me preguntó.

–Hoy fue el mejor día de mi vida. Sí, lo fue.

–Me alegro que te hayan aceptado. –Me sonrió. –Lo mereces.

–No sólo eso mamá, ella es perfecta.

–Oh, ¿También te has enamorado?

–Siempre lo estuve mamá, siempre. –Afirmé. –Kamille, hasta su nombre es precioso.

–Sí que lo es. –Dijo. – ¿desde cuándo ha sido ese siempre?

–Desde la escuela, de lejos veía sus rulos como resortes que me encantan y ahora, me ha afirmado que también le gusto ¡Es todo un sueño!

     Mamá sabía más que yo del amor, y también sabía más del desamor. Era una mujer inteligente como una vieja compañera. Siempre me daba los mejores consejos y me escuchaba cada una de mis locuras.

–Mamá siempre la he visto tocar, sonreír desde lejos, escuchar levemente su voz y me ha parecido tan bonita. Hoy la tuve al frente, la abracé, fue perfecto mamá, lo fue.

–Invítala a salir, vuelve a verla. –Me dijo.

–Eso haré.

     Entré a Facebook desde la computadora y busqué su nombre, fue la primera en aparecer

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     Entré a Facebook desde la computadora y busqué su nombre, fue la primera en aparecer. Kamille Hansen. Sonreí. Ella siempre me hacía sonreír. Y no pasaron cinco minutos cuando ya me había aceptado así que la saludé: "¡Hola!" "Hola" Respondió. Mamá estaba tan emocionada como yo.

     "¿Puedo verte mañana?" Le pregunté "Mañana no habrá práctica" me respondió, "Lo sé, pero quería caminar contigo, si no te molesta" como diez minutos después ella me respondió "¿A qué hora nos veremos y dónde?" sonreí como un loco, me levanté de la silla de la felicidad y mamá me miraba con orgullo. "10 am, en el parque. Espero que mañana si me aceptes el café." Le contesté por fin.

     Esa noche cenamos y al acostarnos no dormí absolutamente nada, estuve despierto como hasta las 5 am que pude cerrar los ojos. No dejé de pensar en todo lo que haría, en todo lo que le diría, en lo que me respondería. No quería dañar la situación ni mucho menos causarle una mala impresión. No dejé de pensar en lo guapa que era, lo inteligente que se notaba y su hermosa reacción celosa cuando pasó lo que pasó con Samy en la orquesta. Ella era tal cual esa chica que siempre yo había soñado. Acostado en mi cama imaginé un día y una vida en la que ella era feliz y yo era el causante de su felicidad. Todo fue perfecto en mi mente. 

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